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domingo, 29 de junio de 2025

No es el final. Es el comienzo (Reflexión).

 

Cuando una ballena muere… no es el final. Es el comienzo.
El cuerpo de una ballena no flota para siempre. Eventualmente, se hunde — lento, silencioso — hacia el fondo del océano.
A esto se le llama un “whale fall” (caída de ballena).
Y allí, en las profundidades, ocurre algo asombroso.
El cuerpo de una sola ballena se convierte en un refugio de vida.
Durante décadas, alimenta a cientos de criaturas marinas: tiburones, cangrejos, pequeños carroñeros y formas de vida únicas que no existen en ningún otro lugar.
De una muerte, nace un ecosistema completo. 🐚✨
De la muerte, brota la vida. Callada. Abundante. Sagrada.
Pero hay más.
Durante toda su vida, las ballenas absorben carbono de la atmósfera.
Y cuando mueren y se hunden, ese carbono se va con ellas al fondo del océano, donde queda atrapado durante siglos.
Incluso en la muerte, ayudan a enfriar un planeta que se calienta.
Incluso en silencio, nos protegen. 
Y mientras viven… cantan.
No con palabras, sino con sonidos tan poderosos que pueden viajar miles de kilómetros bajo el mar.
Las madres cantan a sus crías.
Algunos grupos recuerdan a quienes han perdido.
Otros esperan a los que se quedan atrás.
Sus canciones no son solo comunicación.
Son conexión.
El corazón de una ballena azul es del tamaño de un automóvil pequeño.
Y cuando se sumerge a lo más profundo…
late solo dos veces por minuto.
Como si nos susurrara:
🕊️ Mantén la calma.
Ve profundo.
Muévete con gracia.
Alguna vez, los marineros temieron a las ballenas como monstruos.
Hoy sabemos la verdad:
Son gigantes gentiles.
Guardianes de los océanos.
Portadores de memoria.
Así como los elefantes enseñan compasión en la tierra,
las ballenas la susurran en el agua.
Y ambas nos enseñan:
La grandeza no grita.
Canta.
Guía.
Y cuando llega el momento…
se entrega, convirtiéndose en algo aún más grande.
 
De la red... 

“Siempre preséntate.” (Back to the Future)

“Siempre preséntate.”
Una frase que me dijo un amigo cuando aún trabajaba en las artes.
“No importa qué tan pequeña sea la oportunidad. Siempre preséntate.”

En su momento no me pareció un gran consejo. Era simple. Sincero. Pero esas palabras se me quedaron grabadas.

Recuerdo el día que me llegó un guion. Lo hojeé por encima, sin interés. Estaba cansado, distraído… y no sentí la chispa.

Lo tiré. Literalmente.
Pero entonces, la voz de mi amigo retumbó en mi cabeza:
 “Siempre preséntate.”

Así que lo saqué de la basura, lo leí con calma… y pensé: ¿por qué no?

Semanas después, estaba cara a cara otra vez con Bob Zemeckis.
Y así… comenzó a escribirse la historia.

Volver al Futuro no empezó con magia.
Otro actor tenía el papel principal. Grabamos seis semanas antes de que llegara Michael.
El estudio buscaba algo diferente. Alguien con chispa.

Yo ya había puesto el alma en el Doc Brown.
Volver a empezar desde cero con otro compañero… me aterraba.
No sabía si podría hacerlo de nuevo.

Pero entonces entramos en escena juntos.

Y simplemente funcionó. Al instante. Naturalmente. Como si siempre hubiéramos sido compañeros.

Incluso años después, sin ensayos, podíamos regresar a esos personajes como si nunca hubiéramos parado.
Como accionar un interruptor.
La conexión nunca desapareció.

 Y ahora…

Esa historia sigue viajando en el tiempo.

He conocido a personas que crecieron viendo Volver al Futuro, que se convirtieron en científicos, ingenieros, inventores.
Algunos se enamoraron del cine gracias a ella.
Otros me han dicho que cambió la manera en que pensaban sobre el tiempo, las posibilidades… el futuro.

De todos los papeles que he interpretado,
ninguno ha resonado tanto.
Ninguno ha sido heredado con tanto asombro, de padres a hijos.

Y pensar… que estuve a punto de perderlo.

Una suave lección que quiero compartir,
de parte de mí, Christopher Lloyd:

A veces, los momentos más grandes se esconden dentro de las decisiones más pequeñas.
Así que… siempre preséntate.
Nunca sabes a dónde te puede llevar.

A veces… te lleva de regreso al futuro. 

De la red... 

sábado, 28 de junio de 2025

Hedy Lamarr - "la madre del Wi-Fi"

 

Hedy Lamarr (1914–2000)

Por Colleen Cheslak | 2018

Hedy Lamarr fue una actriz e inventora austriaca-estadounidense, pionera en la tecnología que un día sentaría las bases de los sistemas de comunicación wifi, GPS y Bluetooth actuales. A pesar de su belleza natural, ampliamente vista en la gran pantalla en películas como Sansón y Dalila y Carga Blanca , la sociedad ha ignorado durante mucho tiempo su ingenio inventivo.  

Lamarr era originalmente Hedwig Eva Kiesler, nacida en Viena, Austria, el 9 de noviembre de 1914 en el seno de una familia judía acomodada. Hija única, Lamarr recibió mucha atención de su padre, director de banco y hombre curioso, quien la inspiró a mirar el mundo con los ojos abiertos. A menudo la llevaba a dar largos paseos donde conversaba sobre el funcionamiento interno de diferentes máquinas, como la imprenta o los tranvías. Estas conversaciones guiaron el pensamiento de Lamarr y, con tan solo 5 años, se la podía encontrar desmontando y volviendo a montar su caja de música para comprender su funcionamiento. Mientras tanto, su madre, pianista de concierto, la introdujo en las artes, inscribiéndola en clases de ballet y piano desde muy pequeña. 

La brillante mente de Lamarr fue ignorada, y su belleza cobró protagonismo cuando fue descubierta por el director Max Reinhardt a los 16 años. Estudió interpretación con Reinhardt en Berlín y en 1930 consiguió su primer papel secundario en una película alemana titulada Geld auf der Stra βe ("Dinero en la calle"). Sin embargo, no fue hasta 1932 que Lamarr alcanzó el reconocimiento como actriz por su papel en la controvertida película Éxtasis .

