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miércoles, 22 de mayo de 2013

El necio y el sabio...

Un necio consciente de su necedad es por tal razón un hombre sabio, pero el necio que piensa que es un sabio es verdaderamente un necio.

el sabio y el necio

Tres personas iban caminando por un bosque: un sabio con fama de hacedor de milagros, un rico terrateniente del lugar y, detrás de ellos y escuchando la conversación, un joven alumno del sabio.
Aprovechando la presencia del sabio, el poderoso terrateniente le dijo:

Me han contado en el pueblo que eres muy poderoso, que incluso puedes hacer milagros.

El sabio le respondió:

Soy una persona vieja y cansada. ¿Cómo crees que podría hacer milagros?

El hacendado insistió:

Me han contado que sanas a los enfermos, restituyes la vista a los ciegos y vuelves cuerdos a los locos.
Esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso.

El sabio repuso:

¿Te referías a eso? Pues bien, tú lo has dicho:
esos milagros sólo los puede hacer alguien muy poderoso, no un viejo como yo.
Esos milagros los realiza Dios;
yo sólo pido que se conceda un favor para el enfermo.
Todo el que tenga la fe suficiente en Dios puede hacer lo mismo.
El hombre con fortunas materiales le pidió:

Quiero tener la misma fe para poder realizar los milagros que haces.
Muéstrame un milagro para que pueda creer en tu Dios.
Esta mañana, ¿volvió a salir el sol? -le preguntó el sabio.
¡Sí, claro que sí!
Pues ahí tienes un milagro. El milagro de la luz.
No, yo quiero ver un VERDADERO milagro -protestó el hombre rico-:
oculta el sol, saca agua de una piedra. Mira:
hay un conejo herido junto al camino.
Tócalo y sana sus heridas.

El sabio le volvió a preguntar:

¿Quieres un verdadero milagro?
Bien. ¿No es verdad que tu esposa acaba de dar a luz hace algunos días?
¡Sí! A un varoncito, que es mi primogénito.
Ahí tienes el segundo milagro.
El milagro de la vida.
Sabio -replicó el terrateniente-, tú no me entiendes.
Quiero ver un verdadero milagro.

El sabio inquirió plácidamente :

¿Acaso no estamos en época de cosecha?
¿No hay trigo y sorgo donde hace unos meses sólo había tierra?
Sí -respondió el hombre rico-, igual que todos los años.
Pues ahí tienes el tercer milagro.
Creo que no me he explicado; lo que yo quiero...

No pudo terminar la frase porque el sabio lo interrumpió:

Te has explicado bien.
Yo ya hice todo lo que podía hacer por ti.
Si lo que encontraste no es lo que buscabas, lamento desilusionarte.

Luego de escuchar estas palabras,
el poderoso terrateniente se retiró muy contrariado por no haber conseguido lo que buscaba.
El sabio y su alumno se quedaron parados bajo la espesura del bosque.
Cuando lo vieron perderse en la lejanía, el sabio levantó al conejo,
sopló sus heridas y las heridas desparecieron
El joven estaba algo desconcertado:

Maestro; te he visto hacer milagros como éste casi todos los días.
¿Por qué te negaste a mostrarle uno a ese hombre?
¿Por qué lo haces ahora que no puede verlo?

El sabio demostró su sabiduría, una vez más:

Lo que él buscaba no era un milagro, era un espectáculo,
algo que lo sacudiera de su rutina y le trajera un nuevo motivo de sorpresa a su monótona vida.
Le mostré tres milagros y no pudo verlos.
Para ser rey, antes hay que ser príncipe;
para ser maestro antes hay que ser alumno.
No puedes pedir grandes milagros
si no has aprendido a valorar los pequeños prodigios cotidianos.
El día en que aprendas a reconocer a Dios en ellos,
ese día comprenderás que no necesitas más milagros que los que Dios te da todos los días,
sin que tú se los hayas pedido.



autor desconocido


Un sabio hindú, estaba delante de una pared en la que había un agujero
y decidió probar la inteligencia de los que pasaban por allá.

Pasó la primera persona y le invitó a meter la mano por el agujero
y le preguntó si sabía lo que se ocultaba tras la pared.
La persona le contestó, tras meter el brazo que lo que allí se escondía era un espada.

Pasó una segunda persona,
y tras meter el brazo contestó, que era un abanico lo que había detrás de la pared.

La tercera persona,
contestó convencida que lo que había tocado era otra pared.

Una cuarta,
respondió que estaba absolutamente seguro que aquello era un tronco.

Por último,una quinta persona,
señaló que estaba claro que lo que se escondía detrás de la pared era una serpiente.

El sabio les respondió , que ninguno de ellos tenía razón,
que lo que se ocultaba detrás de la pared era un elefante.

La primera persona que contestó que aquello era una espada,
había tocado un colmillo,
la segunda, había tocado una oreja,
y pensó que era un abanico,
la tercera, tocó el cuerpo del elefante y pensó que era otra pared,
la cuarta, al tocar una pata, pensó que era un tronco,
y la quinta, pensó que era una serpiente cuando lo que tocó fue la trompa del elefante.



que nos quiere enseñar esta historia.


Se trata de tomar conciencia de los diferentes puntos de vista que tienen las personas
y de cómo, en algunas ocasiones, estamos convencidos de poseer la verdad cuando no es así.
Lo ideal es que todos nos respetemos
aunque opinemos de distinta manera sobre alguna cosa concreta.


