Durante años creímos que el cerebro llevaba el control absoluto de todo lo que sentimos y decidimos. Pero la ciencia moderna está contando otra historia.
Un estudio llevado a cabo por el Karolinska Institutet y la Universidad de Columbia ha revelado que el corazón no es solo una bomba de sangre: posee su propio sistema nervioso, con miles de neuronas y sensores capaces de detectar cambios físicos y emocionales antes de que el cerebro los procese de forma consciente.
Esta red cardíaca envía señales constantes al cerebro que influyen directamente en el estrés, las emociones y la forma en que reaccionamos ante situaciones importantes. Por eso, muchas veces el cuerpo responde primero… y la mente entiende después.
Aunque el corazón no piensa como un cerebro, sí participa activamente en el equilibrio emocional diario. Comprender esta conexión corazón-cerebro no solo ayuda a reducir la ansiedad, sino también a tomar decisiones más conscientes.
Escuchar al corazón no es solo una metáfora romántica: es biología en acción.
De la red...
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