El comerciante de municiones austriaco Fritz Mandl se convirtió en uno de los fanáticos más fervientes de Lamarr cuando la vio en la obra Sissy . Lamarr y Mandl se casaron en 1933, pero la relación duró poco. Ella dijo una vez: "Supe muy pronto que nunca podría ser actriz mientras fuera su esposa... Él era el monarca absoluto en su matrimonio... Yo era como una muñeca. Era como una cosa, un objeto de arte que debía ser custodiado y encarcelado, sin mente, sin vida propia". Era increíblemente infeliz, ya que se vio obligada a hacer de anfitriona y sonreír a petición de los amigos y escandalosos socios comerciales de Mandl, algunos de los cuales estaban asociados con el partido nazi. Escapó de las garras de Mandl en 1937 huyendo a Londres, pero se llevó consigo el conocimiento adquirido en las conversaciones durante la cena sobre armamento en tiempos de guerra.

Durante su estancia en Londres, la suerte de Lamarr dio un giro cuando conoció a Louis B. Mayer, de los famosos estudios MGM. Con este encuentro, consiguió su billete a Hollywood, donde deslumbró al público estadounidense con su gracia, belleza y acento. En Hollywood, Lamarr conoció a diversos personajes peculiares de la vida real, como el empresario y piloto Howard Hughes.

Lamarr salió con Hughes, pero lo que más le interesaba era su afán de innovación. Su mente científica había sido reprimida por Hollywood, pero Hughes ayudó a impulsar el espíritu innovador de Lamarr, dándole un pequeño equipo para usar en su tráiler durante el rodaje. Aunque tenía una mesa de inventos en casa, el pequeño set le permitió a Lamarr trabajar en inventos entre tomas. Hughes la llevó a sus fábricas de aviones, le mostró cómo se construían y le presentó a los científicos responsables del proceso. Lamarr se inspiró para innovar, ya que Hughes quería crear aviones más rápidos que pudieran venderse al ejército estadounidense. Compró un libro de peces y otro de pájaros y observó los más rápidos de cada especie. Combinó las aletas del pez más rápido y las alas del ave más rápida para esbozar un nuevo diseño de alas para los aviones de Hughes. Al mostrarle el diseño a Hughes, este le dijo a Lamarr: «Eres un genio».

Lamarr era sin duda una genio, pues su mente inventiva seguía en constante desarrollo. Una vez dijo: «Mejorar las cosas me sale natural». Creó un semáforo mejorado y una pastilla que se disolvía en agua para producir un refresco similar a la Coca-Cola. Sin embargo, su invento más significativo se diseñó mientras Estados Unidos se preparaba para entrar en la Segunda Guerra Mundial.

En 1940, Lamarr conoció a George Antheil en una cena. Antheil era otra figura peculiar pero inteligente a tener en cuenta. Conocido por sus escritos, bandas sonoras y composiciones musicales experimentales, compartía el mismo espíritu inventivo que Lamarr. Ella y Antheil hablaron de diversos temas, pero una de sus mayores preocupaciones era la inminente guerra. Antheil recordó: «Hedy dijo que no se sentía muy cómoda, sentada en Hollywood y ganando mucho dinero en semejante estado de cosas». Tras casarse con Mandl, adquirió conocimientos sobre municiones y diversas armas que resultarían beneficiosos. Así pues, Lamarr y Antheil comenzaron a experimentar con ideas para combatir a las potencias del Eje.

Ambos idearon un extraordinario sistema de comunicación para guiar torpedos hacia sus objetivos en tiempos de guerra. El sistema consistía en el uso de "saltos de frecuencia" entre ondas de radio, con el transmisor y el receptor saltando a nuevas frecuencias simultáneamente. Esto impedía la interceptación de las ondas de radio, permitiendo así que el torpedo alcanzara su objetivo. Tras su creación, Lamarr y Antheil solicitaron una patente y apoyo militar para la invención. Si bien se le concedió la patente estadounidense n.° 2.292.387 en agosto de 1942, la Armada decidió no implementar el nuevo sistema. El rechazo llevó a Lamarr a apoyar los esfuerzos bélicos con su fama, vendiendo bonos de guerra. Feliz en su país de adopción, se nacionalizó estadounidense en abril de 1953.

Mientras tanto, la patente de Lamarr expiró antes de que viera un solo centavo. Si bien continuó acumulando créditos en películas hasta 1958, su ingenio inventivo aún no había sido reconocido por el público. No fue hasta sus últimos años que Lamarr recibió algún premio por su invento. La Electronic Frontier Foundation otorgó conjuntamente a Lamarr y Antheil su Premio Pionero en 1997. Lamarr también se convirtió en la primera mujer en recibir el Premio Bulbie Gnass al Espíritu de Logro de la Convención de Invenciones. Aunque falleció en el año 2000, Lamarr fue incluida en el Salón Nacional de la Fama de los Inventores por el desarrollo de su tecnología de salto de frecuencia en 2014. Este logro la ha llevado a ser apodada "la madre del Wi-Fi" y otras comunicaciones inalámbricas como el GPS y el Bluetooth.

Tomado de: https://www-womenshistory-org.translate.goog/education-resources/biographies/hedy-lamarr?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es&_x_tr_pto=tc

jueves, 26 de junio de 2025

Quien sobrevive al infierno antes de nacer, no le teme a nada.

 

Nacer, para algunos, es el premio de una batalla brutal que se libra en silencio, en la oscuridad del útero. En ciertas especies de tiburones, como el tiburón toro o el tiburón tigre de arena, el primer aliento no se da al nacer, sino al vencer.

Dentro del vientre materno no hay ternura ni compasión. Los embriones no flotan pacíficamente. Luchan. Compiten. Matan. A medida que se desarrollan, algunos forman antes que los demás un arma letal: dientes afilados. Y con ellos, comienza una masacre silenciosa.

