En este blog compartiré mi música, poemas, reflexiones,y artículos de contenido histórico. También compartiré trabajos de quienes han sido mis maestros, y todo lo que me apasiona en el mundo de la historia, la espiritualidad y de las artes.
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domingo, 15 de junio de 2025
Carta a Mileva Maric, de su esposo.
sábado, 14 de junio de 2025
Método Montessori
El método Montessori no surgió con niños dóciles y obedientes, sino con niños considerados "imposibles": enfermos mentales, discapacitados, marginados, desahuciados del sistema educativo, muchos sin el cuidado de sus propias familias. María Montessori, médica psiquiatra, logró transformaciones sorprendentes en ellos gracias a un enfoque basado en la libertad, la confianza y el respeto. Su primera escuela, con niños de barrios pobres, generó tanta admiración que personas de todo el mundo viajaban a Roma para presenciar los "milagros Montessori". Los niños pasaban de la rebeldía a la obediencia voluntaria, del desinterés a la motivación y del desorden a la disciplina, lo que demostraba el poder transformador de su pedagogía.
EL MÉTODO MONTESSORI
https://dspace.itsjapon.edu.ec/jspui/bitstream/123456789/3976/1/El%20Metodo%20Montessori.pdfMaria Montessori en su vejez rodeada de niños
Montessori es un concepto que nos puede parecer novedoso por la gran difusión que marcas, escuelas, educadores y padres han proyectado durante estos últimos años. Pero esta revolucionaria metodología educativa tiene más de un siglo. Un universo pedagógico de fama internacional creado por la italiana Maria Montessori.
Puede parecer increíble que Maria Montessori, mujer pacifista, progresista y defensora de los derechos sociales, naciera y se educara a finales del siglo XIX en el seno de una familia italiana de clase alta y extremadamente católica. Recibió la estricta educación de un contexto sociopolítico donde la libertad de las mujeres estaba casi limitada a las tareas del hogar.
Su padre Alejandro Montessori, militar de profesión, le aconsejó ser maestra, pero Maria quería cambiar las cosas, quería cambiar el mundo. A sus 14 años empezó a estudiar ingeniería y biología y, en al año 1896 consiguió licenciarse en Medicina, título que poquísimas italianas habían conseguido obtener hasta esa fecha. Maria Montessori siguió estudiando durante toda su vida materias tan diversas como antropología o filosofía y fue pionera en psicología experimental desarrollando incluso su propia clasificación de enfermedades mentales.
La vida de esta joven médico cambió cuando a la edad de 28 años visitó el manicomio y el reformatorio de Roma y quedó horrorizada al ver cómo a los niños internados se les daba un trato tan inhumano. Pequeños sin futuro, abandonados a su suerte y destinados a permanecer recluidos y marginados de por vida. María Montessori decidió que aquello era intolerable y llegó a la conclusión de que la educación de todos los niños, sin diferencia, debía basarse en el amor y en el respeto. Sin saberlo, la joven Montessori estaba gestando una metodología educativa que iba a cambiar el pensamiento de millones padres, educadores, políticos, pensadores y científicos, dando forma a un método revolucionario en el sistema educativo global que se basaría en respetar el autoaprendizaje del niño.
La vida de Maria Montessori no debió ser fácil en un contexto donde la represión fascista de su país tenía objetivos contrarios a una educación libre, progresista y social y, donde las mujeres dependían del consentimiento de sus maridos para tomar cualquier tipo de decisión profesional. Es por eso que quizá Maria, sin intención de contraer matrimonio, tomara la que sería la peor decisión de su vida. A los 28 años dejó al hijo que tuvo en secreto con su colega de profesión Giuseppe Montesano en manos de una nodriza, un escándalo que de hacerse público hubiera puesto fin a su carrera. Quince años más tarde, Maria recuperó el contacto con su hijo Mario que ya nunca se separó de ella y que heredó su legado difundiendo los ideales de su madre por todo el mundo.
Maria Montessori como profesora infantil al inicio de su carrera
Las penurias y sacrificios valieron la pena y Maria consiguió cambiar radicalmente la visión que los adultos tenían sobre el niño, enseñándoles a abandonar su posición de fuerza y superioridad frente a él. Consiguió que aquella sociedad hermética de principios del s. XX entendiera que el niño era capaz de auto educarse a su propio ritmo. Pero sobre todo, consiguió que esos valores hayan perdurado hasta nuestros días.
