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domingo, 8 de abril de 2012

Cuando Dios calla...


Cuando Dios calla... es que está trabajando a nuestro favor.
http://www.youtube.com/watch?v=p6etRRXbfwE&feature=related 


"En este vivir día tras día en busca del Señor, lo que más desconcierta a los caminantes de la fe es el silencio de Dios. 'Dios es aquel que siempre calla desde el principio del mundo: he ahí el fondo de la tragedia', decía Unamuno"-. Ignacio Larrañaga. Muéstrame Tu Rostro

El silencio de Dios causa desconcierto en hombres y mujeres consagrados a Dios. Ignacio Larrañaga, como él sólo lo sabe hacer: Con claridad, profundidad y realismo; describe tres grupos, diferenciados por la manera en que el silencio de Dios afectó su búsqueda de Dios.


Los derrotados por el silencio
"Estos abandonaron definitivamente la vida con Dios y se las arreglaron para vivir como si Dios no existiera. Durante largos años se esforzaron por vivir su fe. Despertaban a medianoche, invocaban a Dios y Dios no respondía. Se levantaban por la mañana, clamaban al Señor; y tenían la impresión de que el Interlocutor estaba lejos, o simplemente no estaba. Cada intento de oración acababa en fracaso. Mil veces sintieron ganas de tirarlo todo por la borda. Mil veces reaccionaron contra esa tentación pensando que, después de todo, lo único que daba sentido a la vida era Dios. Nunca se plantearon formalmente para sí mismos el problema intelectual de la 'hipótesis' Dios. Tenían miedo de encontrarse con el sepulcro vacío.
Hoy día se dan por perdidos. Se sienten en una situación contradictoria y singular: por una parte desean que Dios sea o fuese una realidad real y viva pero lo 'sienten' como muerto. Ante sí mismos no niegan a Dios, menos aún ante los demás. Les gustaría creer. Pero les faltan fuerzas hasta para levantar la cabeza. Les parece que no hay nada que hacer".


Los desconcertados por el silencio
"Durante largos años mantuvieron en alto la antorcha. Hubo una sostenida luna de miel en la que Dios era para ellos una fiesta. Por aquellos años los ideales ondeaban al viento, las renuncias se tornaban en libertades y las privaciones en plenitudes, y ellos sentían que nada les faltaba en este mundo. Fue una época de oro.
Pasaron los años y la noche del silencio comenzó a oprimirlos. Las fuerzas de la juventud fueron esfumándose como en una cuenta regresiva. A estas alturas, el Señor ya no era para ellos aquella fiesta de antaño. La vida fue envolviéndolos y, como por ósmosis, sustrayéndoles el entusiasmo. Durante estos años nunca recibieron una extraordinaria gratuidad infusa de lo alto, una de esas gracias que marca, afirma y confirma en la fe a las almas y las instala en la certeza. La rutina fue invadiendo sus días como una niebla invisible.
Larga, y muy larga fue aquella noche del silencio. Apareció la fatiga que comenzó a hacer mella en los peregrinos. Ellos siguieron desfondándose lentamente hasta que se quedaron casi sin ganas de seguir en el camino...
La palabra más exacta para definir esa situación es ésta: desconcierto.
 "Escondiste tu rostro y quedé desconcertado"-.Salmo 29

 
El síntoma típico de este grupo (además del desencanto) es la nostalgia. Sin pretender y sin poder evitarlo regresan estos desconcertados a los años del primer amor, años en los que el encanto por el Señor revestía todo de belleza y sentido. [...]
Darían todos sus éxitos profesionales actuales por recuperar aquel primer amor, aquel encanto vivo de antaño por el Señor. Lo que más sienten es que perdieron la alegría. Y allá, muy lejos, en alguna región perdida de sí mismos llevan la convicción de que, fuera de Dios, no existe fuente de alegría. Y siempre están dispuestos a reemprender el camino de regreso hacia esa fuente. La mayoría de los desconcertados acaban por recuperar, tarde o temprano, el encanto primitivo".

Los confirmados
"Pero ¿cuál fue la receta secreta que instaló y confirmó a estos creyentes en la fe?
Fue un profundo y universal espíritu de abandono. No resistir sino entregarse, ésa fue la clave de su confirmación. También para ellos Dios fue 'aquel que calla'. Pero nunca se impacientaron, no se irritaron, no se asustaron, nunca exigieron una garantía de credibilidad, una señal que ver, unas muletas para andar. Sin resistir se entregaron una y otra vez, en silencio, al silencio.
Atravesaron largos períodos de aridez y sequedad. No se dejaron abatir por eso. En medio de la más completa oscuridad permanecieron entregados. Les llegaron golpes inesperados que sacudieron su árbol hasta las raíces. No se agitaron, sin embargo. Se abandonaron en silencio al silencio.
Llegaron las crisis. Durante largos períodos el cielo permaneció mudo y el mundo parecía estar gobernado por el absurdo o la fatalidad. No se confundieron por eso ni se desalentaron sino que, atados de pies y manos, se dejaron llevar por la corriente del silencio y de la oscuridad, seguros de navegar en el mar de Dios. La brújula que orientó su navegación fue la certeza. [...]
Si Dios se envuelve en un manto de silencio o se oculta detrás de las nubes, 'con un abandono audaz' lo seguiré mirando aunque nada vea y nada sienta. Aunque me asalten millares de voces que me hablen de ilusión, yo sé que detrás del silencio está él, seguiré mirándolo obstinadamente y con paz. Y aunque en mi nave Dios se quede 'dormido' durante toda mi vida, no importa. Yo sé que 'despertará' en el Gran Día de la Eternidad"-. Ignacio Larrañaga. Muéstrame Tu Rostro