Los más fuertes devoran a sus hermanos no nacidos. Uno por uno. Día tras día. Hasta que solo quedan los más capaces. Los sobrevivientes emergen al mundo ya curtidos en sangre y supervivencia. No son simples crías. Son guerreros.

No hay entrenamiento. No hay aviso. Solo un instinto primitivo que los empuja a ser los primeros y los últimos. La madre no interviene. No puede. Porque esa brutal selección natural ya está inscrita en sus genes.

Así es como nacen estos tiburones. No con ternura, sino con conquista. No rodeados de hermanos, sino sobre sus restos. Porque en su mundo, la vida empieza cuando termina la del otro.

Y así llegan al océano: solos, fuertes, preparados para todo. Porque quien sobrevive al infierno antes de nacer, no le teme a nada.

De la red.

miércoles, 25 de junio de 2025

El trato a los puertorriqueños por parte de la familia Trump.

El trato a los puertorriqueños por parte de la familia Trump.

En 1973, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos demandó a Trump Management, la empresa de bienes raíces de Fred Trump Sr. y Donald Trump, por discriminación racial en sus prácticas de alquiler. La demanda alegaba que la compañía se negaba a alquilar apartamentos a personas afroamericanas y puertorriqueñas, y que las personas blancas que buscaban alquiler eran tratadas con preferencia. Las investigaciones del Departamento de Justicia y los testimonios de empleados revelaron que:
Se utilizaban códigos, una "C" que significaba “persona de color” (colored), para marcar las solicitudes las personas afroamericanos y puertorriqueños.
A estos solicitantes se les decía que no había apartamentos disponibles, mientras que a los solicitantes blancos se les ofrecían apartamentos en los mismos edificios.
Algunos empleados declararon haber recibido instrucciones de Fred Trump Sr para que le mintieran a los puertorriqueños sobre los precios del alquiler o que dijeran que no había apartamentos disponibles.
También se mencionaron prácticas como el uso de contratos de arrendamiento falsos para hacer creer que los apartamentos ya estaban ocupados.
En 1975, los Trump llegaron a un acuerdo con el Departamento de Justicia. Este acuerdo no incluía una admisión de culpabilidad, pero exigía que la empresa implementara medidas para garantizar que los apartamentos se alquilaran sin discriminación racial. Además de las demandas, hay informes y testimonios que sugieren discriminación en las propiedades de Fred Trump. Por ejemplo, en 1983 se informó que dos propiedades de Trump Village seguían siendo más del 95% blancas.

Las guerras mienten (reflexión) - Eduardo Galeano


 Dijo una vez Eduardo Galeano: “Las guerras mienten. Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: ‘yo mat* para robar’. Siempre alegan nobles causas: paz, Dios, civilización, progreso, democracia… Y, por si eso no bastara, ahí están los grandes medios dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar convertir el mundo en un gran manicomio y un inmenso matader*.”

De la red. 

Jesus is God. - YoungHoon Kim

 

South Korean genius YoungHoon Kim has an IQ of 276, currently the highest ever recorded. He recently shared a powerful declaration: “I believe Jesus Christ is God. He is the way, the truth, and the life.”
For YoungHoon, the marriage of quantum mysteries and his faith isn’t a contradiction—it’s a confirmation:
Quantum science opens the imagination to real spiritual truths.
Jesus Christ, as He claims Himself, becomes the center of both cosmic intelligence and divine truth.
In a world where science and faith often feel at odds, YoungHoon reminds us: You don’t have to leave one to embrace the other.
 
- From the network. 

Origen de Superman.


“Inventé a Superman un día después de que enterramos a mi papá. No fue casualidad.” 
 
Yo era un adolescente cuando asesinaron a mi padre en un asalto a su tienda. No tenía superpoderes. No vino nadie a salvarlo. Y eso me marcó de por vida. Esa noche, me encerré en mi habitación y empecé a escribir una historia sobre un hombre invulnerable. Un héroe que sí podía defender a los suyos. Así nació Superman, desde el dolor más profundo. 
 
Pero no fue fácil. Nadie quería publicar mi cómic. Me dijeron que era una locura, que un “extraterrestre con capa” no iba a funcionar. Durante años toqué puertas. Literalmente hambreábamos con Joe Shuster, el dibujante. Nos saltábamos comidas para pagar sobres y estampillas con los que mandábamos nuestros borradores. 
 
Y cuando por fin aceptaron a Superman… nos pagaron 130 dólares. Sí, vendimos los derechos completos por una miseria. Lo peor vino después: ver cómo el personaje se hacía millonario en el mundo… mientras nosotros no teníamos ni para pagar el alquiler. Me deprimí. Luché durante décadas en tribunales para que nos reconocieran como los verdaderos creadores. 
 
Tardaron más de 40 años en darnos algo de justicia. Recién en los años 70, DC Comics empezó a pagarnos una pensión mensual y a poner nuestros nombres en los créditos. Pero para ese momento, Joe ya estaba ciego y vivía prácticamente en la miseria. Nadie vio la historia detrás del héroe. Nadie supo que el verdadero drama… estaba del otro lado del lápiz. 
 
“Todos ven al superhéroe, pero nadie pregunta quién lo dibujó desde el dolor. A veces, los verdaderos héroes son los que resisten en silencio, sin capa y sin reconocimiento.” 
 
– Jerry Siegel

Miedo a nada cual capibara.

 

Dicen que el capibara no le tiene miedo a nada… pero no porque sea valiente.
Es porque no pelea con nadie.
 
No corre.
No grita.
No se altera.
 
Solo camina… como si nada pudiera tocarlo. 
Se mete entre cocodrilos como si fueran viejos amigos.
Pasa al lado de depredadores… como quien va a comprar tortillas.
 
Y nadie lo ataca.
Nadie lo molesta.
Nadie lo toca.
 
Y no porque sea el más fuerte…
sino porque no amenaza a nadie.
No impone respeto con gruñidos, ni con garras, ni con fuerza.
Lo impone con su calma.
Tiene esa energía que desarma.
Esa paz que se contagia.
 
Esa presencia que hace que hasta el más agresivo… se tranquilice.
Y tal vez por eso todos lo buscan:
las aves, los monos, los patos, hasta los depredadores.
Porque estar cerca de un capibara… te baja el ruido de la cabeza.
Y es que no se trata de ser invencible…
sino de ser tan tranquilo, que nadie quiera hacerte daño.
 
