Sólo el diálogo,
por el que el otro se nos comunica, puede hacer
posible nuestro conocimiento de él en cuanto persona humana.
1- Dialogar, dialogar mucho; no reducir sus relaciones a charlas insustanciales, no ocultar al otro el propio yo por miedo a quedar mal, a perderlo; decir con sinceridad la propia opinión, aunque no concuerde con la del otro. No hay veneno que corroa más el matrimonio y el noviazgo que la mentira, la insinceridad, la desconfianza.
2- Dialogar con el Otro, con Dios Nuestro Señor. Tratar a solas con Él todos sus progresos, problemas e ilusiones. Ponerse ante Él tal cual son, y pedirle que les ayude a conocerlo mejor a Él, a conocerse mejor a sí mismos, a la persona amada y a la pareja que forman los dos. Tratar que Dios Nuestro Señor sea siempre un “Tercero” que esté junto con los dos. Pregúntenle: "Señor, ¿qué quieres de mí? ¿me creaste para el matrimonio o para que me consagre sólo a ti? Señor, ¿estás contento con nuestro modo de vivir el noviazgo?".
Es evidente que no se podrá alcanzar un conocimiento perfecto del otro desde el inicio. Será de toda la vida. Pero si se debe buscar el conocimiento propio de la etapa que se está viviendo, el noviazgo, y que permita crecer en el amor mutuo como adhesión afectiva y de voluntad al otro en su verdadera realidad.
3- Aceptarse a sí mismo y al otro: ¡Acéptate!. No basta conocer, hay que saber aceptar. A veces resulta difícil, pero es una medida muy sabia y muy sana.
4- El discernimiento: Precede a la aceptación. Lo primero será pensar serenamente si ese joven o esa chica es una persona adecuada al propio modo de ser y pensar. La reflexión sobre el otro y sobre uno mismo debe llevar a una resolución madura y práctica. Si se ve que los temperamentos de ambos o el modo esencial de ver la vida, o las creencias religiosas de cada uno, etc., son incompatibles habrá que pensar seriamente si conviene seguir con esa relación o es mejor cortar con ella.
Tomado de: http://es.catholic.net/jovenes/150/2843/articulo.php?id=200
1- Dialogar, dialogar mucho; no reducir sus relaciones a charlas insustanciales, no ocultar al otro el propio yo por miedo a quedar mal, a perderlo; decir con sinceridad la propia opinión, aunque no concuerde con la del otro. No hay veneno que corroa más el matrimonio y el noviazgo que la mentira, la insinceridad, la desconfianza.
2- Dialogar con el Otro, con Dios Nuestro Señor. Tratar a solas con Él todos sus progresos, problemas e ilusiones. Ponerse ante Él tal cual son, y pedirle que les ayude a conocerlo mejor a Él, a conocerse mejor a sí mismos, a la persona amada y a la pareja que forman los dos. Tratar que Dios Nuestro Señor sea siempre un “Tercero” que esté junto con los dos. Pregúntenle: "Señor, ¿qué quieres de mí? ¿me creaste para el matrimonio o para que me consagre sólo a ti? Señor, ¿estás contento con nuestro modo de vivir el noviazgo?".
Es evidente que no se podrá alcanzar un conocimiento perfecto del otro desde el inicio. Será de toda la vida. Pero si se debe buscar el conocimiento propio de la etapa que se está viviendo, el noviazgo, y que permita crecer en el amor mutuo como adhesión afectiva y de voluntad al otro en su verdadera realidad.
3- Aceptarse a sí mismo y al otro: ¡Acéptate!. No basta conocer, hay que saber aceptar. A veces resulta difícil, pero es una medida muy sabia y muy sana.
4- El discernimiento: Precede a la aceptación. Lo primero será pensar serenamente si ese joven o esa chica es una persona adecuada al propio modo de ser y pensar. La reflexión sobre el otro y sobre uno mismo debe llevar a una resolución madura y práctica. Si se ve que los temperamentos de ambos o el modo esencial de ver la vida, o las creencias religiosas de cada uno, etc., son incompatibles habrá que pensar seriamente si conviene seguir con esa relación o es mejor cortar con ella.
Tomado de: http://es.catholic.net/jovenes/150/2843/articulo.php?id=200
"Tu mision en la vida no es otra cosa que seguir los dictados de tu corazón."
Como Escuchar con el Corazón?
por
Gary y Joy Lundberg ©
“¿Por
qué mi esposa me dice ´Simplemente no me escuchas´? Yo pienso que lo
hago. ¿Qué estoy haciendo mal?” Esta es una pregunta que muchas parejas –
esposos y esposas – están preguntando. Esta es una pregunta que hacen
muchos padres que piensan que están escuchando a sus hijos, pero reciben
una respuesta similar, “¡Nunca me escuchas!”
