"Este es el amanecer que ha llegado, como ha ocurrido durante miles de siglos, nunca falla.
Pero cuándo llegará ese amanecer? El de nuestra emancipación? Del miedo a la esclavitud y de la esclavitud del miedo. Eso; eso es un secreto".
Sinópsis y varias escenas del libro:
http://riial.org/espacios/cinecat/cinecat_ficha065.pdf
Llanto por la Tierra Amada (como es conocida en español) es una novela de 1948 del escritor sudafricano Alan Paton, una obra de la que siento que he oído toda mi vida pero que hasta ahora identifico y leo. Es de esos nombres que uno siente que ha oído toda la vida, que sabe que hay algo así, pero que nunca determina bien. Se debe a su gran fama, fama que en el caso de este libro es totalmente merecida, porque es (¿para qué ir tímidamente?) una obra maestra.Uno de esos libros-monumento que crean mundos completos y absorbentes que cuando se derrumban en la última página hacen al lector sentirse devastado y solo. Así es, riquísimo.
En Sudáfrica, pre-apartheid, el racismo era la forma de organizar la sociedad, y este orden era asumido como casi natural. Los negros, pobres, explusados de la vida de los blancos, adinerados gracias a las inmensas minas de oro del país. Se trataba y se trató hasta hace poco (los problemas continúan, es difícil sacudirse la historia de varias décadas) de un país dividido, fragmentado en tantas partes como gentes lo habitan, vibrando constantemente con una violencia producto y causa del odio racial. Un país en el que cada uno vive por aparte, y que al encontrarse se matan. ¿Y adónde se encuentran? En las grandes ciudades, que entonces empezaban a crecer de forma gigantesca. Hacia Johannesburgo, la más grande, va precisamente el protagonista de la novela, el religioso Stephen Kumalo. Va en busca de aquellos que se han ido del campo, de la tierra amada, en busca de un destino incierto pero prometido y forzado por el desarrollo del país. Su hermano, su hermana, y sobre todo, su hijo Absalom, perdidos en la ciudad, que no han escrito una sola carta en meses o años. Se trata de una prueba enorme para el padre, un viaje que destruirá todo en cuanto ha creído mientras intenta reconstruirlo.
La novela es devastadora, simplemente. Su lenguaje poético eleva la historia a un tono épico. Relata una historia muy específica de un pueblo en particular, pero habla de todos los padres, todas las historias de desarrollo, y todas las tierras amadas. El amor del autor por su tierra se siente en cada página. Tiene un tono de desastre inminente, de apuro, de tensión constante. Ayuda a ello la gramática y el entrecruzamiento de diálogos, narración omnisciente y comentarios sobre la situación del país en general. Es una historia, como mencioné, casi épica, aunque simple, escrita en un inglés delicado y cariñoso. No voy a hablar mucho más, porque es una novela que hay que sentir. Claro está, puede llegar a aburrir y a resultar muy pesada por su tono, sí. Pero también puede ser atrapante y conmovedora. Dejo como ejemplo algunas citas al azar (el subrayado es mío):
Cry, the beloved country, for the unborn child that is the inheritor of our fear. Let him not love the earth too deeply. Let him not laugh too gladly when the water runs through his fingers, nor stand too silent when the setting sun makes red the veld with fire. Let him not be too moved when the birds of his land are singing, nor give too much of his heart to a mountain or a valley. For fear will rob him of all if he gives too much.
Cry, the beloved country, these things are not yet at an end. The sun pours down on the earth, on the lovely land that man cannot enjoy. He knows only the fear in his heart.
We do not know, we do not know. We shall live from day to day, and put more locks on the doors, and get a fine fierce dog when the fine fierce bitch next door has pups, and hold on to our handbags more tenaciously; and the beauty of the trees by night, and the raptures of lovers under the stars, these things we shall forego.
Transcribía estas citas y pensé de pronto: Costa Rica. Put more locks on the doors. Y por accidente, conseguir un perro para que cuide, sí, ¿por qué no? Y más alambre de púas, y más portones, y cadenas, y muros. Lo que el miedo le hace a un país; lo peor es que sea miedo a su propia gente. En teoría, miedo a “los otros”, pero también miedo a nosotros mismos. Y esta novela es un llanto por la tierra amada, la tierra perdida por el miedo a luchar por ella, por el miedo a no dejarse llevar. La recomiendo, mucho.
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