
La noche la guitarra y yo,
mojados de notas de bruma
entrelazando sueños, y destellos al mar
mientras le hacemos el amor a las curvas de la fortuna.
A lo lejos fértiles hijos del coral
danzan al ritmo de las cuerdas y el reflejo de la luna
emanando aguaceros con solo mirar
como entrelazamos de noche nuestra locura.
La noche la guitarra y yo,
armonizando cual amantes su pasión
frente a la nada chispoteando sudorosos
los sonidos más profundos y armoniosos en acción.
Un amor quizás algo prohibido
siempre se habrá de prohibir lo desconocido
y una vez vivido la noche la guitarra y yo
en orgasmos culminamos estarcidos.
Cual canto de sirena se hechizó
todo ente que nos prestara su atención
mientras la noche la guitarra y yo
seguimos absortos con nuestra relación.
Y tras la huída de la noche sigo yo
guitarra en mano sudorosa cual mi voz
culminando el ritual encantador
que se repetiría con la siguiente estación.
Y con la luz nace un nuevo canto,
hijo de la noche la guitarra y yo
un canto para dar remanso a los amantes
aludiendo al descanso de un canto itinerante.
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