
Con el tiempo y la experiencia he aprendido a desarrollar cierta capacidad para enseñar quien quiera aprender, cierta afinidad para identificarme con los niños, cierta paciencia para escuchar y aconsejar al alma dolida, cierta habilidad para descubrir la enseñanza diaria en cualquier lugar y de cualquier ser vivo, y muy en especial... he desarrollado cierto grado de intolerancia para con la gente idiota, que una vez los identifico no les dejo pasar una huyéndoles cual la peste.
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