"En el silencio eterno, Dios pronunció la Palabra, y a través de la palabra creó y recreó el mundo. En el principio, Dios pronunció la tierra, el mar y el cielo. Dios pronunció el Sol, la luna y las estrellas. Dios pronunció las plantas, aves, peces, animales salvajes y domésticos. Finalmente, Dios pronunció al hombre y la mujer. Entonces, en la plenitud de los tiempos, la Palabra de Dios, a través de quien todo fue creado, se hizo carne y le dio poder a todo el que cree para convertirse en hijo de Dios. En todo esto, la Palabra de Dios no rompe el silencio de Dios, sino que revela su inmensurable riqueza...
Una palabra con poder es una palabra que proviene del silencio. Una palabra que da fruto es una palabra que surge del silencio y vuelve a él"-. Henri Nouwen. El Camino del Corazón

Tomado de: http://www.palabraselegidas.com/textos/cuando_dios_calla.htm



Silencio...Dios trabajando.

Lecciones aprendidas ante el silencio de Dios

En mi vida he aprendido tres lecciones ante los silencios de Dios:
1. Que no debo perder la paz interior, aunque sufra lo indecible.  Se vale quejarse, pero sin perder la paz interior. Esta es la gran lección del salmista.
“Dios mío, de día clamo, y no respondes,
también de noche, no hay silencio para mí.
¡Mas tú eres el Santo,
que moras en las laudes de Israel!
En ti esperaron nuestros padres,
esperaron y tú los liberaste;
a ti clamaron, y salieron salvos,
en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos” (Sal 22(21), 2-6)
El Salmo 22 (21) nos enseña que no hay que desesperar, no hay que rebelarse contra Dios. Cuando Dios calla es tiempo de más oración, de súplica humilde y confiada.
“Sí, tú del vientre me sacaste,
me diste confianza a los pechos de mi madre;
a ti fui entregado cuando salí del seno,
desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios.
¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca,
no hay para mí socorro!” (Sal 22(21), 10-12)
Si Dios calla en tu vida, te recomiendo que pronuncies pausadamente, con plena conciencia, en actitud abierta y confiada, el Salmo 22.
2. Que debo aceptar mis límites y tener confianza. En la comunicación, el silencio tiene un significado. Y si el silencio viene de Dios puedo tener la certeza de que no puede ser más que un gesto de amor, algo que Él me ofrece para mi bien. En Dios el silencio no puede significar rechazo o desinterés, simplemente Dios no puede hacerme una cosa así.
El silencio de Dios se convierte para mí en un reclamo para que yo guarde silencio, que acepte que hay algo de Dios que no alcanzo a comprender y que aprenda a escucharlo y acoger su voluntad con plena confianza en la Providencia.
Job nos da lecciones estupendas. Él llegó a aceptar que no alcanzaba a comprender muchas cosas que le sucedían y que debía abrazar el Plan de Dios, renunciando a su propia lógica.
“Sé que eres todopoderoso:
ningún proyecto te es irrealizable.
Era yo el que empañaba el Consejo
con razones sin sentido.
Sí, he hablado de grandezas que no entiendo,
de maravillas que me superan y que ignoro.” (Job 42, 2-3)
Y después del silencio de Dios, Job alcanzó el culmen de su relación filial con Dios, hizo experiencia personal de la bondad y del amor de Dios aún en medio del misterio: “Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42, 5)
Esto me hace pensar en lo injustos que somos a veces con Dios: nos quejamos de que nos deja huérfanos cuando somos nosotros los que tantas veces nos comportamos como huérfanos, y Él, nuestro Padre y Hermano querido, allí está esperando pacientemente en silencio en el Sagrario, en nuestro corazón, en el prójimo, en todas partes…
3. Que debo perseverar en oración (cf. Mt 26, 41; cf 1 Tes 5, 17) y ser como el amigo inoportuno que llama a la puerta hasta que abre (cf Lc 18,1-8), con la certeza de que mi Padre me escuchará:
«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc 11, 9-13)

Tarde o temprano escucharás tu nombre

Cuando Dios calla es tiempo de fe y libertad.
“El silencio de Dios, no a pesar, sino precisamente por su complejidad y ambivalencia, es el espacio en el que se juega la libertad y la dignidad del hombre frente al tiempo y frente al Eterno (…), los tiempos de silencio de Dios son los tiempos de la libertad humana.” (Bruno Forte)
Libertad para saber esperar, para optar por el amor sin condiciones. Cuando Dios calla, nos enseña a amar.
El silencio de Dios no es ausencia, es otra forma de estar presente, un lenguaje diferente. Lo que pasa es que somos impacientes y queremos respuestas inmediatas y siempre a nuestro estilo. Algo importante en el amor es aceptar al otro como es. También Dios merece este trato.
Cuando Dios calla es sábado santo. Tarde o temprano (tal vez hasta el día de nuestra muerte), escucharemos la voz tan esperada que nos llama por nuestro nombre, como aquél: “María” (Jn 20,16) de Cristo Resucitado.

Tomado de:  http://www.la-oracion.com/ide-que-converso-con-el/236-ique-hacer-cuando-dios-calla.html

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