Hay
razones por las cuales sus seres queridos sienten que usted no les está
escuchando. El propósito de este artículo es mostrarle un modo de
escuchar con su corazón. Cuando este método se pone en práctica sus
seres queridos saben que usted los ha oído y comprendido, y cuando eso
ocurre, todo cambia.
Muy
a menudo cuando alguien viene a nosotros con un problema pensamos que
es nuestro deber ayudarles a resolverlo. Naturalmente queremos arreglar
las cosas para las personas que amamos. En realidad, lo que estos seres
queridos quieren más que nada es que se los escuche. No que le arreglen
el problema. No que les aconsejen. Simplemente que lo escuchen. Si usted
entiende esa necesidad puede sacarse un gran peso de encima. Dígase a
usted mismo, “No tengo que cargar con todos los problemas de los demás.
Simplemente necesito escuchar.”
Algunos
han dicho, “Bueno, escuché y no resultó. Ella/él aún se enojó conmigo.”
El problema es el siguiente. Demasiadas veces estamos escuchando, pero
en nuestras mentes estamos pensando en modos para ayudarles a resolver
el problema, de modo que en el momento que terminen de hablar podemos
meter la próxima palabra y decirles lo que tienen que hacer. ¡Deje de
hacerlo! No es su deber. Su deber es escuchar, y puede hacerlo más
eficazmente si usa las cuatro reglas de convalidación.
¿Qué es Convalidación?
Antes
de que le demos las cuatro reglas, usted necesita entender el
significado de “convalidación”. Todos necesitan sentirse convalidados
por su familia y amigos. Convalidación en este contexto significa:
caminar emocionalmente al lado de otra persona sin tratar de cambiar su
dirección.
Para
entender este concepto, imagínese caminando al lado de su esposa. En un
momento ella empieza a compartir un problema o una preocupación. Cuando
usted comienza a dar sus consejos es como si se moviese y en vez de
caminar al lado ha saltado en frente de ella. El caminar al lado cesó y
ahora es una confrontación.
Tenga
en cuenta que usted no tiene todas las respuestas. Si usted piensa que
sabe cuál es la respuesta, muérdase los labios y guarde el silencio.
Siga escuchando. Puede utilizar las frases de convalidación, pero no
mucho más en este momento. Más tarde las preguntas de convalidación
entrarán en juego. Pero por ahora, es el momento de convalidar y
escuchar.
Ahora a las cuatro reglas de convalidación, y luego a las frases y preguntas que dan validez a una persona.
Las cuatro Reglas de Convalidación
Regla
No. 1: ESCUCHE. Escuche prestando toda su atención. Mire a la persona,
no a un aparato de televisión, celular, computadora, periódico, o
cualquier otra cosa. Deje de hacer lo que está haciendo y ofrezca de
usted mismo a la persona que necesita de su oído atento. Muérdase los
labios, abra sus oídos y su corazón. Una mujer cuyo marido estaba
continuamente diciéndole lo que debía hacer cuando todo lo que ella
quería que hiciera era que escuchara sus frustraciones, al fin se dio
cuenta que ella debía instruirlo. Ella relató: “Ahora le digo a mi
marido ´Tengo que hablar. No trates de solucionar nada. Simplemente
necesito que me escuches´.” Funcionó.
Regla
No. 2. ESCUCHE. Escuche a los sentimientos siendo expresados. Deje que
la persona sienta lo que está sintiendo. No puede convencerla que no
siente lo que está sintiendo. Cuando alguien dice: “No debes sentirte de
esa manera,” intensifica su frustración y enojo. Si usted acaba de
escuchar y dejar que la otra persona exprese como se siente, hará
maravillas para ayudarle a librarse de los sentimientos intensos. Nadie
tiene el derecho de corregir los sentimientos de otra persona.
Regla
No. 3: ESCUCHE. Escuche a las necesidades siendo expresadas. Si su
mente está pensando en soluciones, entonces dejará de escuchar. Es
probable que nunca escuche cuales son realmente las necesidades de la
persona. Cuando las personas tienen la oportunidad de expresar sus
necesidades, sin interrupciones, eso le da a su mente la oportunidad de
concentrarse, e incluso llegar a sus propias soluciones, especialmente
si en ese momento usted hace una pregunta de convalidación.
