Cosechas lo que siembras (reflexión)
http://www.youtube.com/watch?v=OeYrfSGj-nY
Una mañana una mujer bien vestida se paró
frente a un hombre desamparado, quien lentamente levantó la vista... y
miro claramente a la mujer que parecía acostumbrada a
cosas buenas
la vida. Su abrigo era nuevo. Parecía
que nunca se había perdido de una comida
su vida. Su primer pensamiento fue: “Solo
se quiere burlar de mi, como tantos otros lo habían hecho...
¡Por Favor Déjeme en paz! gruñó el
Indigente... Para su sorpresa, la mujer siguió enfrente de él. Ella
sonreía, sus dientes blancos mostraban destellos deslumbrantes. "¿Tienes hambre?" preguntó ella. "No", contestó
sarcásticamente. "Acabo de llegar de cenar con el presidente... Ahora
vete." La sonrisa de la mujer se hizo aún más grande. De pronto
el hombre sintió una mano suave bajo el brazo. "¿Qué hace usted,
señora?" -preguntó el hombre enojado. ¡Le digo que me deje en paz!
Justo en ese momento un policía se acercó.
"¿Hay algún problema, señora? -le preguntó el oficial... "No hay
problema aquí, oficial, contestó la mujer... "Sólo estoy tratando de
ayudarle para que se ponga de pie... ¿Me ayudaría? El oficial se rascó la
cabeza. "Si, el Viejo Juan, Ha sido un estorbo por aquí por los
últimos años.
¿Qué quiere usted con él?" Pregunto el oficial... ¿Ve la cafetería de allí?" -preguntó ella. "Yo voy a darle algo de comer y sacarlo del frío por un ratito." "¿Está loca, señora?" el pobre desamparado se resistió. ¡Yo no quiero ir ahí! Entonces sintió dos fuertes manos agarrándolo de los brazos y lo levantaron. ¡Déjame ir oficial, Yo no hice nada...!
"Vamos Viejo, esta es una buena
oportunidad para ti -el oficial le susurro al oído. Finalmente, y con cierta dificultad, la mujer y el agente de policía llevaron
al Viejo Juan a la cafetería y lo sentaron en una mesa en un rincón de la
cafetería. Era casi mediodía, la mayoría de la gente ya había almorzado y
el grupo para la comida aún no había llegado... El gerente de la cafetería
se acercó y les pregunto. ¿Qué está pasando aquí, oficial? ¿Qué es todo
esto? ¿Y este hombre está en problemas? Esta señora lo trajo aquí para que coma
algo, respondió el policía.
¡Oh no, Aquí no! - el gerente respondió
airadamente. ¡Tener una persona como este aquí es malo para mi negocio! El
Viejo Juan esbozó una sonrisa con sus pocos dientes. Señora, se lo dije. ¿Ahora,
si van a dejarme ir? Yo no quería venir aquí desde un principio. La mujer se
dirigió al gerente de la cafetería y sonrió... Señor, ¿está usted
familiarizado con Hernández y Asociados? ¿La firma bancaria que está a dos calles?
Por supuesto que los conozco, respondió el administrador con impaciencia. Ellos tienen sus reuniones semanales en una de mis salas de banquetes. “¿Y se gana una buena cantidad de dinero con el suministro de alimentos en estas reuniones semanales?" Preguntó la señora... ¿Y eso que le importa a usted?
Yo, señor, soy Penélope Hernández, presidente y dueña de la compañía. ¡Oh Perdón!- dijo el gerente... La mujer sonrió de nuevo... Pensé que esto podría hacer una diferencia en su trato. Le dijo al policía, que fuertemente trataba de contener una carcajada. ¿Le gustaría tomar con nosotros una taza de café o tal vez una comida, oficial? No, gracias, señora, replicó el oficial. Estoy en servicio.
