Aquellos que predican un Dios con exclusividad, un Dios solo merecedor de unos pocos, en realidad están predicando a un dios desconocido para mí, un dios miserable.
El Dios que yo conozco es un Dios repleto en amor y misericordia, un Dios de todos, en especial de aquellos que más le necesitan, en especial de aquellos que no creen en él, en especial de aquellos que no entienden sus métodos... en fin, el mejor Padre del Mundo, Padre tuyo y Padre mío.
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