Regla
No 4: COMPRENDA. Comprender significa que se pone en los zapatos de la
otra persona lo mejor que puede. Usted no es esa persona y no puede
saber lo que está pasando a menos que trate de ver desde su perspectiva,
no la suya. En vez de decir: “Entiendo lo que estás pasando,” podría
decir: “No puedo saber lo que se siente al pasar por lo que estás
pasando, así que por favor ayúdame a comprender mejor.” Usted no tiene
que estar de acuerdo, simplemente haga un esfuerzo por comprender. Eso
es escuchar con el corazón.
Frases que convalidan
Cuanto
más practique la convalidación, más rápidamente la frase adecuada de
convalidación vendrá a su mente durante las conversaciones. Recuerde que
todo esto tiene que ver con caminar al lado de la otra persona
emocionalmente. Con el fin de convalidar, sus respuestas deben ser
amables, gentiles, y respetuosas, con la intención de comprender a la
otra persona. Cómo las decimos tendrá mucho que ver con la forma en que
las reciben. A continuación hay algunas frases de convalidación que
funcionan bien. Usted pensará en otras, esto es sólo el comienzo.
• Oh
• ¡Bueno!
• Apuesto a que eso es difícil.
• Eso duele.
• Mmm…
• Creo que me habría sentido de la misma manera.
• Siento mucho lo que te ocurrió.
• Qué interesante.
• Me dan ganas de llorar a mí también.
• Qué difícil estar en esa postura/posición.
• ¡Qué maravilloso!
• Estoy tan feliz por ti.
• Esto es asombroso
• Me imagino cuanto lo extrañas.
• Qué buena idea.
• Cuéntame más.
• Eso sí que debe ser un desafío.
Sea
un poco creativo en su convalidación mientras que sigue el nivel
anímico de la otra persona, como cuando está feliz y dice “¡Bien hecho
amigo!” o cuando algo difícil ocurre y exclama, “¡Ay! Eso debe doler”
Sus seres queridos necesitan saber que usted está realmente con ellos.
Permítase
algunos errores y torpezas mientras continúa mejorando en el uso de
frases que convalidan. Pronto será algo automático para usted, y
comenzará a sentir el amor que la otra persona le envía de regreso.
Preguntas que Convalidan
Es
muy importante hacer la pregunta correcta mientras ayuda a otra persona
a descubrir las soluciones a sus propios problemas. Sin estas
preguntas, la persona volverá a caer en: “¿Qué debo hacer?” Recuerde,
usted no tiene que resolver el problema. De hecho, usted ni siquiera
tiene el poder para resolverlo. Sin embargo, usted puede ayudar
escuchando y haciendo el tipo de preguntas de convalidación que ayudará a
otros a explorar sus propios sentimientos y deseos, y llegar a sus
propias y mejores soluciones.
Tenga
en cuenta que su intención es demostrar que realmente se preocupa por
la otra persona; por lo tanto debe hacer sus preguntas de convalidación
de manera amable, gentil y respetuosa. A continuación hay algunas
preguntas eficaces para ayudarle a empezar.
• ¿Como te hizo sentir eso?
• ¿Qué hiciste?
• ¿Y luego, qué hiciste?
• ¿Qué quisieras hacer?
• ¿Cuando piensas que podría hacerse?
• ¿Qué crees que podría funcionar?
• ¿Hay otras opciones?
• ¿Qué pasó?
• ¿Cómo pasó?
• ¿Cómo pudiste soportarlo?
• ¿Y después que dijiste?
• ¿Qué piensas que causó el problema?
• ¿Qué significa eso?
• ¿Qué quisieras que haga yo?
• ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?
• ¿Ayudaría si… (mencione una idea)?
Preguntas
de convalidación están diseñadas para que aprenda más acerca de la
persona o la situación. Cuando usted pregunta: “¿Qué piensas que se
puede hacer?” deja la responsabilidad donde corresponde y alienta a la
persona a que alcance una solución personal que funcionará para él o
ella.
La
gente parece llegar a ser mucho más inteligente en el manejo de sus
situaciones si se quedan con la responsabilidad. Al depender de otros
para encontrar soluciones a sus problemas se convierten en dependientes
de los demás, en busca de ayuda, y nunca llegan a ser capaces de manejar
los problemas que enfrentan; esto se aplica a los niños como a los
adultos.
La
clave para frases y preguntas que convalidan es que no contienen
ninguna respuesta. Si usted proporciona una respuesta dentro de la frase
o pregunta, dejará de convalidar porque todo lo que quiere es que la
otra persona confirme lo que usted está pensando. Un ejemplo de
suministrar una respuesta dentro de una pregunta es: “¿No crees que
deberías llamar a tu jefe y decirle por qué llegaste tarde?”
