En La República, el diálogo donde diseña la ciudad ideal y el alma justa, el filósofo afirma que la música —la mousiké— tiene un poder educativo más profundo que la ley escrita. No se trata sólo de sonidos: mousiké integraba ritmo, armonía y palabra, un arte total que abarcaba música, poesía y danza como unidad formativa del ser humano.

1. Ritmo (rythmós): orden temporal que estructura la danza, la poesía o el canto. Platón creía que ciertos ritmos fortalecen el alma y otros la perturban.
2. Armonía (harmonía): proporciones matemáticas entre sonidos. Inspirado por Pitágoras, Platón sostenía que las escalas musicales reflejan el orden invisible del cosmos.
3. Palabra (lógos): contenido ético de los textos cantados o recitados. La poesía debía exaltar la virtud, nunca glorificar el vicio.
Para Platón, el arte debía educar en virtud, no fomentar el desorden. No todo mito era aceptable. No toda poesía era digna. La mousiké tenía el deber de formar ciudadanos templados, valientes y justos. “El ritmo y la armonía penetran en lo más profundo del alma” (República, III, 401d).

Lo fascinante del pensamiento platónico es que la armonía musical no era simplemente estética: era ética. Las proporciones musicales bien ordenadas (como las del modo dórico) generaban almas equilibradas, capaces de dominar sus pasiones. En cambio, las escalas inestables (como el modo lidio) producían carácter blando, inconstante, fácilmente corrompible.
Esta visión —donde la música modela directamente el alma— convierte al arte en un instrumento político. Platón lo dice sin ambages: la música que se escucha en una ciudad determina su destino. Si es noble y ordenada, los ciudadanos serán justos. Si es caótica o relajada, la polis se desmoronará.
> “𝐋𝐚 𝐢𝐧𝐧𝐨𝐯𝐚𝐜𝐢ó𝐧 𝐦𝐮𝐬𝐢𝐜𝐚𝐥 𝐞𝐬 𝐩𝐞𝐥𝐢𝐠𝐫𝐨𝐬𝐚; 𝐭𝐨𝐝𝐚 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐢𝐭𝐮𝐜𝐢ó𝐧 𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐚𝐛𝐥𝐞 𝐬𝐢 𝐥𝐚 𝐦ú𝐬𝐢𝐜𝐚 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐫𝐫𝐨𝐦𝐩𝐞.” (República, IV, 424c)

Pero hay aún más profundidad. Para Platón, la música verdadera es una preparación para las matemáticas del alma. A través del estudio de sus proporciones, el filósofo se entrena para reconocer la armonía que rige el universo: desde las órbitas planetarias hasta la idea de Justicia.
Así, la música no es solo audible. Es la antesala de la Filosofía. El puente entre el cuerpo y el alma. La puerta hacia lo eterno. La disciplina que educa no solo el oído, sino el corazón.
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Platón, La República, libros II, III y IV.
West, M. L. Ancient Greek Music. Oxford University Press, 1992.
Jaeger, W. Paideia: los ideales de la cultura griega. Fondo de Cultura Económica, 2003.
Guthrie, W. K. C. A History of Greek Philosophy, Vol. IV. Cambridge University Press, 1975.
Barker, A. Greek Musical Writings. Cambridge, 1989.
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— Violabook
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