Moisés tuvo un trabajo rutinario, aburrido y predecible. Pastar ovejas en zona desértica.
Saúl buscaba las asnas de su padre que se habían perdido. No iba tras un ministerio y mucho menos tras un reinado que ni siquiera existía en Israel en aquel tiempo. Pero en vez de asnas encontró a un Profeta con una palabra que transformó su rutina y colocó una corona sobre su cabeza.
Eliseo araba la tierra con sus yuntas de bueyes hasta que Elías colocó su manto sobre sus espaldas. Se acabó el arado y los bueyes. Dios invadió su rutina en un día ordinario para empezar a caminar en un mundo extraordinario.
Pedro trabajaba en sus redes cuando Jesús se presentó. Y de pescar peces destinados a la muerte, se convirtió en pescador de hombres destinados para vida.
Estés donde estés. Haciendo lo que estás haciendo. Lavando platos, arreglando autos, cuidando ancianos, atendiendo clientes, consultando enfermos, expandiendo el negocio, cuidando niños...¡haciendo lo que sea!.
NADA DETIENE A DIOS CUANDO DECIDE INTERRUMPIR TU RUTINA Y DARLE UN GIRO TOTAL A TU DESTINO.
¡Y será de repente!. - Rubén Arroyo
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