Su proyecto pedagógico comenzó con niños desfavorecidos, niños de reformatorios o manicomios excluidos de la sociedad y niños con escasos recursos económicos. En 1907 Maria Montessori abrió en uno de los barrios más pobres de Roma su primera escuela: Casa dei bambini. Algo que más tarde se conocería como “el milagro de San Lorenzo”. Una escuela donde los niños rebeldes e introvertidos se volvieron amables y respetuosos aprendiendo con interés y con entusiasmo cualquier tarea. La Casa dei bambini se convirtió en un centro de investigación donde se educaba a todos los niños con dignidad, libertad e independencia. La sociedad quedó impresionada por los resultados de esta innovadora escuela y a partir de ahí su revolucionario método daría la vuelta al mundo y convertiría a Maria Montessori en un personaje icónico.
Primera escuela creada por Maria Montessori
Hoy, paradójicamente, la mayoría de colegios Montessori se encuentran en zonas lujosas y cuestan una fortuna. A su metodología educativa se adhieren familias con recursos para pagar los elevados gastos de alguna de las miles escuelas Montessori de todo el mundo para que sus hijos reciban una educación exclusiva. Escritores como Gabriel García Marquez y Ana Frank, celebridades como Hillary Clinton, Jaquelin Kennedy o George Clooney y empresarios millonarios como Jeff Bezos, Sergey Brin o Larry Page se han formado en colegios que siguen el método Montessori.
Maria Montessori se inspiró en las innovadoras ideas educativas sobre el autoaprendizaje del médico francés Jean Itard y en los materiales creados por Eduardo Séguin para ayudar al niño a desarrollar sus habilidades. También descubrió los trabajos del pedagogo suizo Pestalozzi que insistía en la necesidad de educar al educador. Tres conceptos pilares del método Montessori.
En 1909 impartiría en Italia el primer curso sobre su metodología y tres años más tarde su fama internacional consiguió que Alexander Graham Bell y su hija invitaran a María Montessori a Estados Unidos para abrir la primera Casa de los niños en el país, formando la American Montessori Association bajo la propia dirección de la hija de Bell.
Tras su distanciamiento con el régimen de Mussolini, en 1934 Maria tuvo que abandonar su país natal y se trasladó a Barcelona y, en 1939 a las puertas de la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a la India con su hijo Mario para aplicar su metodología con niños de primaria. Fue entonces cuando nació su interés por los niños de 0 a 3 años, defendiendo que la educación debía iniciarse desde el nacimiento del niño a través de comunidades infantiles como propuesta para sustituir a las guarderías tradicionales.
Tras su distanciamiento con el régimen de Mussolini, en 1934 Maria tuvo que abandonar su país natal. En 1952 Maria Montessori se fue para siempre dejándonos un valioso legado universal. Nuestra sociedad se nutre hoy de sus enseñanzas, su pensamiento y sus valores para educar a los niños que, al fin y al cabo, son el futuro de todas las cosas. ¡Bravissimo Maria!
De la red.
Cuando la vida nos deja una sola cuerda

Una noche el público expectante, colmaba el auditorio donde el músico ofrecería un concierto. Paganini entró al escenario y la ilusión se apoderó de los presentes. La orquesta se preparó y él colocó sobre su hombro el violín. La belleza de la música que salía de aquellas cuerdas era indescriptible. Parecía que las notas poseían alas, y volaban bajo el toque de sus dedos encantados. Simplemente un apasionado por la música hacía gala de su ingenio.
Repentinamente se alcanzó a escuchar un ruido extraño. La pasión de Paganini había reventado una de las cuerdas del instrumento. La orquesta y el director se detuvieron, pero él continuó tocando con las tres que le quedaban. Pocos minutos después una segunda cuerda saltó de su lugar y la orquesta volvió a detenerse. Paganini, sin embargo, continuó tocando, completamente concentrado en aquella increíble melodía que nacía de su violín. Aunque le faltaban dos cuerdas, se manejó con las cuerdas que le quedaban. No duró mucho para que ocurriera lo absurdo: quedó con solo una cuerda. La orquesta nuevamente se detuvo, pero… como si nada hubiera ocurrido, Paganini arrancó de aquella solitaria cuerda los más asombrosos sonidos, la música seguía fluyendo y el concierto alcanzó su máxima expresión.
Aquella noche la magia de Paganini se convirtió en leyenda. Ya no era solo un violinista extraordinario, apasionado y tenaz. Había demostrado cómo sobreponerse al más duro revés que podría sufrir un violinista: perder tres de las cuatro cuerdas de su instrumento.
