Cochabamba ganó la guerra y perdió el agua
Por Gisela Alcócer Caero - Los Tiempos - 5/04/2009
Manifestaciones en abril de 2000. - Redacción central Los Tiempos
El año 2000, los cochabambinos ganaron en la Guerra del Agua, pero perdieron en la época de paz. Nueve años después del conflicto que marcó el inicio de los cambios políticos ocurridos en todo el país, la ciudad tiene más problemas de agua que en esa época por un déficit de 23 millones de bolivianos, que provoca una virtual quiebra técnica de Semapa y porque aumentó la cantidad de población en la ciudad, aunque disminuyeron las fuentes de abastecimiento.
La Guerra del Agua se desató en febrero y abril de 2000 y enfrentó a pobladores del campo y la ciudad con el gobierno del entonces presidente Hugo Banzer, que impulsó la privatización de Semapa y el alza de las tarifas. Los enfrentamientos dejaron cientos de heridos y un muerto: Víctor Hugo Daza, un estudiante de 17 años al que le llegó probablemente la bala de un francotirador filmado por la red PAT.
El conflicto se convirtió en un hito político con gran trascendencia nacional e internacional, que llevó a otros escenarios políticos a los principales protagonistas y provocó la modificación de la Ley del Agua y del modelo económico, derivando en la nacionalización de las petroleras instaladas en Bolivia y la principal empresa de telefonía. Sin embargo, el problema que desató la confrontación continúa sin solución, pues Cochabamba tiene menos agua que hace nueve años.
Semapa tiene paralizados 7,7 millones de bolivianos y 6 millones de dólares en 31 juicios de conciliación y arbitraje, que reflejan sólo una parte de los problemas que causó la corrupción incontrolada que gobernó esta entidad durante la última década. El nuevo gerente de esta empresa, Leonardo Anaya, explica que la empresa municipal “se ha manejado como se han manejado las empresas del Estado. Como si fueran empresas para beneficio propio de ejecutivos y de empleados. No solamente no se han formado cuadros de profesionales y de técnicos que manejen la empresa de forma eficiente, sino que han malgastado y mal utilizado los recursos”.
El principal portavoz de la Coordinadora del Agua, que organizó la protesta social, Óscar Olivera, admite que falló el control social que debía efectuarse sobre la empresa municipal del agua. “No hubo la conciencia suficiente de los principales dirigentes de la Coordinadora para comprender el rol histórico de esta entidad y actuar en reciprocidad con el esfuerzo de la gente para que tenga agua”, dice.
El sociólogo del Centro de Estudios Superiores Universitarios (CESU), Carlos Crespo, sostiene que a pesar de que el modelo privado no funciona para la administración de los recursos naturales, con lo que ocurrió en Semapa quedó demostrado que “tampoco funciona el modelo estatal clásico y el desafío continúa siendo construir otros modelos de administración del Agua”. “Lo que ocurrió en Cochabamba es el ejemplo a no seguir, porque el sistema de control social fue ineficiente para mejorar la gestión y demuestra que representantes de la sociedad civil, aunque sean mayoría en el directorio, no garantizan que habrá una política que satisfaga las necesidades de los usuarios”, explica.
Los resultados que dejó la Guerra del Agua, según Crespo, son un reflejo del “drama boliviano” por el que pasan los movimientos sociales y los procesos de cambio en el país. “En Bolivia somos expertos, tenemos una alta capacidad de movilización de la gente para enfrentarse y resistir imposiciones, pero el gran drama viene el día después”.
De mal en peor
Este año, Semapa perderá una de sus fuentes de agua subterránea: los pozos de El Paso, que, por un convenio, deben ser devueltos a Quillacollo. Además, sus embalses no se llenaron ni siquiera al 50 por ciento. Ambos fenómenos provocaran una racionalización de la dotación del agua, por lo menos a la mitad de lo que se entregaba hasta hoy.
