(Historia real contada por el propio Paul Washer)
Paul Washer es conocido por su predicación dura, directa y confrontativa.
Pero pocos saben que hay un sermón que él mismo ha dicho públicamente que lamenta.
No porque fuera falso.
Sino porque fue predicado sin suficiente quebranto.
Años atrás, Washer predicaba con enorme énfasis en la santidad, el arrepentimiento y la evidencia de una fe verdadera.
Miles escuchaban.
Muchos se removían.
Algunos se convertían.
Pero un día, después de predicar uno de esos mensajes intensos, Washer regresó a casa con una carga insoportable.
No estaba en paz.
En una entrevista y en varias conferencias (HeartCry, Shepherds’ Conference), Washer confesó algo estremecedor:
“Prediqué la verdad…
pero no con suficientes lágrimas.”
Dijo que se dio cuenta de que había hablado de la ira de Dios sin sentir suficientemente el peso del amor de Dios por los perdidos.
No se arrepentía del contenido.
Se arrepentía del espíritu.
Y añadió algo que corta el aliento:
“Puedes predicar la verdad correctamente y aun así deshonrar a Dios si no amas a las personas delante de ti.”
Desde ese momento, Paul Washer cambió algo profundo en su ministerio:
Siguió predicando la misma doctrina.
Siguió confrontando el falso evangelio.
Pero comenzó a hacerlo con lágrimas visibles. Con pausas largas. Con oración antes, durante y después.
Con un temor profundo de no “usar” la verdad como un arma.
En otra ocasión dijo:
“No temo predicar cosas duras.
Temo hacerlo sin el corazón de Cristo.”
Porque rompe el estereotipo.
Muchos ven a Washer como: duro, implacable, severo…
Pero esta historia muestra a un hombre que teme más desagradar a Dios que a los hombres, y que entiende que la verdad sin amor puede convertirse en ruido.
No basta con tener razón.
No basta con predicar bien.
No basta con exponer doctrina sólida.
Si no hay lágrimas… si no hay amor…
si no hay temor… podemos estar diciendo la verdad con un corazón que no se parece al de Cristo.
Paul Washer no se arrepiente de la verdad que predica.
Se arrepiente de no haberla predicado como Cristo la predicaría.
Eso… eso es temor de Dios.
Soli Deo Gloria
De la red...
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