El capibara no odia.
No se enoja.
No se mete con nadie.
Solo vive.
En paz.
Sin prisa.
Sin miedo.
 
Y a veces, lo que más falta nos hace no es ser más fuertes…
sino parecernos un poco más a él.
 
—Susana Rangel

jueves, 19 de junio de 2025

El truco económico más antiguo del mundo: hacerte pagar por lo que ya era tuyo

 

El truco económico más antiguo del mundo: hacerte pagar por lo que ya era tuyo
Por Óscar de los Reyes – Búho Freedom
 
Todo empieza con una mentira tan antigua que ya ni parece mentira: la idea de que alguien te está dando algo a cambio de tu trabajo.
Pero lo que realmente sucede es esto:
Te quitan lo que es tuyo, te hacen creer que lo perdiste, y luego te lo venden de nuevo como si fuera un privilegio.
Ese es el truco. El más viejo. El más usado. Y el más invisible.
Hace 5.000 años, los templos sumerios recolectaban parte del grano de cada campesino. No se llamaba impuesto, ni saqueo. Se llamaba “ofrenda”.
El templo lo almacenaba. Años después, en época de hambruna, te devolvían ese mismo grano… pero ahora se llamaba “salvación”.
Era tuyo.
Pero ahora tenía precio.
Y encima, dabas las gracias.
Hoy el truco no usa sacos de trigo, sino horas de vida.
Trabajas 8, 10, 12 horas al día. Entregas tu salud, tu tiempo, tu energía mental. A cambio, te dan dinero. Pero luego ese dinero lo usas para reparar el daño que causó el propio trabajo:
– comida rápida porque no tienes tiempo,
– pastillas para dormir porque no puedes desconectar,
– terapia para soportar al jefe,
– vacaciones exprés para seguir respirando.
Has vendido tu tiempo… para recomprarlo en porciones rotas.
¿Y lo peor? Ni siquiera lo ves.
Porque tu cerebro no está hecho para detectar el truco.
Richard Thaler (1985) lo demostró con la contabilidad mental: tratamos el dinero como compartimentos estancos. No vemos que todo forma parte del mismo ciclo: trabajas para pagar lo que el trabajo te quitó.
Ellen Langer (1975) habló de la ilusión de control: elegimos entre trabajos, sueldos o planes de salud… sin darnos cuenta de que todo el sistema ya está diseñado para exprimirte.
Y Samuelson y Zeckhauser (1988) lo llamaron sesgo del status quo: preferimos aguantar lo malo conocido antes que atrevernos a cuestionarlo.
Este truco no es un error. Es diseño.
El sistema te despoja simbólicamente: te convence de que tu tiempo no vale si no se traduce en productividad. Luego te “devuelve” lo perdido, convertido en mercancía: salud, ocio, desarrollo personal… con IVA.
Te lo han quitado.
Te lo han empaquetado.
Y ahora te lo venden.
Como si fuera suyo.

domingo, 15 de junio de 2025

Carta a Mileva Maric, de su esposo.

La carta era humillante, decía así: 
 
"Te encargarás de que mi ropa esté en orden. Que me sirvan mis 3 comidas regulares al día, en mi habitación. Que mi dormitorio y estudio estén siempre en orden, y que mi escritorio no sea tocado por nadie excepto yo.
Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales.
No solicitarás que:
- Me siente junto a tí en casa...
- Que salga contigo..
-Que viaje contigo.... "
 
Su nombre era Mileva Maric, hija de una familia de terratenientes del imperio Astro-Húngaro que por su gran inteligencia, y por favores a su padre, pudo cursar la secundaria en Austria e ingresar al Instituto Politécnico Federal de Zurich; antes de presentar el examen de ingresó a la carrera de matemáticas, estudió medicina en la Escuela Federal de Berna, Suiza. En una época en que las oportunidades de estudio para las mujeres era muy restringida, finales del siglo XIX, y a pesar de su gran capacidad intelectual, fue vigilada severamente por ser la única estudiante mujer.
 
Fue en el Instituto Politécnico donde conoció a su pareja con la que tendría una hija antes de casarse. Es posible que esa niña haya sido dada en adopción pero no hay claridad sobre su destino.
 
Posteriormente contraen matrimonio y Mileva tiene que abandonar sus estudios para atender a la familia y apoyar a su marido que no alcanza a ganar lo suficiente en la oficina de patentes donde trabajaba y para que éste terminará de elaborar su tesis.
 
Al poco tiempo nació su segundo hijo. Mileva siguió en las labores del hogar y se dedicó a rentar cuartos a estudiantes para apuntalar el sueldo insuficiente de su marido.
 
A seis años de su segundo embarazo nació su tercer hijo con problemas de salud mental. Es cuando su matrimonio se empezó a resquebrajar y su conyugue termina involucrándose con una prima de la familia.
Él decide permitir que ella se quede en casa a cambio de que mantenga las reglas estrictas que se enumera en la carta antes mencionada.
 
A pesar de ser vista como una pareja modelo, no pudo evitarse la separación y divorcio. 
 
Durante su vida matrimonial, él se dedicó a desarrollar una teoría que le permitiría ganar el premio nobel. Hay evidencias que quien planteó las bases de esa teoría fue ella.
 
Tras su separación, Mileva se dedicó por entero a cuidar a su hijos,
 y gracias a ella el mayor de sus hijos pudo concluir los estudios de ingeniería en la misma escuela donde conoció a su marido. Pero Mileva nunca más pudo dedicarse a la ciencia. Murió el 4 de agosto de 1948 en Zurich, Suiza, sumida en la pobreza, siendo sepultada en el cementerio de Northeim Friedhof en Zurich. Tiempo después tuvieron que quitar su lápida porque nadie pagó los impuestos necesarios.
 
El esposo de Mileva Maric se llamaba... Albert Einstein.
 
