Ya nada es lo que era,
nuevos paisajes, nuevas fronteras,
delimitando mis gestos, mis costumbres.
Otra lumbre iluminará mis versos,
otros muertos mis soledades,
otras felicidades mis fiestas,
otras dudas mis certezas.
Ya nada es lo que era.
Me tendré que acostumbrar
a esta fría soledad
como un viejo con días contados a su enfermedad.
Y nombrarte o esperarte en un café,
y padecer otro principio,
y volver a los sitios en que me has abandonado,
y ser asesinado
allí donde te amé.
Ya sólo me queda
la vacía pena
del viajero que regresa.
Estoy tan perdido,
soy el asesino
de tantas primaveras.
Ya nada es lo que era.
Ya nada es lo que era,
recorreré las aceras
buscando una luz que me recuerde a ti.
¿Quién me acompañará ahora a los Alphaville?
¿Quién hará cicatriz mis heridas?
¿Quién descubrirá mis mentiras?
¿Quién facilitará mi huida?
Y es que ya nada es lo que era.
Ya sólo me queda
la vacía pena
del viajero que regresa.
Estoy tan perdido,
soy el asesino
de tantas primaveras.
Ya nada es lo que era.
Ya nada es lo que era.
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