Adela trabajó en un afamado circo de México en la época de la Revolución, ella, junto a su novio, eran la mayor atracción de aquel espectáculo. La chica se paraba contra un muro con las extremidades abiertas y su novio, quien era ciego, lanzaba cuchillos a su alrededor, clavándolos cerca de su cuerpo, pero jamás lastimando a la hermosa modelo. Con el tiempo fue tanta la fama, que aparecieron los celos.
—A mí deberían pagarme más
—dijo el joven lanzador de cuchillos
—. Yo soy la principal atracción del circo. Yo tengo cualidades sobrehumanas. También exijo mayores comodidades.
—Comprende que la situación del país no está para pagar más —refutó el dueño del circo—. Estamos en medio de un conflicto.
—Si no concedes lo que te pido, me voy. Un circo chino hace tiempo me echó el ojo.
—Bueno. Pero haremos ajustes. Quizá podríamos reducir el sueldo a tu novia para pagarte más a ti.
—De acuerdo, además ella no hace nada.
Simplemente pone su cuerpo y yo hago la magia con mis cuchillos.
Una vez dicho lo anterior, el dueño del circo le comunicó a Adela los nuevos ajustes salariales. Ella no estuvo de acuerdo.
—No puede ser —dijo ella—. Yo arriesgo mi vida por él porque lo amo. Yo necesito el dinero.
—Él estuvo de acuerdo, Adela.
—No puede ser —dijo ella.
—Acepta. Será fácil encontrar a otra muchacha que ponga su linda figura… Creo que hasta por menos dinero.
—No, gracias.
Adela tomó el primer tren y se marchó. A la siguiente semana, encontraron a otra mujer. El joven lanzó la primera daga contra la chica, la cual se incrustó en su corazón. La modelo murió al instante.
—¡Asesino! —gritó el padre de la chica—. Tú dijiste que tenías Poderes especiales y que nada pasaría.
La gente del pueblo linchó al lanzador de cuchillos junto al dueño del circo. Lo que nadie sabía, era que Adela poseía los poderes especiales, con los cuales podía desviar objetos metálicos. Ella era la artífice de la fama de su ex-novio. Adela se unió a la Revolución mexicana. Ella era la encargada de desviar las balas cuyo objetivo era llegar a un tal Pancho Villa, historias que cuentan por ahí.
Relato de Servando Clemens.
No hay comentarios:
Publicar un comentario