De la red. 

sábado, 14 de junio de 2025

Método Montessori

 

El método Montessori no surgió con niños dóciles y obedientes, sino con niños considerados "imposibles": enfermos mentales, discapacitados, marginados, desahuciados del sistema educativo, muchos sin el cuidado de sus propias familias. María Montessori, médica psiquiatra, logró transformaciones sorprendentes en ellos gracias a un enfoque basado en la libertad, la confianza y el respeto. Su primera escuela, con niños de barrios pobres, generó tanta admiración que personas de todo el mundo viajaban a Roma para presenciar los "milagros Montessori". Los niños pasaban de la rebeldía a la obediencia voluntaria, del desinterés a la motivación y del desorden a la disciplina, lo que demostraba el poder transformador de su pedagogía.

EL MÉTODO MONTESSORI

https://dspace.itsjapon.edu.ec/jspui/bitstream/123456789/3976/1/El%20Metodo%20Montessori.pdf


Maria Montessori en su vejez rodeada de niños

Montessori es un concepto que nos puede parecer novedoso por la gran difusión que marcas, escuelas, educadores y padres han proyectado durante estos últimos años. Pero esta revolucionaria metodología educativa tiene más de un siglo. Un universo pedagógico de fama internacional creado por la italiana Maria Montessori.

Puede parecer increíble que Maria Montessori, mujer pacifista, progresista y defensora de los derechos sociales, naciera y se educara a finales del siglo XIX en el seno de una familia italiana de clase alta y extremadamente católica. Recibió la estricta educación de un contexto sociopolítico donde la libertad de las mujeres estaba casi limitada a las tareas del hogar.

Su padre Alejandro Montessori, militar de profesión, le aconsejó ser maestra, pero Maria quería cambiar las cosas, quería cambiar el mundo. A sus 14 años empezó a estudiar ingeniería y biología y, en al año 1896 consiguió licenciarse en Medicina, título que poquísimas italianas habían conseguido obtener hasta esa fecha. Maria Montessori siguió estudiando durante toda su vida materias tan diversas como antropología o filosofía y fue pionera en psicología experimental desarrollando incluso su propia clasificación de enfermedades mentales.

La vida de esta joven médico cambió cuando a la edad de 28 años visitó el manicomio y el reformatorio de Roma y quedó horrorizada al ver cómo a los niños internados se les daba un trato tan inhumano. Pequeños sin futuro, abandonados a su suerte y destinados a permanecer recluidos y marginados de por vida. María Montessori decidió que aquello era intolerable y llegó a la conclusión de que la educación de todos los niños, sin diferencia, debía basarse en el amor y en el respeto. Sin saberlo, la joven Montessori estaba gestando una metodología educativa que iba a cambiar el pensamiento de millones padres, educadores, políticos, pensadores y científicos, dando forma a un método revolucionario en el sistema educativo global que se basaría en respetar el autoaprendizaje del niño. 

La vida de Maria Montessori no debió ser fácil en un contexto donde la represión fascista de su país tenía objetivos contrarios a una educación libre, progresista y social y, donde las mujeres dependían del consentimiento de sus maridos para tomar cualquier tipo de decisión profesional. Es por eso que quizá Maria, sin intención de contraer matrimonio, tomara la que sería la peor decisión de su vida. A los 28 años dejó al hijo que tuvo en secreto con su colega de profesión Giuseppe Montesano en manos de una nodriza, un escándalo que de hacerse público hubiera puesto fin a su carrera. Quince años más tarde, Maria recuperó el contacto con su hijo Mario que ya nunca se separó de ella y que heredó su legado difundiendo los ideales de su madre por todo el mundo.


Maria Montessori como profesora infantil al inicio de su carrera

Las penurias y sacrificios valieron la pena y Maria consiguió cambiar radicalmente la visión que los adultos tenían sobre el niño, enseñándoles a abandonar su posición de fuerza y superioridad frente a él. Consiguió que aquella sociedad hermética de principios del s. XX entendiera que el niño era capaz de auto educarse a su propio ritmo. Pero sobre todo, consiguió que esos valores hayan perdurado hasta nuestros días.

Su proyecto pedagógico comenzó con niños desfavorecidos, niños de reformatorios o manicomios excluidos de la sociedad y niños con escasos recursos económicos. En 1907 Maria Montessori abrió en uno de los barrios más pobres de Roma su primera escuela: Casa dei bambini. Algo que más tarde se conocería como “el milagro de San Lorenzo”. Una escuela donde los niños rebeldes e introvertidos se volvieron amables y respetuosos aprendiendo con interés y con entusiasmo cualquier tarea. La Casa dei bambini se convirtió en un centro de investigación donde se educaba a todos los niños con dignidad, libertad e independencia. La sociedad quedó impresionada por los resultados de esta innovadora escuela y a partir de ahí su revolucionario método daría la vuelta al mundo y convertiría a Maria Montessori en un personaje icónico.


Primera escuela creada por Maria Montessori

Hoy, paradójicamente, la mayoría de colegios Montessori se encuentran en zonas lujosas y cuestan una fortuna. A su metodología educativa se adhieren familias con recursos para pagar los elevados gastos de alguna de las miles escuelas Montessori de todo el mundo para que sus hijos reciban una educación exclusiva. Escritores como Gabriel García Marquez y Ana Frank, celebridades como Hillary Clinton, Jaquelin Kennedy o George Clooney y empresarios millonarios como Jeff Bezos, Sergey Brin o Larry Page se han formado en colegios que siguen el método Montessori.

Maria Montessori se inspiró en las innovadoras ideas educativas sobre el autoaprendizaje del médico francés Jean Itard y en los materiales creados por Eduardo Séguin para ayudar al niño a desarrollar sus habilidades. También descubrió los trabajos del pedagogo suizo Pestalozzi que insistía en la necesidad de educar al educador. Tres conceptos pilares del método Montessori.

En 1909 impartiría en Italia el primer curso sobre su metodología y tres años más tarde su fama internacional consiguió que Alexander Graham Bell y su hija invitaran a María Montessori a Estados Unidos para abrir la primera Casa de los niños en el país, formando la American Montessori Association bajo la propia dirección de la hija de Bell.

