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jueves, 16 de agosto de 2012

La claridad del lobo-. Mark Rowlands

Cuando Mark Rowlands era un joven profesor de filosofía, vivió más de diez años en compañía de un lobo. La observación del animal y la relación que mantuvo con él cambió su visión de sí mismo y del mundo que le rodeaba.

La claridad del lobo  (foto: Mark Rowland y Brenin)

http://www.youtube.com/watch?v=XepEULY5vgo

Ser "simio" es entender el mundo en términos instrumentales: el valor de cualquier cosa depende de lo que esta pueda hacer por el simio. Para el simio la esencia de la vida es evaluar las probabilidades y utilizar los resultados a su favor. El simio ve el mundo como una colección de recursos para satisfacer sus fines. Y aplica este principio a otros simios tanto como al mundo natural, o más.

El simio no tiene amigos, sino aliados. El simio no mira a sus compañeros, sino que los vigila mientras aguarda la oportunidad de sacar partido.

La tendencia a ver el mundo según el beneficio que puede darnos, el pensar en nuestra vida, y lo que pasa en ella, como cosas que pueden ser cuantificadas y calculadas es posible porque existen los simios.  Y de todos los simios, es en nosotros, los humanos, donde esta tendencia se encuentra más desarrollada.

Si miramos con suficiente atención, y si sabemos dónde y cómo mirar, en cada relato narrado por simios también encontramos un lobo. Y el lobo nos dice que los valores del simio son toscos e inútiles. 

Nos dice que lo más importante en la vida nunca es cuestión de cálculo. Nos recuerda que lo que posee verdadero valor no se puede cuantificar ni puede ser objeto de mercadeo. Nos recuerda que a veces hemos de hacer lo que debemos hacer, aunque el cielo se venga abajo.

Todos nosotros, supongo, somos más simios que lobos. En muchos de nosotros el lobo ha sido suprimido casi por completo de la narración de nuestra vida. De nosotros depende dejar morir al lobo. Al final, las intrigas del simio se quedarán en nada: su astucia le traicionará y suerte se agotará.

Entonces descubrirá que es lo más importante en la vida, que no será lo que a conseguido con sus intrigas y su astucia y su suerte, sino lo que queda cuando éstas se han esfumado.

Me llevó mucho tiempo saberlo, pero al final creo haber entendido por qué quería tanto a mi lobo Brenin, por qué lo hecho tanto de menos ahora que no está. Me enseñó algo que mi formación académica no podía enseñarme: que en alguna parte recóndita de mi alma seguía viviendo un lobo. A veces es necesario dejar hablar al lobo que hay en nosotros, silenciar la cháchara incesante del simio.

Mark Rowlands reflexiona sobre sus vivencias con el lobo Brenin en su obra "El filósofo y el lobo", editada por Seix Barral.

Rowlands asegura que en algún lugar recóndito de nuestra alma pervive el recuerdo del lobo que alguna vez fuimos. Y el filósofo quiere ayudar a que esto aflore en sus lectores, mostrando lo que él mismo aprendió del lobo BreninEl filósofo y el lobo con el que compartió su vida. Con él descubrió una nueva forma de entender la amistad, la felicidad y la justicia, y comprendió cómo ser mejor persona basándose en el amor y la infinita ternura. En las páginas de este libro -que es una historia real- se mezclan las enseñanzas de los filósofos con las del lobo, dando a entender que tanto humanos como lobos somos hermanos y nos queda mucho que aprender de ellos. Las reflexiones son sencillas, a la vez que profundas, como se aprecia en los pensamientos de Rowlands: “Lo más importante en tu vida es la persona que eres cuando tu suerte se acaba”, “La esperanza es el vendedor de coches de ocasión de la existencia humana: tan amable, tan verosímil. Pero no se puede confiar en él”, o “Nuestros mejores momentos son aquellos en los que somos mejores, y a menudo hace falta algo terrible para que seamos así”.

Aqui compartimos frases sueltas sobre Mark y Brenin:
(Tomadas de http://ecosofia.org/2009/08/el_filosofo_y_el_lobo.html)
  • "Los lobos pueden hablar. Y, lo que es más, nosotros podemos entenderlos. Lo que no pueden hacer es mentir, y por eso no tienen cabida en una sociedad civilizada. Un lobo no puede mentirnos, ni tampoco un perro. Por eso nos creemos mejores que ellos."
  • "Un lobo perdonará y olvidará deprisa, pero un simio obra con premeditación y no se aplaca tan fácilmente. El simio es despiadado con sus semejantes de un modo que el lobo no lo es ni podrá serlo nunca."
  • "De nuevo habíamos salido a correr... Dejamos atrás el parque Lee Valley y nos dirigimos hacia los pastos de vacas que flanqueaban el río. La mayoría de la gente cree que las vacas son criaturas imperturbables y torpes, que se pasan la vida quietas mascando y observando. Brenin y yo sabíamos que no era así. A veces, cuando el sol es el adecuado y el viento lleva consigo la promesa del verano, las vacas olvidan lo que son -en lo que les han convertido diez milenios de cría selectiva- y bailan y cantan para celebrar lo que significa estar vivas un día así."
  • "Si no podemos juzgar a otros animales -si la idea de que somos objetivamente mejores que ellos carece de un sentido coherente-, siempre podemos admirarlos. Y nuestra admiración vendrá determinada y guiada por la certeza, por sombría que sea, de que ellos tienen algo de lo que nosotros carecemos. A menudo lo que más admiramos en otros es aquello de lo que carecemos. Así que ¿de qué carecía este simio para admirar de tal modo al lobo que corría a su lado? Había una belleza que me era imposible emular. El lobo es arte en su manifestación más elevada, y no se puede estar en su presencia sin que ello le levante a uno el ánimo. Estuviera del humor que estuviese cuando empezábamos nuestra carrera diaria, ser testigo de esa belleza silente, fluida, me hacía sentir mejor. Me hacía sentir vivo. Y, lo que es más importante, cuesta estar junto a una belleza así sin querer parecerse a ella."
Tomado de:
Revista Cuerpomente No. 233. Meditamundo Pág. 98. 
http://jordifeiner.blogspot.com/2011/09/la-claridad-del-lobo.html
http://ecosofia.org/2009/08/el_filosofo_y_el_lobo.html

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