QUÉDATE EN EL MOLDE me dijeron. Y yo obedecí.
Porque era más seguro, porque ya estaba armado, porque era lo correcto, porque era lo esperado.
Hasta que, un día, algo sucedió.
Me hice preguntas, me cuestioné. Y de repente, el molde, tan acogedor y seguro, se asemejaba a una cárcel. Tal vez con comodidades, pero cárcel al fin.
¿Qué era el molde? ¿Quién lo había hecho? ¿Por qué era correcto quedarme e incorrecto salir?
¿Quién tomaba decisiones?
¿Quién elegía?...
Cada vez, me sentía más oprimido por aquel molde, parecía más gris, menos cálido. Antes, me sedaba consumiendo televisión, compras, buscaba satisfacción rápida, aquella satisfacción que me dejaba adormecido y contento sólo de manera efímera.
Empecé a comprender el molde, y comprendí que ya era hora de salir. Pero también, entendí que no sería fácil dejar de "encajar", porque en la caja había más personas, había afectos, familia, vecinos, había otros que estarían mirando, juzgando, opinando.
Entendí que el precio de mi libertad y el salir de ese molde sería ser diferente y podría haber dolor. Pero el corazón ya no se satisfacía con compras, entretenimientos, distracciones.
Y lentamente, pero con seguridad, comencé a descascarar el molde, a desmenuzarlo, a quebrarlo, y logré vislumbrar luz, logré ver las estrellas, y mil caminos nuevos que me esperaban.
Allí afuera del molde, entendí que había muchos senderos nuevos que mis pies no podían esperar para transitar.
Me despedí con amor del molde, aquel cobijo que por tantos años me había dado sostén.
Y erguido y firme, comencé a avanzar con júbilo hacia mi destino.
Autor Desconocido.
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