¿Entonces,
quizá, una taza de café para llevar? Sí, señora. Eso estaría mejor. El gerente de la cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una orden. Voy
a traer el café para usted de inmediato señor oficial. El oficial lo vio
alejarse. Y opinó: Ciertamente lo ha puesto en su lugar, dijo. Esa no fue mi
intención - dijo la señora... Lo crea o no, tengo una buena razón para
todo esto.
Se
sentó a la mesa frente a su invitado a cenar. Ella lo miró fijamente... Juan
¿te acuerdas de mí? El viejo Juan miro su rostro, el rostro de ella, con los
ojos lagañosos. Creo que sí - Digo, se me hace familiar.
Mira Juan, quizá estoy un poco más grande,
pero mírame bien, dijo la Señora... Tal vez me veo más llenita ahora...
pero cuando tu trabajabas aquí hace muchos años vine aquí una vez, y por
esa misma puerta, muerta de hambre y frio.
Algunas lágrimas posaron sobre sus mejillas...
Algunas lágrimas posaron sobre sus mejillas...
¿Señora? - dijo el Oficial, no podía creer
lo que estaba presenciando, ni siquiera pensar que la mujer podría llegar
a tener hambre. Yo acababa de graduarme de la Universidad en mi pueblo, la
mujer comentó. Yo había llegado a la ciudad en busca de un trabajo, pero
no pude encontrar nada. Con la voz quebrantada la mujer continuaba: Pero
cuando me quedaban mis últimos centavos y me habían corrido de mi apartamento. Caminaba
por las calles, y era en febrero, hacía frío y casi muerta de hambre. Vi este
lugar y entre con una poca posibilidad de que podría conseguir algo de comer. Con
lágrimas en sus ojos la mujer siguió platicando...
Juan me recibió con una sonrisa. "Ahora
me acuerdo", dijo Juan. Yo estaba detrás del mostrador de servicio.
Se acercó y me preguntó si podría trabajar por algo de comer”. Me dijiste
que estaba en contra de la política de la empresa. Continuó la mujer...
-Entonces, tú me hiciste el sándwich de carne mas grande que había visto
nunca... Me diste una taza de café, y me fui a un rincón a disfrutar de mi
comida. Tenía miedo de que te metieras en problemas. Luego, cuando miré y
te vi a poner el precio de la comida en la caja registradora, supe entonces
que todo iba a estar bien.
¿Así
que usted comenzó su propio negocio? El viejo Juan dijo. Si, encontré un
trabajo esa misma tarde. Trabajé muy duro, y me fui hacia arriba. Eventualmente
empecé mi propio negocio que prosperó...Ella abrió su bolso y sacó una
tarjeta. Cuando termines aquí, quiero que vayas a hacer una visita al
señor Martínez. Él es el director de personal de mi empresa. Iré a hablar
con él y estoy segura de que encontrará algo para que puedas hacer algo en
la oficina. Ella sonrió. "Creo que incluso podría darte un Adelanto, lo
suficiente para que puedas comprar algo de ropa y conseguir un lugar para
vivir hasta que te recuperes. Si alguna vez necesitas algo, mi puerta está
siempre abierta para ti Juan.
Hubo
lágrimas en los ojos del anciano. ¿Cómo voy a agradecer?, preguntó.
No me des las gracias, respondió la mujer. "A Dios dale la gloria. El me trajo a ti. Fuera de la cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron y antes de irse por su lado... Gracias por toda su ayuda, oficial - dijo La Sra. Hernández. Al contrario, dijo el oficial, Gracias. Vi un milagro hoy, algo que nunca voy a olvidar. Y gracias por el café...
No me des las gracias, respondió la mujer. "A Dios dale la gloria. El me trajo a ti. Fuera de la cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron y antes de irse por su lado... Gracias por toda su ayuda, oficial - dijo La Sra. Hernández. Al contrario, dijo el oficial, Gracias. Vi un milagro hoy, algo que nunca voy a olvidar. Y gracias por el café...
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