Algunos Ejemplos
A
continuación hay una situación real que una pareja experimentó, del
modo que la esposa la contó en sus propias palabras. Busque las frases y
preguntas que convalidan dentro de la conversación:
Soy
una escritora y estaba esperando recibir una excelente asignación. Le
conté todo a mi esposo y cuanto significaría para mí esta oportunidad.
Él estaba esperanzado conmigo mientras que yo esperaba ansiosamente la
confirmación. La llamada llegó y ante mi gran decepción, le habían dado
la asignación a otro. No pude contener las lágrimas y estaba llorando
cuando mi marido llegó a casa. Él me preguntó: “¿Qué pasó?” Cuando le
conté él dijo: “¡Oh, no! Sé cuanto significaba eso para ti. Lo siento
mucho.” Entonces puso sus brazos alrededor mío y me mantuvo cerca de él.
Nos sentamos en el sofá, él me dejó llorar y que le contara acerca de
mi desilusión.
Estoy
tan contenta que mi esposo no dijo: “Alégrate mi cariño. Eres una buena
escritora y estoy segura que obtendrás muchas otras oportunidades.” En
cambio, él me abrazó mientras lloraba y hablaba de mi oportunidad
perdida. Después de unos minutos dejé de llorar, lo miré y le dije:
“Está bien. Estoy segura que tendré otras oportunidades.” Entonces él
con entusiasmo dijo: “¡Por supuesto que lo harás. Eres una excelente
escritora.” Aunque aún estaba decepcionada, mi pena no era tan grande
después de esa conversación. Me sentí lista para pasar a otra cosa.
Por
otro lado, considere la siguiente situación de una mujer que tenía
algunos problemas de salud. Le mencionó a su marido que quería perder
algo de peso, pensando que podría ayudar en su situación. Su esposo,
quien estaba en muy buena forma física, le respondió: “Bueno, he estado
tratando de que entraras en un programa de ejercicios, pero nunca lo
haces. Así que te lo digo otra vez, ven al gimnasio conmigo. Te sentirás
mucho mejor.”
Suena
bastante inofensivo, pero no lo es. Una vez más ella se sintió
disminuida. Él necesitaba convalidar la preocupación de su esposa con:
“Siento que estás teniendo estos problemas. ¿Qué quieres hacer? ¿Hay
algo que puedo hacer para ayudarte?” Él debió dejar que ella llegue a
sus propias soluciones. Dada la oportunidad, y el respeto, ella
probablemente encontrará lo que funcionará para ella, entonces él debe
apoyarla en su solución.
¿Qué
pasa con el marido que llega a su casa con la noticia de que perdió su
trabajo? Si su esposa responde: “¡Oh no! ¿Qué vamos a hacer?” no ayuda.
Él no necesita que su esposa entre en pánico en este momento. En cambio
necesita un poco de comprensión, como: “Lo siento mucho, cariño. Has
trabajado tan duro en este empleo. ¿Qué pasó?” Luego ella debe
escucharlo. No le debe dar ninguna solución, debe dejar que su esposo
derrame su frustración y enojo. Si él no está dispuesto a hablar en ese
momento, debe esperar pacientemente hasta que lo esté. Él necesita
muestras de amor y el tiempo para considerar sus opciones. Más tarde,
pueden sentarse y hablar de la situación laboral, en un modo cariñoso y
dando apoyo, preguntando qué piensa él que podría funcionar.
Cuando
se trata de sus hijos, jóvenes o adultos, es lo mismo. Por ejemplo, si
un hijo no pasa una prueba, no se enfoque en eso. Él ya se siente
suficientemente mal. Convalide sus sentimientos diciendo: “Es difícil.
Lo sé porque yo he fallado en una prueba antes, y duele.” Su hijo lo
amará por su nivel de comprensión. No le haga doler más diciendo: “¿No
piensas que te habría ido mejor si hubieses estudiado más en vez de
jugar juegos de video?” Esa es una pregunta con una respuesta incluida,
los niños las odian tanto como los adultos y no llevan a buenas
soluciones. En su lugar, con bondad haga una pregunta simple: “¿Qué
piensas que podrías hacer la próxima vez?” Los adultos y los niños son
más propensos a analizar un problema y llegar a su propia buena solución
si se les da confianza y respeto.
Conclusión
El
apóstol Santiago tiene un buen consejo para todos. “Por esto, mis
amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar,
tardo para airarse. (Santiago 1:19)”
Si
seguimos este consejo y escuchamos con nuestros corazones se evitarán
muchos problemas y sentimientos de amor abundarán. Eso es lo que crea
matrimonios y hogares felices.
Tomado de: http://www.meridianesp.com/como-escuchar-con-el-corazon/
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