Para el ser humano poder decir genuinamente que es un hombre de fe, debe prepararse para la prueba, y asumir posturas que le comprometan. De otra manera el hombre de fe es solo palabra, no agradable a Dios. Como la palmera... se mueve a donde le sople el viento, y su fe podrá ser arrancada de raíz. Los hombres que en Dios, desde Dios y por Dios, son aprobados en la fe, también son bendecidos, apoyados, y promovidos por Dios, aunque para hacerlo notar Dios requiera el milagro. Dios no falla a su palabra, la cual muchas veces es incomprendida, manipulada, y utilizada a destiempo. Dios no falla. Si te consideras un hombre de fe, prepárate para pasar por el fuego de la prueba. Y si has pasado ya por el fuego de la prueba y has vencido en Cristo, eso te compromete más y te convierte en testimonio vivo de Dios. Así que Gloria a El en todo momento! Por tí, por mí, por su amor y su misericordia. Amén.
Compartimos este escrito complementario titulado:
El hombre responde a Dios con la fe...
http://www.archimadrid.es/catequesis/Temaslibros/ENF1-2.pdf
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