En el Brasil del siglo XIX, existió un hombre cuyo destino fue diseñado cruelmente por la codicia de sus dueños. Durante más de un siglo, la historia oficial intentó borrar su nombre, pero su sangre era demasiado fuerte para desaparecer y hoy corre por las venas de casi el 30% de la población de un pequeño pueblo en Brasil.
Su nombre era Roque José Florêncio, aunque los dueños de la tierra lo llamaban "Pata Seca". Con una estatura descomunal de 2,18 metros y una genética privilegiada, Roque fue comprado en una feria de Sorocaba, pero su destino no era ser enviado a los campos de café como los demás, fue ser utilizado como una "herramienta biológica".
Guiados por la codicia y falsas creencias genéticas de la época, los hacendados creían que un hombre de su tamaño engendraría la mano de obra perfecta. Así, fue forzado a engendrar hijos para multiplicar el capital humano de la granja, y de esa forma no gastarían mas dinero comprando mano de obra.
Según los registros históricos y la memoria familiar, esta explotación resultó en más de 200 hijos, niños que él vio nacer bajo el yugo de la propiedad ajena. Pero Roque no era solo una estadística, era un sobreviviente. Cuando la esclavitud terminó oficialmente en 1888, él no desapareció. Recibió un pedazo de tierra, se casó con una mujer libre llamada Palmira y construyó una vida desde cero. Su resistencia fue tal que desafió todo pronóstico médico, según cuentan, su certificado de defunción oficial registra que falleció en 1958, a la asombrosa edad de 130 años.
Basado en: Archivos de la Fazenda Santa Eudóxia y Certificado de Defunción oficial (Cartório de Santa Eudóxia, 1958). Contenido informativo e histórico.
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