Según Crespo, la debacle de Semapa empezó con la primera gestión que sucedió a la Guerra del Agua, pues su gerente, Jorge Alvarado, actual responsable de negocios de Bolivia en Venezuela y ex presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), “por la forma como la manejo, ya que olvidó las ideas iniciales de transparentar la gestión pública e introducir criterios más eficientes de gestión del agua, pues hizo que la administración de Semapa sea un hecho político”.
Tras esta crítica situación, existen pocas esperanzas de que este gobierno mejore la situación actual, pues, según Olivera, el Presidente y el Vicepresidente del país ”se acuerdan de la Guerra del Agua cuando les conviene, pero ellos surgieron de ese conflicto. Cómo es posible que ignoren este hecho en el Gobierno y no le den a Semapa la posibilidad de convertirse en una empresa que sirva a la población”, declara.
Los líderes olvidaron la causa
Coordinadora
Intentó convertirse en un movimiento nacional con otras demandas y sólo se desgastó en ese proceso.
Evo Morales
Logró empezar a tejer una alianza con sectores urbanos y este trabajo le permitió ganar en 2005
Problema estructural
El gerente de Semapa, Leonardo Anaya, explicó que el problema del agua en Cochabamba es tan técnico que nunca se resolverá políticamente, razón por la cual considera que las cosas no habrían mejorado con una empresa privada, debido a que la ausencia de agua se provoca porque crecen los usuarios mientras que las fuentes de agua se mantienen igual.
“Nadie podría garantizar que con una empresa privada se hubiera solucionado el problema del agua en Cochabamba porque una empresa privada se habría quedado con una pequeña área de servicios a la cual podría atender eficientemente con el agua”, dijo y explicó que Semapa, que recibió a través del contrato de concesión un área de 5 mil hectáreas, a los pocos meses recibió 10 mil hectáreas adicionales. “Tenemos que atender a 15 mil hectáreas con una cantidad de agua limitada porque los recursos hídricos no han crecido, seguimos con las mismas fuentes tanto en el agua subterránea como en las fuentes superficiales. Pero hemos triplicado nuestra demanda”.
Anaya, sin embargo, aseguró que una privada habría trabajado con más eficiencia para que no haya pérdidas en la red, para detectar las conexiones clandestinas y para controlar la deuda en mora.
Frases
Nosotros (los dirigentes de la coordinadora) no creíamos que íbamos a ganar la Guerra del Agua, pero la gente si, o sea que teníamos que seguir y decirles que nosotros también creíamos.
Oscar Olivera
No fue un error. Los cochabambinos nos adelantamos a la historia. Porque esto ha repercutido a nivel mundial y se empezó a hablar en Latinoamérica y en Europa, que el agua tiene que llegar a todos y en el menor precio posible.
Leonardo Anaya
Es el punto de inflexión de un proceso de acumulación de fuerzas políticas y desde ahí comienza a trastabillar el modelo.
René Orellana
La “Guerra del Agua” generó nuevos liderazgos que hoy gobiernan el país
En 2000 fue el salto del escenario cochabambino hacia el nacional
La Guerra del Agua fue una catapulta para que muchos dirigentes sindicales de Cochabamba salten al escenario político nacional e internacional y construyan las propuestas políticas vigentes actualmente. Según algunos analistas, el conflicto registrado en 2000 sirvió entre otras cosas para que Evo Morales sedujera al electorado urbano de Cochabamba, después de que llevara al 40 por ciento de las bases cocaleras a sustentar los enfrentamientos en las calles de la ciudad.
“Los líderes que encabezaron la guerra del agua pasaron de la recuperación del recurso agua a convertirse en políticos de carrera y se olvidaron de su origen. El agua dejó de ser importante y empezaron a perseguir el poder político”, dijo el gerente de Semapa, Leonardo Anaya, quien aseguró que en esa época “la Coordinadora podía haber manejado Semapa, quizás se asustaron”.
