En una época donde la poliomielitis paralizaba a miles de niños cada año, un médico tomó una decisión que cambiaría la historia… no solo de la medicina, sino de la humanidad.
Albert Bruce Sabin nació en 1906, en Białystok, Polonia. Judío de origen, emigró a Estados Unidos donde se nacionalizó, se formó como médico y dedicó su vida a la investigación viral.
A mediados del siglo XX, mientras otros competían por patentes y prestigio, Sabin desarrolló una vacuna oral contra la polio —fácil de administrar, efectiva y segura— que sería clave para erradicar la enfermedad en muchos países.
Cuando llegó el momento de decidir, Sabin lo tuvo claro:
«Muchos insistieron en que patentara la vacuna, pero no quise. Este es mi regalo para todos los niños del mundo».
Renunció a cualquier ganancia. Gracias a su decisión, entre 1959 y 1961, millones de niños fueron vacunados en Europa del Este, Asia y otras regiones. En Italia, su vacuna fue autorizada en 1963 y obligatoria en 1966, erradicando la polio del país.
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