Hay que respetar el derecho de todo ser humano a tener su propia opinión.
Que se comprenda que el que otra persona opine de diferente forma
no significa que no podamos llevarnos bien con ella.
Que el atender la opinión de la otra persona
puede enriquecer nuestra propia opinión sobre un hecho.


Cuando el sabio oye hablar del camino,
trata de vivir en armonía con él.
Cuando el hombre medio oye hablar del camino
sólo lo comprende en parte.
Cuando el necio estudia el camino
se rie de él
Sin embargo, si el necio no se riera,
no sería el camino.
Por lo tanto, si buscas el camino
escucha la risa de los necios.



Tao Te King de Lao Tse,


Solo la luz puede disipar la oscuridad:
el amor es luz, la luz de tu ser, y el odio es la oscuridad de tu ser.

¿Cómo se hace entrar la luz?
Quédate en silencio, sin pensamientos, consciente, alerta, atento, despierto;
así es cómo la luz entra dentro de ti.
En el momento en que estés alerta, consciente, no podrás hallar odio.

Son experimentos para realizar; no solo palabras que entender, sino experimentos para llevar a cabo.

Intenta odiar a alguien conscientemente y verás que es imposible.
O bien desaparece la consciencia, en cuyo caso puedes odiar; o si eres consciente, el odio desaparece.

No pueden existir juntos. La luz y la oscuridad no pueden existir juntos.
La luz y la oscuridad no pueden existir juntas;
porque la oscuridad no es nada más que ausencia de luz..


autor desconocido



¿Oye abuelito? ¿Cuál es la diferencia entre un sabio y un necio?
-preguntó un niño a su abuelo mientras se dirigían a la banca de un parque
para comerse un sabroso helado.

El buen anciano sonrió y mirando a su nieto le dijo:

Cuando el sabio comete un error dice: “Me equivoqué”, y corrige.
El necio responde: “No fue culpa mía” y busca responsabilizar a otros.

Ante la adversidad, el sabio piensa: “Algo he de aprender de esto”.
El necio grita: “¡Qué mala suerte! ¿Por qué a mí?”.

Ante los resultados no tan esperados de sus actos, el sabio afirma: “Depende de mí y con esto trabajo”.
El necio exclama: “Es la mala vibra de los otros”.

Frente al trabajo, el sabio lo asume pasionadamente y se entrega con dedicación.
El necio se queja: “¡Estoy muy ocupado, no tengo tiempo para nada!”.

El sabio enfrenta los desafíos.
El necio se evade diciendo: “Tengo otras cosas más importantes qué hacer”.

El sabio da su palabra y la cumple.
El necio promete, construye castillos en el aire, pero no hace nada.

Ante los retos, el sabio dice: “Puedo mejorar”.
El necio se justifica diciendo: “No soy tan malo como otros que conozco”.

El sabio escucha al otro, lo comprende y después responde.
El necio sólo piensa en que lo suyo es más importante.

Ante alguien que sabe más, el sabio lo respeta y busca aprender de él.
El necio siente envidia y piensa en los defectos que puede encontrarle.

Cuando hay complicaciones, el sabio busca una mejor forma de hacerlo.
El necio se conforma pensando: “Así se ha hecho siempre y no hay de otra”.

El niño escuchó con profunda admiración a su abuelo,
y cuando se terminaron su helado, le dijo:
“¿Sabes que veo abuelito?”
“Dime lo que ves”, -contestó el anciano.

“Que tengo un abuelito sabio”.

* Atiende más a la mirada del sabio que al discurso del necio.

El sabio no dice lo que sabe, y el necio no sabe lo que dice.
Proverbio Chino



"Voy a hacer una pregunta" dijo el Rey Melienda al venerable Nagasena.
"¿Puede contestar?"..
Nagasena dijo: "Porfavor haga su pregunta".
Dijo el Rey: "Ya he preguntado".
Contestó Nagasena: "Ya he respondido".
Dijo el Rey: "¿Qué respondió?".
Nagasena dijo:"¿Qué preguntó?".
El Rey dijo:"No pregunté nada".
Nagasena dijo:"No respondí nada".
Historia Zen

Un lecho dorado no alivia al enfermo,
ni los bienes cuantiosos hacen sabio a un necio.
(Barón de Holbach)
Un necio consciente de su necedad es por tal razón un hombre sabio,
pero el necio que piensa que es un sabio es verdaderamente un necio.


La mayor sabiduría que existe es conocerse a uno mismo.
Galileo Galilei (1564-1642) Físico y astrónomo italiano.
Una cosa es saber y otra saber enseñar.
Marco Tulio Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano.

Daría todo lo que sé, por la mitad de lo que ignoro.
René Descartes (1596-1650) Filósofo y matemático francés.

Quiero saberlo todo. Y siempre me encuentro como antes, triste como la vida y resignado como la sabiduría.
Giovanni Papini (1881-1956) Escritor italiano.

Saber y saberlo demostrar es valer dos veces.
Baltasar Gracián (1601-1658) Escritor español.

La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia.
Sócrates (470 AC-399 AC) Filósofo griego.

Cada día sabemos más y entendemos menos.
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

Todo hombre es tonto de remate al menos durante cinco minutos al día. La sabiduría consiste en no rebasar el límite.
Elbert Hubbard (1856-1915) Ensayista estadounidense.


Tomado de: http://www.anundis.com/profiles/blogs/el-necio-y-el-sabio

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