Esta afirmación fue confirmada por Olivera, quien admitió que los principales dirigentes de la Coordinadora se ligaron a los gobiernos y los partidos que precedieron a este fenómeno social. “Gonzalo Maldonado fue viceministro de Sánchez de Lozada, Soria también, igual que Omar Fernández y Gabriel Herbas que ahora son legisladores del MAS”, explicó.
Pero, las puertas del escenario político nacional no sólo se abrieron para los principales líderes de la Coordinadora, pues también uno de los aliados rurales, Evo Morales, que tenía mucha aceptación en su sector, pero poca llegada a la urbe, empezó a tejer la ansiada alianza que cinco años después le dio un triunfo electoral con el 54 por ciento de respaldo. “Los cocaleros vivían en las zonas periurbanas y no tenían agua, por eso ayudaron. Este sector nos dio una gran enseñanza sobre como enfrentarnos a la represión policial, tenían más experiencia”, dijo Olivera, quien además recordó que la sede de los cocaleros estaba en el edificio fabril y que los cocaleros tienen una deuda por dos años de alquiler.
El líder fabril también resaltó la participación del vicepresidente en este evento. “Álvaro escuchaba mucho a la gente y escribía libros. Investigaba muy bien y en la guerra del Agua entendió lo que la gente quería”. También recordó que otros que apoyaron a la Coordinadora fueron René Orellana, Pablo Solón y Alejandro Almaraz.
Nueve años después del enfrentamiento, Olivera asegura que después de las elecciones de 2005, Morales y García Linera “fueron para transformar el Estado, pero ni siquiera pueden administrarlo, dejaron que el Estado los transforme a ellos”.
La relación entre Olivera y Morales se quebró en enero de 2006, cuando el fabril rechazó formar parte del Gabinete.
Figuras políticas de Coordinadora
El sociólogo Carlos Crespo aseguró que los portavoces de la Coordinadora se convirtieronen figuras políticas de los partidos actuales. Dijo que sólo Óscar Olivera entendió que estar fuera de los partidos es su fortaleza, porque internacionalmente es una figura vigente para movimientos contra la mercantilización del agua.
“Evo Morales, con el olfato que le caracteriza movilizó a las bases cocaleras para sostener el conflicto. En febrero de 2000 la movilización se estaba cayendo y sólo los cocaleros hacían acciones directas en la ciudad y mantuvieron el conflicto hasta que el Gobierno metió la pata, eso le dio legitimidad posteriormente”.
Óscar Olivera
“Semapa pasó a ser propiedad del partido”
El dirigente fabril reconoce que el problema del agua pasó a segundo plano
El principal vocero de la Coordinadora del Agua admitió que para los organizadores del conflicto de 2000 el agua pasó a segundo plano y se priorizó la acción política, lo que provocó que el problema que unió a los cochabambinos se empeorara en la ciudad. Denunció estar decepcionado del actual Gobierno, al que acusa de no haber entendido el mensaje que dejó la Guerra del Agua.
¿Cómo quedó Cochabamba y Semapa nueve años después de la Guerra del Agua?
No podemos tener una visión limitada de lo que ocurrió en 2000 hablando sólo del tema del agua. El motivo fundamental de movimiento popular fue el agua, pero las consecuencias posteriores tienen que ver con lo que está ocurriendo hoy en el país, porque frenó una política económica de enajenación de nuestros recursos naturales y también fue el quiebre de un sistema político en el que existía un monopolio de las decisiones concentrada en cuatro personas.
¿La estatización de Semapa tuvo buenos resultados?
La guerra del Agua reclamaba un nuevo tipo de gestión en las empresas públicas, que no es una gestión como la que se dio en Semapa y ahora se está dando en Yacimientos o en Entel, en todas las empresas estatales, que pasaron de una propiedad privada a ser propiedad del partido de gobierno. Es no es nacionalización, es una demagogia.
¿Cómo está Semapa nueve años después?
