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jueves, 25 de diciembre de 2025

Alanis Morissette y su "Jagged Little Pill'

A los 21, se quedó paralizada cuando dijeron su nombre.
Ocho meses antes, casi nadie creía que este álbum importaría.
Esa noche, lo cambió todo en la música para siempre.
El 28 de febrero de 1996, las palabras “Álbum del año” resonaron en el auditorio de los Grammy.
Entonces el presentador dijo su nombre.
Alanis Morissette.
No se levantó de un salto.
No gritó.
No sonrió al instante.
Se quedó ahí, atónita, casi congelada: una canadiense de 21 años que, menos de un año antes, muchos habían descartado como una apuesta comercial.
Ocho meses antes de esa noche, Jagged Little Pill había debutado en el puesto #117 del Billboard 200. Los ejecutivos esperaban ventas discretas. Lo suficiente para justificar otro disco. Nada más.
Nadie imaginó que se convertiría en uno de los álbumes más importantes de la década.
Nadie imaginó que le daría permiso a toda una generación para sentirlo todo, sin bajar el volumen.
La historia empezó de verdad dos años antes, en un pequeño estudio de Hollywood.
Alanis tenía 19 y se estaba desmoronando.
Ya había vivido algo que la mayoría de adolescentes nunca vive: dos álbumes pop publicados en Canadá, fama en televisión, presión para verse impecable, vendible, agradable. Pero la persona en la que se estaba convirtiendo ya no encajaba con la imagen que vendía.
Estaba rota de una manera que parecía definitiva.
No era tristeza de “amor joven”.
Era un dolor hondo, adulto, que la dejaba en carne viva y furiosa.
Entonces conoció al productor Glen Ballard.
Ballard no intentó suavizarla.
No le dijo que se calmara.
No intentó volverla “amigable para la radio”.
Vio algo volátil.
Se encerraron en su estudio y trabajaron con una intensidad temeraria. Algunos días escribían y grababan una canción entera en una sola sesión. Sin pulir. Sin red de seguridad.
Lo que salió no sonaba a nada de lo que estaba en la radio en 1995.
Cuando se esperaba que las mujeres fueran controladas y digeribles, Alanis sonaba enfadada, confundida, vulnerable, sarcástica y viva.
Y entonces llegó el primer sencillo.
“You Oughta Know” no llegó pidiendo permiso.
Detonó.
Emisoras de rock como KROQ-FM no supieron qué les cayó encima. Los locutores se quedaban a medias. La gente frenaba el coche.
Ahí estaba una chica joven gruñendo sobre traición y humillación con una rabia que casi nunca se dejaba pasar al aire… y menos con una voz femenina.
MTV no dejaba de ponerla.
Flea (de Red Hot Chili Peppers) y Dave Navarro empujaron la canción con una intensidad muscular, pero fue la voz de Alanis la que hizo la herida. No estaba pidiendo lástima.
Estaba exigiendo verdad.
Los rumores estallaron de la noche a la mañana. ¿Quién la había herido? ¿De qué hombre famoso hablaba? ¿Era venganza?
Alanis no confirmó nada.
Entendió algo clave:
esa ambigüedad hacía que la canción le perteneciera a cualquiera.
Millones escucharon su propio desamor en esas palabras.
El título del álbum salió de un momento más silencioso.
En “You Learn”, cantaba sobre tragarse el dolor en vez de huir.
“Swallow it down, what a jagged little pill.”
Esa frase se volvió el alma del disco.
No era un álbum solo de rabia.
Era un álbum de supervivencia.
De crecimiento.
De aprender por las malas.
Luego vino “Ironic”, una canción que muchos críticos adoraban diseccionar, pero que el público abrazó sin pensarlo. No iba de definiciones de diccionario. Iba del mal timing de la vida. De cómo lo peor llega cuando menos lo esperas.
“Hand in My Pocket” mostró humor y contradicción.