La lección resulta clara: Muchas veces la vida nos deja con una sola cuerda. Perdemos el trabajo, quedamos viudos, somos golpeados por una devastadora enfermedad o sufrimos una pérdida económica. Paganini nos ayuda a entender que aun cuando solamente nos quede una cuerda, podemos seguir sacando con ella las más conmovedoras melodías. Son estas lecciones las que a su tiempo serán la inspiración necesaria que tendrán nuestros hijos al crecer, porque la vida es así, muchas veces solamente nos deja con una sola cuerda y tenemos que seguir tocando la música que late en nuestros corazones. Es más fácil inspirarse cuando hemos visto que nuestros padres lo hicieron primero.
Cuando sienta que se le derrumba todo el mundo, bríndese una nueva oportunidad y continúe caminando. Nunca la vida romperá todas nuestras cuerdas. Aún existe la cuerda de la perseverancia, de la inteligencia, la confianza en Dios, y a nosotros nos corresponde intentarlo una vez más. Elija sacar la mejor de las canciones con la única cuerda que tiene.
La victoria es el arte de continuar, aunque la orquesta se detenga y le aseguro que sus hijos nunca olvidarán la lección aprendida, la cual se convertirá en la más fuerte inspiración cuando tengan que luchar con sus propios sentimientos ante la adversidad. - Sixto Porras
La épica escena cuando Paganini rompe sus cuerdas y continua con su actuación ejecutando solo con una cuerda (película "El Violinista del Diablo").
Sabin y la vacuna contra el polio.
En una época donde la poliomielitis paralizaba a miles de niños cada año, un médico tomó una decisión que cambiaría la historia… no solo de la medicina, sino de la humanidad.
Albert Bruce Sabin nació en 1906, en Białystok, Polonia. Judío de origen, emigró a Estados Unidos donde se nacionalizó, se formó como médico y dedicó su vida a la investigación viral.
A mediados del siglo XX, mientras otros competían por patentes y prestigio, Sabin desarrolló una vacuna oral contra la polio —fácil de administrar, efectiva y segura— que sería clave para erradicar la enfermedad en muchos países.
Cuando llegó el momento de decidir, Sabin lo tuvo claro:
«Muchos insistieron en que patentara la vacuna, pero no quise. Este es mi regalo para todos los niños del mundo».
Renunció a cualquier ganancia. Gracias a su decisión, entre 1959 y 1961, millones de niños fueron vacunados en Europa del Este, Asia y otras regiones. En Italia, su vacuna fue autorizada en 1963 y obligatoria en 1966, erradicando la polio del país.
miércoles, 11 de junio de 2025
Está en la mente...
domingo, 8 de junio de 2025
Alex y Chela
El 5%

sábado, 7 de junio de 2025
Somos un híbrido.
Hace apenas unas semanas, un nuevo estudio revolucionario confirmó lo que durante décadas fue una incómoda sospecha entre los arqueólogos: el Niño de Lapedo, cuyos restos fueron hallados en 1998 en una cueva portuguesa, es mucho más que un fósil infantil. Gracias a técnicas de datación molecular de última generación, los científicos han podido establecer con precisión que este niño vivió hace entre 27.800 y 28.500 años. Pero eso no es lo más sorprendente. Lo que ha dejado a la comunidad científica sin aliento es que este pequeño no era un Homo sapiens puro, ni tampoco un neandertal. Era un híbrido. Un niño nacido de la unión de dos especies humanas distintas. Y eso lo cambia todo.
Hasta hace poco, la mayoría de los expertos creía que los neandertales se habían extinguido hace unos 40.000 años, sin dejar descendencia directa. Sin embargo, este nuevo análisis no solo confirma que seguían existiendo miles de años después de su supuesta desaparición, sino que seguían cruzándose con los Homo sapiens modernos. El Niño de Lapedo tenía una mandíbula robusta y piernas cortas, características propias de los neandertales, pero también un cráneo más esférico y un mentón bien definido, como el de los humanos modernos. Estos rasgos mixtos no pueden explicarse por casualidad: son el rastro físico de una hibridación genética.
Y aún hay más. El contexto en el que fue hallado su cuerpo demuestra que nuestros antepasados no solo compartían espacio con los neandertales, sino también creencias espirituales. El niño fue cuidadosamente enterrado, cubierto de ocre rojo, acompañado por huesos de animales y plumas, en lo que parece haber sido un ritual fúnebre simbólico. Esta práctica no era común entre los Homo sapiens del sur de Europa en esa época, pero sí lo era entre los neandertales. ¿Significa esto que también heredamos sus creencias, sus costumbres, su forma de comprender la vida y la muerte?