Tan mal, o peor que en 2000. No hay mejora. No porque la gente sea mala, lo que pasa es que la institucionalidad estatal es proclive a que las cosas no se hagan de manera transparente, a que se robe, a que la gente se vuelva corrupta.
¿Por qué la Coordinadora no se hizo cargo de la administración de Semapa?
Las normas que se nos han impuesto lo impedían. Abren las puertas a que algunos conocidos delincuentes sean gerentes de Semapa porque uno de los requisitos para ocupar ese cargo son los años de experiencia en entidades estatales. Semapa volvió a ser parte del Municipio.
¿El Municipio administró bien Semapa?
Semapa volvió a ser parte del Municipio y aunque no quiero referirme directamente al Alcalde, hay ciertos funcionarios de alta jerarquía a los cuales ha delegado el Alcalde, que son parte de la mafia que se ha instalado en Semapa. Además el sindicato de trabajadores no han tenido la capacidad, no comprendió el desafío histórico y político que tenían. Se aplazó y hasta ahora no entienden la importancia política a nivel mundial y además hay clanes familiares que se están dedicando a liquidar la empresa.
¿Qué opina de la situación financiera y el déficit de 23 millones de Semapa?
La situación financiera es mucho más grave que la el año 2000. No soy economista, pero me doy cuenta de lo delicado de la situación provocada por la corrupción y porque el Estado no asumió las deudas que dejó Aguas del Tunari. Además no hay una capacidad de gestión que le permita a Semapa fortalecerse.
¿Quién tiene la culpa de la situación de Semapa?
Una buena parte de responsabilidad tenemos nosotros, como población civil. La Coordinadora no tuvo la capacidad de mantener a la población organizada de tal forma que la movilización se mantenga y tenga la posibilidad de empujar Semapa. Nos dedicamos a otra cosa y dejamos de proponer, organizarnos y movilizarnos y entregamos nuestra empresa a unos cuantos funcionarios que sólo se dedicaron a enriquecerse.
Testimonios
“De nada sirvió”
Fueron actitudes políticas que tuvieron los resultados que todos conocemos. Semapa no es una institución que tenga la capacidad de brindar un servicio a la población en eso estamos claros. No hay red en toda la ciudad y ya debía ser una institución que sirva no solamente a la provincia Cercado sino que sirva a las diferentes provincias. Hemos visto la situación de crisis en la que se está debatiendo esa empresa, entonces de nada sirvió tanta confrontación y todo lo que se dio en ese momento.
Se hizo un movimiento político y todo quedó tal como era. Yo era Alcalde y recuperamos en un juicio en la Corte Suprema para que Semapa vuelva a ser de la municipalidad, porque se dio esta cesión en lo que era el Ministerio de Urbanismo y Vivienda y logramos recuperar para la Alcaldía.
Los errores han sido todos los procedimientos que después se han dado y ahí lo que cuenta son los resultados y la población tiene que ver los resultados.
Escuchaba que va a haber una nueva racionalización del agua y sería muy grave que esto suceda cuando ya debería estar funcionando el proyecto Misicuni.
Son varios los culpables. Hemos peleado todos los cochabambinos y si va a haber Misicuni es por todos los cochabambinos, porque inclusive trataron de bajar la represa a 85 metros y más bien con todo el apoyo que se dio a la población y con los recursos que se han entregado a la Prefectura que están en la cuenta de Misicuni ya debeía estar avanzando ese proyecto que se ha logrado recuperar al proyecto inicial de la represa y del Proyecto Múltiple Misicuni.
Manfred Reyes Villa | Ex Alcalde de Cochabamba
“No hubo control”
La Guerra del Agua tuvo un objeto: recuperar una empresa de lucro privada que dé agua a la población, para que el agua cumpla una función social, que es lo que dice ahora la nueva Constitución en forma precisa.
