Si usted tiene un pan y yo tengo un euro, y yo voy y le compro el pan, yo tendré un
pan y usted un euro, y verá un equilibrio en ese intercambio, esto es, A tiene un euro y
B tiene pan, y a la inversa, B tiene el pan y A el euro. Este es, pues, un equilibrio
perfecto.
Pero si usted tiene un soneto de Verlaine, o el teorema de Pitágoras, y yo no tengo
nada, y usted me los enseña, al final de ese intercambio yo tendré el soneto y el
teorema, pero usted los habrá conservado.
En el primer caso, hay equilibrio. Eso es mercancía. En el segundo, hay crecimiento.
Eso es cultura.
-Nuestras instituciones actuales han sido creadas en un mundo que ya no existe, al
igual que las políticas. Hay que reinventarlo todo, construir una democracia
participativa para una multitud que es anónima pero individualizada.
-¿Qué es el hombre? Un habitante de esta extrañeza, de esta utopía, consagrado a
los milagros sobre las islas raras del lenguaje, en la mar de la violencia
desencadenada. Su historia corre de lo duro hacia lo blando, en todos los sentidos de
esos dos adjetivos, suave como el aceite y los cuidados del samaritano, el genio del
médico, delicado como la paz, blando como los signos y la lengua, suave a la inversa
de la violencia y de la muerte. Curador. Hablante. Inmortal. Resucitado.
-Refiriéndose a la juventud:
¿Qué literatura, qué historia comprenderán, felices, sin haber vivido la rusticidad, los
animales, la cosecha estival, cien conflictos, cementerios, heridos, gente hambrienta,
patria, bandera sangrienta, monumentos a los muertos... sin haber experimentado el
sufrimiento, la urgencia vital de una moral. - Michel Serres
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