Más si luego le ves necesitado y puedes ayudarle, ayúdale...probarás de qué estás hech@.
Pide y solicita una vez, recuerdalo una segunda, pero a la tercera pasa la página, ya conociste que esa(s) persona(s) no merece(n) de tu tiempo o interés, aunque quizás creas que necesitas de ella(s). Dios abre y cierra puertas, y tú eres su hijo, no más ni menos.
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