Hace decenas de miles de años, no éramos los únicos humanos en la Tierra. Junto a nuestros antepasados directos, Homo sapiens, había al menos otras cinco especies humanas - Neandertales, Denisovans, Homo floresiensis ("hobbits"), Homo naledi y Homo erectus. Cada uno estaba adaptado exclusivamente a su entorno, con sus propias herramientas, estrategias de supervivencia e incluso expresiones culturales.
Los neandertales, por ejemplo, enterraron a sus muertos y crearon arte simbólico. Los Denisovans dejaron atrás rastros en nuestro ADN, influyendo en los rasgos de los humanos modernos. Homo floresiensis, de apenas un metro de altura, prosperaron en islas remotas. Homo naledi tuvieron un comportamiento sorprendentemente complejo a pesar de sus pequeños cerebros, y el Homo erectus, una de las especies de más larga vida, dominó el fuego y la migración. Sin embargo, con el paso del tiempo, todos excepto el Homo sapiens desaparecieron - probablemente debido a los cambios climáticos, la competencia por los recursos y posiblemente la mezcla. Hoy, somos los únicos sobrevivientes de un árbol genealógico humano que alguna vez fue diverso, llevando fragmentos de su legado dentro de nosotros.
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