Metas e ilusiones...

Es mejor establecer metas a crearse ilusiones.

El que se establece metas, organiza los pasos a seguir y se prepara para enfrentar durante el proceso las desavenencias que trae consigo la misma vida. El que establece metas vive el presente y organiza planes para trabajar cada posible obstáculo acercándose cada vez más a su meta.

El que se crea ilusiones, le es más frecuente y posible que se frustre cuando no se da lo que espera porque no está organizando en su presente dicha meta, o quizás es tan grande que olvida que requerirá esfuerzo, varios pasos a seguir, y muchas batallas, las cuales son las que hacen que valga la pena luego gozar lo adquirido. simplemente pierde mucho tiempo imaginando como será, cuando el tiempo se debe invertir obrando, trabajando y viviendo.

De aquí el refrán que dice: El que vive de ilusiones muere de desilución.

Todo lo anterior puede ser aplicado tanto al trabajo, como al amor, como a la autoestima, como a las relaciones personales.

El establecerse metas conlleva estudio, análisis y aplicar estrategias; en cambio ilusionarse es tan fácil, Un ejemplo: Todos recordamos con añoranza nuestra niñez, y decimos que los tiempos antiguos eran mejores, pero no es cierto. Relacionamos esa etapa de nuestras vidas con cierta seguridad experimentada atada también a la dependencia tanto económica como emocional a nuestros seres queridos. Esos tiempos de la inocencia, y de la ilusión misma que nuestros padres tenían con nosotros, y nos contagiaban con sus esperanzas de futuro.

Lo podemos asociar también a la música que escucháramos en esos años, la cual es la que se quedará con nosotros el resto de nuestras vidas, porque nos remonta a esta etapa inocente de felicidad y seguridad. Luego; cuando nos toca independizarnos y vemos el mundo como es; el que vive de la ilusión le será más difícil adaptarse, porque la ilusión misma en sí debilita a la persona, la desarma.

Ilusionarse y soñar no es lo mismo; es bueno y recomendable soñar; pero siempre tratando de sacarle el mejor provecho al diario vivir, ya que de este estado no salimos. Pero lo más recomendable es siempre estar preparado para lo peor en cada proceso, ésto sin llegar a la negatividad o a la baja autoestima, porque si lo peor no sucede, ya es ganancia.

Para nuestro entender; logramos un equilibrio emocional y espiritual cuando trabajamos nuestros sueños o metas con cierto orden. Hipotéticamente una mano hacia el cielo orando; y la otra en la tierra trabajando. Y cuando haga falta bajar la mano que apunta hacia el cielo para trabajar, recuerda que el trabajo y servicio son la mejor oración, y Dios, que todo lo ve, cuando no puedas, hará lo suyo.