Cuando te cierran la puerta del castillo… construyes el tuyo.
“Después de dedicarle mi vida a Disney… me despidieron por la espalda. Me fui con rabia, con miedo, y con una sola idea: demostrar que los sueños también nacen de las pesadillas.”
Jeffrey Katzenberg había salvado a Disney de su crisis creativa. Produjo La Sirenita, El Rey León, Aladdín. Dormía en el estudio, creyendo que su esfuerzo lo llevaría a la cima. Pero cuando pidió lo que le prometieron —una posición más alta, una parte justa— lo echaron. Sin explicación. Sin despedida. Esa noche lloró en el auto, sintiéndose traicionado… y con una furia que lo mantuvo vivo.
Estuvo a punto de abandonar Hollywood. Pero entonces Steven Spielberg y David Geffen le propusieron algo imposible: crear su propio estudio, desde cero. Así nació DreamWorks, un sueño hecho de orgullo, rabia y talento.
No fue fácil. Fracasaron con El Camino hacia El Dorado, se quedaron sin fondos, y las dudas los persiguieron como fantasmas. Pero no se rindieron. Y entonces llegó Shrek: un ogro verde, un burro parlante y una historia que ridiculizó a los cuentos de hadas… y a Disney.
Ganaron un Óscar. Hicieron historia. Y demostraron que la magia también puede venir del exilio.
“No todos los sueños nacen en castillos. Algunos surgen entre los escombros, cuando decides que no te vas a quedar callado nunca más.”
De la red...
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