Son nueve años que han transcurrido y Semapa no ha tenido la capacidad de formar profesionales en ninguna de las áreas, ni en la administrativa, financiera ni técnica. Personal que pueda manejar una empresa de la naturaleza de una empresa de servicios de agua potable y alcantarillado que son servicios básicos
No hubo mecanismos de control ni honestidad en nuestros ejecutivos y prueba de eso es que tenemos un montón de obras, que han costado mucho dinero y ninguna funciona.
Como la planta Taquiña y los tanques Ichukollo y 10 de Febrero que son obras que tienen un sentido, no es que se las han inventado y deberían cumplir un rol, pero parecería que la finalidad fue simplemente la de llevar adelante el proceso de licitación, porque hasta la contratación notamos que ha habido por el medio comisiones y hasta ahí se acabó. No hubo un seguimiento apropiado, son obras que están inconclusas y que costaron más de lo que presupuestaron. Ponerlas en funcionamiento va a costar un dinero adicional que Semapa no tiene. Se han hecho licitaciones y todas las obras se han incrementado incluso en 43 por ciento.
¿Cómo puede ser eficiente una empresa así? Da vergüenza hablar con instituciones como el BID porque ellos han dado los recursos para fortalecimiento institucional, se ha sacado un montón de gente, pero se la ha vuelto a contratar después de haberla indemnizado.
Leonardo Anaya | Gerente General de Semapa
ANÁLISIS
“El mundo vio el hecho... pero fue bandera para otros”
Un movimiento puede ser importante porque se convierte en bandera para otros sin importar si sus demandas fueron satisfechas o si la calidad de vida de los que se movilizaron empeoró o mejoró efectivamente. Algo así sucedió con la Guerra del Agua.
Al margen de los efectos positivos o negativos que haya alcanzado en la calidad del servicio de agua potable o en la gestión del recurso agua en Cochabamba, decenas de libros, artículos y libros de investigación y de testimonio, documentales audiovisuales y noticias se dedicaron en todo el mundo a la Guerra del Agua. Gente que desconoce dónde está Bolivia sabe que aquí hubo una gran movilización popular que derivó en la rescisión de la concesión del servicio de agua de la ciudad. Es difícil encontrar una publicación sobre casos de luchas contra las transnacionales o la privatización corporativa de los servicios básicos que no incluya de alguna manera la guerra del agua. Esta guerra puso a Bolivia en el mapa de los movimientos antiglobalización. Y esto se debe también al momento en que sucedió; se estaban articulando las redes de activistas a escala mundial y el problema de la gestión del agua estaba adquiriendo otra importancia mundial. No debe olvidarse que la Coordinadora se creó en noviembre de 1999, de manera prácticamente simultánea a la famosa “Batalla de Seattle”, que definió los contornos del denominado movimiento por la justicia global, y que en marzo de 2000 se había realizado el segundo Foro Mundial del Agua. Después, vendrían los foros sociales, en los que la experiencia cochabambina también fue difundida.
Señalo un ejemplo de la importancia global de la Guerra del Agua. En un conocido libro denominado Globalización desde abajo. El poder de la solidaridad, escrito por Tim Costello, Jeremy Brecher y Brendan Smith, se habla de la estrategia de Liliput, que alude a la coordinación entre movilización local y solidaridad global, en analogía con la inmovilización del gigante Gulliver por los diminutos pobladores de una isla imaginaria. El primer ejemplo de la efectividad de esta estrategia es la guerra del agua de Cochabamba.
Hace nueve años, de hecho, se dio una acción coordinada entre la movilización local en las calles —contra Aguas del Tunari y el Gobierno— y la solidaridad de activistas de otros países, sobre todo de Estados Unidos, en Internet y manifestaciones públicas —contra la transnacional Bechtel—. Al margen del impacto de esta acción en los acontecimientos, y de lo que pasó en estos nueve años, la guerra del agua está ya en la memoria de activistas de todas partes del mundo.
Tomado de: http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/local/20090405/cochabamba-gano-la-guerra-y-perdio-el-agua_1533_2529.html
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