Se echó al monte la utopía
perseguida por lebreles que se criaron
en sus rodillas
y que al no poder seguir su paso, la traicionaron;
y hoy, funcionarios
del negociado de sueños dentro de un orden
son partidarios
de capar al cochino para que engorde.
¡Ay! Utopía,
cabalgadura
que nos vuelve gigantes en miniatura.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
dulce como el pan nuestro
de cada día!
Quieren prender a la aurora
porque llena la cabeza de pajaritos;
embaucadora
que encandila a los ilusos y a los benditos;
por hechicera
que hace que el ciego vea y el mudo hable;
por subversiva
de lo que está mandado, mande quien mande.
¡Ay! Utopía,
incorregible
que no tiene bastante con lo posible.
¡Ay! ¡Ay, Utopía
que levanta huracanes
de rebeldía!
Quieren ponerle cadenas
Pero, ¿quién es quien le pone puertas al monte?
No pases pena,
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte.
¡Ay! Utopía,
cómo te quiero
porque les alborotas el gallinero.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
que alumbras los candiles
del nuevo día!
Vamos mengana usar la maravilla,
esa vislumbre que no tiene dueño.
Afila tu delirio,
arma tu sueño
en tanto yo te espero en la otra orilla.
Si somos lo mejor de los peores
gastemos nuestro poco de albedrío.
Recupera tu cuerpo
y hazlo mío
que yo lo aceptaré de mil amores.
Qué maravilla
de maravilla
la maravilla.
No hay pie de rey que mida
la maravilla.
Ni balanza que pese
la maravilla.
Qué maravilla
de maravilla
la maravilla.
No hay dinero que compre
la maravilla.
Y ya que estamos todos en capilla
y dondequiera el mundo se equivoca
aprendamos la vida
boca a boca
y usemos de una vez la maravilla.
El milagro de existir...
El instinto de buscar...
La fortuna de encontrar...
El gusto de conocer...
La ilusión de vislumbrar...
El placer de coincidir...
El temor a reincidir...
El orgullo de gustar...
La emoción de desnudar...
y descubrir, despacio, el juego.
El rito de acariciar
prendiendo fuego.
La delicia de encajar
y abandonarse.
El alivio de estallar
y derramarse.
Y el amor...
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