Aquel que sirve a su prójimo; no importa el cómo, se hace uno en Cristo. Cuando Cristo vino al mundo, vino a servir y no a ser servido; lo demás es añadidura, inclusive las lecciones dolorosas que se pueden evitar con el simple hecho de cumplir con nuestras responsabilidades, especialmente cuando quienes esperan por que se les atienda realmente son los necesitados. Nuestro deber es aportar y hacer lo necesario.

A veces un escrito que condena necesita voces, y un canto de indignación y esperanza puede transfigurarse en la mejor arma que complemente ese escrito.
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