Eso que ustedes llaman disturbios, es el único lenguaje que tienen los que nunca son escuchados. - Martin Luther King
El verdadero coraje no lo alimenta el odio, sino la sed de justicia.
"Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados" (Mt 5, 6).
Sentémonos
a los pies de los sabios y de los santos para que nos enseñen y nos
ilustren respecto a esta bienaventuranza. ¿Por qué tenemos tan poca
hambre de la justicia? Te lo explica San Ambrosio: Después de llorar mis
pecados empiezo a tener hambre y sed de justicia. Un enfermo cuando
padece mucho no tiene hambre, es decir que siguen su pecado no tiene
ganas de buscar la justicia de Dios. Por ello sigue: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia"
(cfr. San Ambrosio, in Lucam, 5,56). No nos es suficiente el querer la
justicia si no tenemos hambre de justicia. De modo que nunca nos
consideremos bastante justificados con simplemente desearla, sino que
entendamos que siempre debemos tener hambre de las obras de justicia. No
bastan unos sentimientos bonitos (cfr. San Jerónimo).
Vamos
a escuchar también a los demás sabios y santos: Toda obra buena que no
hacen los hombres con un fin bueno es desagradable delante de Dios.
Tiene hambre de justicia el que desea obrar según la justicia de Dios.
Tiene sed de justicia el que desea adquirir su ciencia. Porque si no
sabes qué cosa es la justicia de Dios ¿cómo vas a tener hambre y sed de
ella? (cfr. Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 9).
¿Concretamente cómo podemos entender esto? Esta bienaventuranza llama a
la justicia, ya universal ya particular, contraria a la avaricia. La
justicia de Dios es siempre según su voluntad los designios. Como más
adelante hablará de la misericordia, nos dice antes cómo debemos
compadecernos, no del robo ni de la avaricia. En esto, atribuye también a
la justicia lo que es propio de la avaricia, a saber, el tener hambre y
el tener sed de lo que no gusta a Dios (cfr. San Juan Crisóstomo,
homiliae in Matthaeum, hom 15,4).
¿Pero
como seremos saciados? Jesús ofrece la bienaventuranza a los que tienen
hambre y sed de justicia, en el sentido que el perfecto conocimiento de
Dios es el que constituye la avidez de los santos que no puede saciarse
hasta que no habiten en el cielo. “Me siento apremiado por las dos
partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual,
ciertamente, es con mucho lo mejor; mas, por otra parte, quedarme en la
carne es más necesario para vosotros" (Flp 1, 24). Y esto es lo que se expresa con aquellas palabras "porque ellos serán hartos"
(cfr. San Hilario, in Matthaeum, 4). Aquí se habla de la prodigalidad
del premio de Dios, porque siempre son mayores los premios de Dios que
los deseos de los santos (cfr. Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in
Matthaeum, hom. 9). Serán también saciados en la vida presente de
aquella comida de quien dice el Señor: "Mi comida es el hacer la voluntad de mi Padre" (Jn 4, 34), la cual es la justicia, y aquella agua, de la que todo el que bebiere: "se hará en él una fuente de agua que saltará hasta la vida eterna" (Jn 4, 14) (cfr. San Agustín, de sermone Domini, 1,2).
http://www.mscperu.org/espirit/obras_espir/Bienaventuranzas_curso/BienaventurCurso04.htm
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