Sócrates, el mejor filósofo de todos los tiempos, fue en realidad el hombre más odiado de Atenas.
Fue acusado de crueldad y corrupción de los jóvenes.
La corte popular, Elia, lo condenó a muerte: y Sócrates, una de las mentes más brillantes de la historia, murió bebiendo un dobladillo.
¿Pero por qué tanto hype?
Aparentemente Sócrates no estaba haciendo nada peligroso:
hizo preguntas, habló con cualquiera, con nobles, con ciudadanos comunes, con jóvenes.
Pero sus preguntas, en su franqueza, en su simplicidad demolieron las certezas de sus interlocutores, obligándolos a consolarse con el vacío de sus propias certezas, con la incoherencia de su razonamiento.
Les enseñaron a dudar.
Sócrates era un personaje demasiado incómodo con las dudas que inculcó.
Tuvo la audacia de exponer a políticos corruptos y falsos maestros que, creyendo que saben, presumen falsas verdades y falsos conocimientos.
Por eso fue condenado a muerte. Era una amenaza para el status quo, un peligro que debe ser eliminado.
Durante el proceso, Sócrates no quiso arrepentirse ni rogar por clemencia.
Se negó incluso a pedir ayuda de un orador (antisignales de nuestros abogados). ¿Por qué? Porque según Sócrates:
"No puedes usar tu arte retórico jugando con palabras, encantando a la multitud, tal vez mintiendo, incluso si mi vida está en juego.
"La inteligencia es incómoda, esto nos enseña el proceso contra Sócrates.
Las masas quieren ilusiones y no verdad, quieren ser halagados en pocas palabras.
Los hombres inteligentes son avergonzados.
Están prohibidos, ostracizados, despreciados, porque turban el sueño de las masas, cuestionan la autoridad, revelan los engaños de las instituciones.
Tomado de: https://www.facebook.com/photo/?fbid=265017862906015&set=g.615214309475808
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