En 945, después de que los rebeldes drevlianos asesinaran brutalmente a su marido el príncipe Igor, la princesa Olga de Kiev orquestara uno de los actos de venganza más calculados de la historia. La joven viuda primero enterró vivos a los embajadores de Drevlianos que habían venido a proponer matrimonio. Luego quemó a sus nobles en una casa de baños durante un festín funeral fraudulento. Finalmente, ella desató pájaros portadores de fuego que prendieron fuego a su capital.
Pero la historia de Olga no terminó con venganza. En la década de 950, se convirtió en la primera gobernante de la Rus de Kiev en convertirse al cristianismo, marcando un momento decisivo que daría forma a la historia de Europa del Este. Mientras su hijo seguía siendo pagano, la conversión de Olga sentó las bases para la cristianización de la Rus que seguiría bajo su nieto Vladimir.
Como regente hasta 964, se transformó de una despiadada vengadora a una gobernante respetada, implementando reformas en la recolección de tributo y administración. Hoy tiene la inusual distinción de ser venerada como santa por la misma iglesia que cuenta historias de su venganza despiadada.
Fuentes: Crónica Primaria, Británica, Enciclopedia de Ucrania
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