Cual la imagen, así somos ante los ojos de Dios.
Los caminos de Dios no son para valientes ni para cobardes, sino para los que aprenden a confiar en El. Lo valiente y lo cobarde lo define el cómo reaccionamos a los eventos que prepara Dios combinados con las circustancias del diario vivir, pero lo esencial es desarrollar la confianza, que nace con la fe y la experiencia de esa relación humana y a su vez divina.
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