Este descubrimiento, confirmado en marzo de 2025 por varios equipos europeos de investigación, no es solo un dato curioso. Es una prueba contundente de que el ser humano moderno no es el producto de una evolución lineal, sino el resultado de una compleja mezcla de especies que compartieron territorios, sangre y cultura. Las implicaciones son enormes: si los neandertales no desaparecieron como se creía, sino que se integraron en nuestras poblaciones, entonces parte de su legado vive en nosotros, en nuestro ADN, en nuestras emociones más profundas, incluso en nuestros rituales y nuestra forma de amar, temer o recordar.
Lo más perturbador de todo es pensar que durante años, siglos incluso, la historia oficial nos ocultó esta posibilidad. Se enseñó en escuelas y universidades que los neandertales eran una especie inferior, condenada a extinguirse frente a la supuesta superioridad del Homo sapiens. Hoy, sin embargo, los datos genéticos revelan que todos los humanos no africanos portamos al menos un 2% de ADN neandertal. En otras palabras, somos más ellos de lo que nos gustaría admitir. Y quizás, si escarbamos un poco en nuestras raíces más profundas, entenderemos que lo que llamamos humanidad es en realidad una fusión, un entrelazamiento de vidas, culturas y misterios aún por descubrir.
Si este tipo de hallazgos siguen saliendo a la luz, tendremos que reescribir buena parte de los libros de historia. El Niño de Lapedo no es un caso aislado. Es la punta de un iceberg genético y cultural que apenas estamos empezando a explorar. ¿Qué más nos oculta el pasado? ¿Qué otras verdades incómodas están a punto de emerger de la tierra? La ciencia no deja de avanzar, y cada descubrimiento nos acerca, irónicamente, a nuestros orígenes más salvajes y desconocidos. Pero sobre todo, nos recuerda que la historia humana no es la de una sola especie dominante, sino la de un encuentro: uno que aún resuena, con fuerza, en nuestros propios cuerpo.
De la red...
viernes, 6 de junio de 2025
Las Letras Que Me Salvaron.
“Me pasé 79 años fingiendo que sabía leer… y a los 80, firmé mi primer libro con lágrimas en los ojos.”
Desde niño, la vida no me dio chance de estudiar. A los 6 años ya trabajaba recogiendo café. Cuando llegaban cartas a la casa, yo me las llevaba al pecho como si entendiera algo… pero por dentro me sentía chiquito. Nunca lo dije. Aprendí a disimular, a sonreír, a decir “ya lo leí”, aunque no supiera ni una letra. Pasé mi juventud viendo libros como objetos sagrados… pero lejanos.
A los 70, mi esposa murió. Quedé solo con su foto y una libreta donde escribía cosas que yo nunca supe leer. Un día decidí que ya no podía seguir ignorando ese mundo. Me inscribí en una clase de alfabetización para adultos. Era el más viejo del grupo, y al principio me temblaban las manos cada vez que abría un cuaderno. Pero no falté ni un solo día. Una tarde, leí mi primer párrafo en voz alta… y lloré como niño.
Con el tiempo, empecé a escribir todo lo que había guardado en el alma: historias de campo, de pobreza, de amor, de guerra. A los 80, publiqué mi primer libro: “Las letras que me salvaron”. Me invitaron a una feria de libros… y firmé mi nombre con orgullo. Un anciano campesino que no sabía leer… y que hoy hace llorar a otros con lo que escribe.
“Nunca es tarde para aprender… porque hay cosas que solo el corazón puede escribir cuando la edad ya no pesa, pero el alma sí.”
– Don Ignacio Herrera
lunes, 2 de junio de 2025
El mundo necesita más gorriones que halcones.
Todos lo vieron caer. Nadie se acercó. Y cuando gritó por ayuda, solo recibió burlas. Hasta que alguien muy pequeño… decidió quedarse.
Un cuervo se estrelló contra el suelo por una fuerte tormenta. Una de sus alas sangraba y colgaba. Intentó levantarse, pero el dolor era muy intenso. Desesperado, miró hacia el cielo con los ojos llenos de lágrimas.
— ¡Ayuda… no puedo volar! ¡AYUDA!
Una urraca vio al cuervo y se burló:
— ¡JAJA, te lo mereces por orgulloso! Te reías de nosotros, porque podías volar alto, y mírate ahora, dando pena...
