Chela vendía boletos, pegaba carteles, organizaba tocadas clandestinas y hasta corría a los gorilas que intentaban censurar al grupo. Era la fuerza invisible detrás del escenario. Pero también la voz firme que lo empujaba a no rendirse.
Cuando nació El Tri y Alex se volvió leyenda del rock mexicano, ella ya estaba ahí, desde antes de la fama, desde antes del himno que sería Triste canción. En realidad, muchas de esas letras nacieron en la sala de su casa, entre peleas, abrazos y noches sin dormir.
Chela fue su representante, su manager, su socia, su todo. Durante más de 50 años han recorrido juntos cada escenario, cada gira, cada hotel. Él canta con la voz rasposa de la calle. Ella organiza todo lo demás.
No hay chismes. No hay escándalos. Solo una historia de amor que se volvió rocanrol.
Porque mientras otros se pierden en el ruido,
Alex y Chela aprendieron a vivir al ritmo de un mismo corazón… y una guitarra distorsionada.
De la red.
No hay comentarios:
Publicar un comentario