Tras su distanciamiento con el régimen de Mussolini, en 1934 Maria tuvo que abandonar su país natal y se trasladó a Barcelona y, en 1939 a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a la India con su hijo Mario para aplicar su metodología con niños de primaria. Fue entonces cuando nació su interés por los niños de 0 a 3 años, defendiendo que la educación debía iniciarse desde el nacimiento del niño a través de comunidades infantiles como propuesta para sustituir a las guarderías tradicionales.

 Tras su distanciamiento con el régimen de Mussolini, en 1934 Maria tuvo que abandonar su país natal. En 1952 Maria Montessori se fue para siempre dejándonos un valioso legado universal. Nuestra sociedad se nutre hoy de sus enseñanzas, su pensamiento y sus valores para educar a los niños que, al fin y al cabo, son el futuro de todas las cosas. ¡Bravissimo Maria!  

De la red. 

Cuando la vida nos deja una sola cuerda

Uno de los más grandes violinistas de todos los tiempos, Nicolo Paganini, era un hombre tenaz, luchador y no se rendía fácilmente, tenía la virtud de sacarle a su instrumento las más exquisitas melodías. Aunque algunos lo tenían por extraño, nadie quería perderse la oportunidad de escuchar un espectáculo suyo. Por eso las entradas a sus conciertos se agotaban rápidamente.

El violinista más famoso de la historia

Una noche el público expectante, colmaba el auditorio donde el músico ofrecería un concierto. Paganini entró al escenario y la ilusión se apoderó de los presentes. La orquesta se preparó y él colocó sobre su hombro el violín. La belleza de la música que salía de aquellas cuerdas era indescriptible. Parecía que las notas poseían alas, y volaban bajo el toque de sus dedos encantados. Simplemente un apasionado por la música hacía gala de su ingenio.

Repentinamente se alcanzó a escuchar un ruido extraño. La pasión de Paganini había reventado una de las cuerdas del instrumento. La orquesta y el director se detuvieron, pero él continuó tocando con las tres que le quedaban. Pocos minutos después una segunda cuerda saltó de su lugar y la orquesta volvió a detenerse. Paganini, sin embargo, continuó tocando, completamente concentrado en aquella increíble melodía que nacía de su violín. Aunque le faltaban dos cuerdas, se manejó con las cuerdas que le quedaban. No duró mucho para que ocurriera lo absurdo: quedó con solo una cuerda. La orquesta nuevamente se detuvo, pero… como si nada hubiera ocurrido, Paganini arrancó de aquella solitaria cuerda los más asombrosos sonidos, la música seguía fluyendo y el concierto alcanzó su máxima expresión.

Aquella noche la magia de Paganini se convirtió en leyenda. Ya no era solo un violinista extraordinario, apasionado y tenaz. Había demostrado cómo sobreponerse al más duro revés que podría sufrir un violinista: perder tres de las cuatro cuerdas de su instrumento.

La lección resulta clara: Muchas veces la vida nos deja con una sola cuerda. Perdemos el trabajo, quedamos viudos, somos golpeados por una devastadora enfermedad o sufrimos una pérdida económica. Paganini nos ayuda a entender que aun cuando solamente nos quede una cuerda, podemos seguir sacando con ella las más conmovedoras melodías. Son estas lecciones las que a su tiempo serán la inspiración necesaria que tendrán nuestros hijos al crecer, porque la vida es así, muchas veces solamente nos deja con una sola cuerda y tenemos que seguir tocando la música que late en nuestros corazones. Es más fácil inspirarse cuando hemos visto que nuestros padres lo hicieron primero.

Cuando sienta que se le derrumba todo el mundo, bríndese una nueva oportunidad y continúe caminando. Nunca la vida romperá todas nuestras cuerdas. Aún existe la cuerda de la perseverancia, de la inteligencia, la confianza en Dios, y a nosotros nos corresponde intentarlo una vez más. Elija sacar la mejor de las canciones con la única cuerda que tiene.

La victoria es el arte de continuar, aunque la orquesta se detenga y le aseguro que sus hijos nunca olvidarán la lección aprendida, la cual se convertirá en la más fuerte inspiración cuando tengan que luchar con sus propios sentimientos ante la adversidad. - Sixto Porras


La épica escena cuando Paganini rompe sus cuerdas y continua con su actuación ejecutando solo con una cuerda (película "El Violinista del Diablo").

Sabin y la vacuna contra el polio.

 

En una época donde la poliomielitis paralizaba a miles de niños cada año, un médico tomó una decisión que cambiaría la historia… no solo de la medicina, sino de la humanidad.

Albert Bruce Sabin nació en 1906, en Białystok, Polonia. Judío de origen, emigró a Estados Unidos donde se nacionalizó, se formó como médico y dedicó su vida a la investigación viral.

A mediados del siglo XX, mientras otros competían por patentes y prestigio, Sabin desarrolló una vacuna oral contra la polio —fácil de administrar, efectiva y segura— que sería clave para erradicar la enfermedad en muchos países.

Cuando llegó el momento de decidir, Sabin lo tuvo claro:

«Muchos insistieron en que patentara la vacuna, pero no quise. Este es mi regalo para todos los niños del mundo».

Renunció a cualquier ganancia. Gracias a su decisión, entre 1959 y 1961, millones de niños fueron vacunados en Europa del Este, Asia y otras regiones. En Italia, su vacuna fue autorizada en 1963 y obligatoria en 1966, erradicando la polio del país.

 
Albert Sabin no solo curó una enfermedad. Nos dejó una lección más profunda: que el conocimiento, cuando se comparte sin condiciones, puede convertirse en el mayor acto de amor.
 
De la red. 

miércoles, 11 de junio de 2025

Está en la mente...

Si tuviera alas… sería libre.
Eso pensaba la tortuguita, mirando al cielo.
Veía volar al ave con envidia. Con un anhelo silencioso.
Pero el pajarito, en su sabiduría sencilla, le respondió:
- "La libertad no está en las alas. Está en la mente."
Y ahí, en esa frase, muchos de nosotros podríamos encontrar una verdad que olvidamos.
¿Sabes cuántas veces sentiste que necesitas algo más para ser feliz?
Más tiempo. Más dinero. Más juventud.
Más fuerza. Más “alas”.
Pero… ¿y si no se trata de tener más?
¿Y si la libertad empieza con aceptar lo que eres, lo que tienes y decidir qué hacer con ello?
A veces, lo único que te encierra… es la costumbre de pensar en pequeño.
Hoy, quizás sea buen momento para dejar de esperar alas… y comenzar a volar con la mente.
 