“You Learn” ofreció una sabiduría ganada a golpes.
“Head Over Feet” probó que también podía escribir sobre un amor sano con la misma intensidad que llevaba a la traición.
Jagged Little Pill no era una emoción.
Eran todas.
La producción acompañaba el mensaje.
Nada sonaba cómodo.
Nada se sentía “suave”.
Reverberaciones cerradas. Ritmos inquietos. Texturas ásperas.
El álbum parecía un nervio al aire.
Y la gente no se cansaba.
Las tiendas se quedaban sin copias.
Y otra vez.
Y otra vez.
Meses después de salir, el álbum llegó al #1 del Billboard 200 y se mantuvo ahí durante doce semanas en total. Y siguió durante muchísimo tiempo en lo más alto de las listas.
Cuando llegó la noche de los Grammy, Alanis acumulaba nueve nominaciones.
Ganó cuatro, incluido Álbum del año.
Y en ese momento, con 21 años, fue la ganadora más joven de ese premio.
Su actuación esa noche —una versión feroz y sin filtro de “You Oughta Know”— sigue citándose como uno de los momentos más inolvidables de los Grammy.
Pero el impacto fue mucho más allá de los trofeos.
Jagged Little Pill abrió una grieta.
Les dijo a las chicas jóvenes que no tenían que escoger entre estar enfadadas o ser queridas.
Entre ser un desastre o tener sentido.
Entre ser suaves o fuertes.
Podían serlo todo.
En pocos años, artistas como Fiona Apple, Meredith Brooks y Natalie Imbruglia siguieron ese camino. Más tarde llegaron Pink, Avril Lavigne, Kelly Clarkson, Taylor Swift —muchas citando a Alanis como prueba de que la honestidad también podía vender.
La industria llevaba tiempo ignorando a un público enorme.
Alanis no pidió permiso.
Tiró la puerta abajo.
Se fue de gira sin parar durante dieciocho meses, incluso compartiendo algunas fechas iniciales con una banda entonces poco conocida llamada Radiohead. Sus directos eran crudos e implacables: sin esconderse, sin barniz.
Al final, Jagged Little Pill había vendido más de 33 millones de copias en todo el mundo.
Se convirtió en uno de los debuts más vendidos de la historia.
En Estados Unidos, la RIAA lo ha certificado con nivel diamante y multiplatino, con 17 millones de unidades.
Durante un tiempo, Alanis también fue la artista más joven en alcanzar una certificación diamante allí, hasta que Britney Spears superó ese récord años después.
Y aun así, el álbum se negaba a desaparecer.
En 2005, Alanis lo regrabó en versión acústica, demostrando que las canciones no dependían de la producción para sobrevivir. En 2018 se estrenó como musical (y más tarde llegó a Broadway), con 15 nominaciones a los Tony, presentando esa música a una generación nueva.
Tres décadas después, no suena viejo.
Suena honesto.
Y la honestidad no envejece.
Esa chica de 19 que se negó a suavizar su dolor lo convirtió en algo permanente.
Demostró que lo específico puede volverse universal.
Que la rabia puede convivir con la sabiduría.
Que la vulnerabilidad puede mover a millones.
A los 21, se quedó en un escenario de los Grammy sin creérselo.
Pero el mundo ya no estaba sorprendido.
Porque Jagged Little Pill no solo triunfó.
Cambió cómo se les permitía sonar a las mujeres.
Y cada artista que desde entonces escribe sin filtros sobre desamor, crecimiento, traición y complejidad sigue cruzando la puerta que ella abrió de una patada… sin pedir perdón.
 
Fuentes: Billboard ("Billboard 200 Chart Moves: Alanis Morissette's 'Jagged Little Pill' Hits 15 Million in U.S. Sales")
Fuentes: RIAA ("Gold & Platinum: 'Jagged Little Pill'")
Fuentes: The Tony Awards ("Jagged Little Pill")
 
De la red... 

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