Otras aves volaron alrededor, pero miraban al cuervo con desprecio e indiferencia.
El cuervo agachó la cabeza. Estaba solo, hambriento y herido; perdió la fe.
Pero entonces, una vocecita linda surgió de un arbusto:
— Soy pequeño, pero si quieres… puedo ayudarte.
Era un gorrión, diminuto, tímido, tierno. Saltó junto a él, llevando en su pico una migaja de pan seco.
Luego trajo una gota de agua, un poco de hojas secas y preparó un nido junto a las raíces del árbol.
— ¿Por qué haces esto? —preguntó débilmente el cuervo.
— ¡Porque estás vivo! Y porque, si yo hubiera caído, me gustaría que alguien me ayudara.
Pasaron los días. Al principio, el cuervo no podía ni moverse, pero el gorrión no lo abandonó. Lo alimentaba, le contaba cuentos y le cantaba canciones. Y cuando el cuervo pudo extender su ala nuevamente, se sintió feliz de tener a un nuevo amigo, pero tuvo que despedirse y seguir su camino.
La primavera llegó rápidamente. Y un día, mientras el gorrión recogía semillas, un halcón saltó sobre él. El pobre gorrión no pudo escapar.
Pero de pronto, una silueta negra apareció en el cielo. El cuervo, fuerte y majestuoso, se lanzó, extendiendo sus alas con fuerza. Se estrelló contra el halcón, se enfrentó a él y logró que se alejara del débil gorrión.
— Me salvaste... —dijo el gorrión, aun temblando de miedo.
— No, ¡fuiste tú! Fuiste tú quien me salvó primero —respondió el cuervo—. Gracias a ti sé que la bondad puede ser enorme, incluso en el pecho más pequeño.
Recuerda esto:
El mundo necesita más gorriones que halcones.
Más gente que, aunque no tenga mucho, ofrezca todo lo que tiene.
El verdadero héroe no siempre tiene alas enormes; a veces, solo tiene el valor de quedarse cuando todos se van.
Y eso... eso cambia vidas.
Nunca desprecies la ayuda de nadie.
Jamás desprecies la ayuda de nadie.
“Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.”
Lo dijo Eduardo Galeano.
Hay gente que tiene poco, pero no duda en compartirlo con sus amigos y con quienes ama.
Esa gente es de otro nivel, es gente buena.
También dicen que, a quien da sin esperar nada a cambio, la vida siempre los bendecirá dándoles el doble o el triple, porque la bondad siempre vuelve.
En esta vida hay gente malagradecida y mala, pero también hay gente que vale la pena ayudar, porque es gente que sabe ser agradecida y decente.
Son nobles y no necesitan que nadie les cobre el favor; les nace del corazón.
Porque, aunque este mundo está lleno de indiferencia,
también hay personas que valen la pena.
Gente que no te cobra el favor.
Gente que te cura el alma.
De la red...
domingo, 1 de junio de 2025
¿Entonces, para qué sirve leer?
Esa fue la pregunta de un alumno curioso.
Y el maestro… no respondió.
Solo lo miró en silencio.
Pasaron unos días.
Estaban sentados junto a un río.
De pronto, el anciano le dijo:
— Tengo sed. Tráeme un poco de agua... pero usa ese colador viejo que ves ahí en el suelo.
El alumno lo miró desconcertado.
Era un pedido absurdo.
¿Cómo iba a traer agua con un colador lleno de agujeros?
Pero no se atrevió a contradecirlo.
Tomó el colador y lo intentó.
Una vez.
Y otra.
Y otra más…
Corría, llenaba, perdía toda el agua en el camino.
Intentó ir más rápido.
Tapar los agujeros con las manos.
Cambiar de ángulo…
Nada funcionaba.
No podía retener ni una gota.
Agotado, frustrado, se sentó a los pies del maestro y dijo:
— Lo siento. Fracasé. Era imposible.
El maestro lo miró con ternura y le dijo:
— No has fracasado. Mira el colador.
El alumno lo miró.
Y entonces lo notó:
Aquel colador sucio, viejo y ennegrecido… ahora brillaba.
El agua, al pasar una y otra vez, lo había limpiado.

— Así es la lectura.
No importa si no recuerdas todo lo que lees.
No importa si el conocimiento parece escaparse de tu memoria como el agua del colador…
Porque mientras lees, tu mente se limpia.
Tu espíritu se renueva.
Tus ideas se oxigenan.
Y aunque no lo veas, te estás transformando por dentro.

No llenar la memoria…
sino limpiar el alma.