En vez de puños levantados a los cielos; Dios prefiere las manos abiertas, ofreciendo loas y cánticos de alabanzas... recibiendo como recompensa bendiciones, gracias y justicia.
El amor es la mayor revolución y Cristo el revolucionario por excelencia.
"Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado, TE ALABAREMOS PARA SIEMPRE; De generación en generación cantaremos tus alabanzas". Salmo 79: 13
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