De la red... 

domingo, 8 de junio de 2025

Alex y Chela

 

Cuando Alejandro Lora tenía apenas 18 años y comenzaba a tocar con Three Souls in My Mind en bares de mala muerte, conoció a una chica con mirada fuerte y espíritu rebelde: Celia García, aunque todos terminaron llamándola Chela. No era groupie. Era cómplice. Y desde entonces, nunca se separaron.
Chela vendía boletos, pegaba carteles, organizaba tocadas clandestinas y hasta corría a los gorilas que intentaban censurar al grupo. Era la fuerza invisible detrás del escenario. Pero también la voz firme que lo empujaba a no rendirse.
Cuando nació El Tri y Alex se volvió leyenda del rock mexicano, ella ya estaba ahí, desde antes de la fama, desde antes del himno que sería Triste canción. En realidad, muchas de esas letras nacieron en la sala de su casa, entre peleas, abrazos y noches sin dormir.
Chela fue su representante, su manager, su socia, su todo. Durante más de 50 años han recorrido juntos cada escenario, cada gira, cada hotel. Él canta con la voz rasposa de la calle. Ella organiza todo lo demás.
No hay chismes. No hay escándalos. Solo una historia de amor que se volvió rocanrol.
Porque mientras otros se pierden en el ruido,
Alex y Chela aprendieron a vivir al ritmo de un mismo corazón… y una guitarra distorsionada.
 
De la red. 

El 5%

Un día, un maestro entró a su clase y pidió silencio. Pero nadie le hizo caso.
Insistió una, dos, tres veces… hasta que por fin, logró que todos lo escucharan.
Y entonces, les dijo algo que nadie esperaba.
—Después de muchos años dando clases —comenzó—, me di cuenta de algo:
En cada grupo, solo el 5% de los alumnos hará una diferencia real en el futuro.
Ese pequeño grupo se convertirá en personas brillantes, profesionales que ayudan, que aportan, que cambian las cosas.
¿Y el otro 95%?
—Están solo de paso —dijo con sinceridad—. Vienen, aprueban, tal vez trabajan… pero no dejan huella. No destacan. No construyen algo grande.
Y no importa si son abogados, doctores, maestros o cualquier otra cosa…
Siempre se repite la misma proporción:
De cada 100 personas, solo 5 lo hacen diferente.
El maestro confesó que a veces le hubiera gustado saber desde el inicio quiénes son ese 5%…
Pero no se puede.
Solo el tiempo lo dice.
Aun así, prometió algo:
Seguir enseñando con todo su corazón, por esos pocos que sí escuchan, que sí aprenden, que sí despiertan.
Porque aunque solo un puñado marque la diferencia…
valen más que todo el ruido junto.
✨️Moraleja:
No importa cuántos te escuchen… si lo que enseñas llega al corazón de unos pocos, ya sembraste algo que crecerá.
Porque a veces, solo hace falta un 5% comprometido… para cambiar el 100% del mundo.
 
De la red. 

sábado, 7 de junio de 2025

Somos un híbrido.

Hace apenas unas semanas, un nuevo estudio revolucionario confirmó lo que durante décadas fue una incómoda sospecha entre los arqueólogos: el Niño de Lapedo, cuyos restos fueron hallados en 1998 en una cueva portuguesa, es mucho más que un fósil infantil. Gracias a técnicas de datación molecular de última generación, los científicos han podido establecer con precisión que este niño vivió hace entre 27.800 y 28.500 años. Pero eso no es lo más sorprendente. Lo que ha dejado a la comunidad científica sin aliento es que este pequeño no era un Homo sapiens puro, ni tampoco un neandertal. Era un híbrido. Un niño nacido de la unión de dos especies humanas distintas. Y eso lo cambia todo.

Hasta hace poco, la mayoría de los expertos creía que los neandertales se habían extinguido hace unos 40.000 años, sin dejar descendencia directa. Sin embargo, este nuevo análisis no solo confirma que seguían existiendo miles de años después de su supuesta desaparición, sino que seguían cruzándose con los Homo sapiens modernos. El Niño de Lapedo tenía una mandíbula robusta y piernas cortas, características propias de los neandertales, pero también un cráneo más esférico y un mentón bien definido, como el de los humanos modernos. Estos rasgos mixtos no pueden explicarse por casualidad: son el rastro físico de una hibridación genética.

Y aún hay más. El contexto en el que fue hallado su cuerpo demuestra que nuestros antepasados no solo compartían espacio con los neandertales, sino también creencias espirituales. El niño fue cuidadosamente enterrado, cubierto de ocre rojo, acompañado por huesos de animales y plumas, en lo que parece haber sido un ritual fúnebre simbólico. Esta práctica no era común entre los Homo sapiens del sur de Europa en esa época, pero sí lo era entre los neandertales. ¿Significa esto que también heredamos sus creencias, sus costumbres, su forma de comprender la vida y la muerte?

Este descubrimiento, confirmado en marzo de 2025 por varios equipos europeos de investigación, no es solo un dato curioso. Es una prueba contundente de que el ser humano moderno no es el producto de una evolución lineal, sino el resultado de una compleja mezcla de especies que compartieron territorios, sangre y cultura. Las implicaciones son enormes: si los neandertales no desaparecieron como se creía, sino que se integraron en nuestras poblaciones, entonces parte de su legado vive en nosotros, en nuestro ADN, en nuestras emociones más profundas, incluso en nuestros rituales y nuestra forma de amar, temer o recordar.

Lo más perturbador de todo es pensar que durante años, siglos incluso, la historia oficial nos ocultó esta posibilidad. Se enseñó en escuelas y universidades que los neandertales eran una especie inferior, condenada a extinguirse frente a la supuesta superioridad del Homo sapiens. Hoy, sin embargo, los datos genéticos revelan que todos los humanos no africanos portamos al menos un 2% de ADN neandertal. En otras palabras, somos más ellos de lo que nos gustaría admitir. Y quizás, si escarbamos un poco en nuestras raíces más profundas, entenderemos que lo que llamamos humanidad es en realidad una fusión, un entrelazamiento de vidas, culturas y misterios aún por descubrir.

Si este tipo de hallazgos siguen saliendo a la luz, tendremos que reescribir buena parte de los libros de historia. El Niño de Lapedo no es un caso aislado. Es la punta de un iceberg genético y cultural que apenas estamos empezando a explorar. ¿Qué más nos oculta el pasado? ¿Qué otras verdades incómodas están a punto de emerger de la tierra? La ciencia no deja de avanzar, y cada descubrimiento nos acerca, irónicamente, a nuestros orígenes más salvajes y desconocidos. Pero sobre todo, nos recuerda que la historia humana no es la de una sola especie dominante, sino la de un encuentro: uno que aún resuena, con fuerza, en nuestros propios cuerpo.

De la red... 

viernes, 6 de junio de 2025

Las Letras Que Me Salvaron.

 

“Me pasé 79 años fingiendo que sabía leer… y a los 80, firmé mi primer libro con lágrimas en los ojos.” 

Desde niño, la vida no me dio chance de estudiar. A los 6 años ya trabajaba recogiendo café. Cuando llegaban cartas a la casa, yo me las llevaba al pecho como si entendiera algo… pero por dentro me sentía chiquito. Nunca lo dije. Aprendí a disimular, a sonreír, a decir “ya lo leí”, aunque no supiera ni una letra. Pasé mi juventud viendo libros como objetos sagrados… pero lejanos. 

A los 70, mi esposa murió. Quedé solo con su foto y una libreta donde escribía cosas que yo nunca supe leer. Un día decidí que ya no podía seguir ignorando ese mundo. Me inscribí en una clase de alfabetización para adultos. Era el más viejo del grupo, y al principio me temblaban las manos cada vez que abría un cuaderno. Pero no falté ni un solo día. Una tarde, leí mi primer párrafo en voz alta… y lloré como niño. 

Con el tiempo, empecé a escribir todo lo que había guardado en el alma: historias de campo, de pobreza, de amor, de guerra. A los 80, publiqué mi primer libro: “Las letras que me salvaron”. Me invitaron a una feria de libros… y firmé mi nombre con orgullo. Un anciano campesino que no sabía leer… y que hoy hace llorar a otros con lo que escribe. 

“Nunca es tarde para aprender… porque hay cosas que solo el corazón puede escribir cuando la edad ya no pesa, pero el alma sí.” 

– Don Ignacio Herrera

lunes, 2 de junio de 2025

El mundo necesita más gorriones que halcones.

Todos lo vieron caer. Nadie se acercó. Y cuando gritó por ayuda, solo recibió burlas. Hasta que alguien muy pequeño… decidió quedarse.

Un cuervo se estrelló contra el suelo por una fuerte tormenta. Una de sus alas sangraba y colgaba. Intentó levantarse, pero el dolor era muy intenso. Desesperado, miró hacia el cielo con los ojos llenos de lágrimas.
— ¡Ayuda… no puedo volar! ¡AYUDA!

Una urraca vio al cuervo y se burló:
— ¡JAJA, te lo mereces por orgulloso! Te reías de nosotros, porque podías volar alto, y mírate ahora, dando pena...

Otras aves volaron alrededor, pero miraban al cuervo con desprecio e indiferencia.

El cuervo agachó la cabeza. Estaba solo, hambriento y herido; perdió la fe.

Pero entonces, una vocecita linda surgió de un arbusto:
— Soy pequeño, pero si quieres… puedo ayudarte.

Era un gorrión, diminuto, tímido, tierno. Saltó junto a él, llevando en su pico una migaja de pan seco.

Luego trajo una gota de agua, un poco de hojas secas y preparó un nido junto a las raíces del árbol.

— ¿Por qué haces esto? —preguntó débilmente el cuervo.

— ¡Porque estás vivo! Y porque, si yo hubiera caído, me gustaría que alguien me ayudara.

Pasaron los días. Al principio, el cuervo no podía ni moverse, pero el gorrión no lo abandonó. Lo alimentaba, le contaba cuentos y le cantaba canciones. Y cuando el cuervo pudo extender su ala nuevamente, se sintió feliz de tener a un nuevo amigo, pero tuvo que despedirse y seguir su camino.

La primavera llegó rápidamente. Y un día, mientras el gorrión recogía semillas, un halcón saltó sobre él. El pobre gorrión no pudo escapar.

Pero de pronto, una silueta negra apareció en el cielo. El cuervo, fuerte y majestuoso, se lanzó, extendiendo sus alas con fuerza. Se estrelló contra el halcón, se enfrentó a él y logró que se alejara del débil gorrión.

— Me salvaste... —dijo el gorrión, aun temblando de miedo.

— No, ¡fuiste tú! Fuiste tú quien me salvó primero —respondió el cuervo—. Gracias a ti sé que la bondad puede ser enorme, incluso en el pecho más pequeño.

Recuerda esto:
El mundo necesita más gorriones que halcones.
Más gente que, aunque no tenga mucho, ofrezca todo lo que tiene.
El verdadero héroe no siempre tiene alas enormes; a veces, solo tiene el valor de quedarse cuando todos se van.
Y eso... eso cambia vidas.

Nunca desprecies la ayuda de nadie.
Jamás desprecies la ayuda de nadie.

“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.”
Lo dijo Eduardo Galeano.

Hay gente que tiene poco, pero no duda en compartirlo con sus amigos y con quienes ama.
Esa gente es de otro nivel, es gente buena.

También dicen que, a quien da sin esperar nada a cambio, la vida siempre los bendecirá dándoles el doble o el triple, porque la bondad siempre vuelve.

En esta vida hay gente malagradecida y mala, pero también hay gente que vale la pena ayudar, porque es gente que sabe ser agradecida y decente.
Son nobles y no necesitan que nadie les cobre el favor; les nace del corazón.

Porque, aunque este mundo está lleno de indiferencia,
también hay personas que valen la pena.
Gente que no te cobra el favor.
Gente que te cura el alma. 

De la red...