La verdadera paz solo proviene de la oración, la oración es el único medio seguro para llegar a Dios, hacernos uno con El, y así discernir qué espera El de nosotros y cómo vamos en el trayecto. Al saber cómo vamos podremos tomar las decisiones más acertadas, al saber tomar nuestras decisiones y contar con Dios es cuando confirmamos si El puede confiarnos más. Solo entonces El nos bendecirá con lo que queremos, de otra manera solo nos bendecirá con lo que necesitamos.
Dios siempre bendice, pero su bendición va atada a nuestros lazos con El, si vamos por buen camino nos dará todo lo que pidamos, si nos conviene. Si no vamos por buen camino, o simplemente nos descuidamos, pues nos bendecirá con lo que necesitemos para volver a la senda correcta, siempre bendice. La diferencia está en saber apreciar sus bendiciones, discernir lo que nos desea comunicar día tras día.
La verdadera fortaleza solo proviene de nuestra debilidad, la cual nos lleva a la oración, la cual nos lleva a la fe, la cual nos brinda esperanza, la cual nos da fuerzas para proseguir.
La verdadera valentía suele provenir del miedo, del miedo a perder nace la fortaleza y el hombre de su nada saca fuerzas y opta por luchar.
Al igual que el amor; la valentía es una decisión. Podríamos decir que la diferencia entre ambas es que el amor simplemente fluye y luego se compromete el ser humano con el mismo amor. La valentía de lo contrario es una decisión que se toma; a veces instintivamente, por miedo a perder o a ver afectado algo que uno ama. De todas maneras van atados el amor y la valentía al igual que el hombre con Dios.
El amor es cosa de valientes, la verdadera valentía nace de un amor arraigado, profundo, hermoso, verdadero. Podríamos decir que la valentía solo es capaz de echar raíces donde existe un profundo amor.
Fruto del amor es el compromiso, y del compromiso con el amor se hacen los hombres valientes. El hombre valiente no nace, lo hacen el miedo y el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario