Si tienes la capacidad de comprometer a determinada persona a hacer el bien, y lo hace. Puedes lograr mucho más de lo que esperas. La sensación y gracia que ofrecen la práctica del proverbio "Hacer el bien sin mirar a quién" está basado en las experiencias de haber hecho, y luego en la sensación de haber recibido. Es el sentimiento único de gratificación que solo hacer el bien puede ofrecer y el mayor estimulante para continuar haciéndolo.
Al comprometer a una persona a hacer el bien le estás brindando la oportunidad de pasar por la experiencia de ser social y moralmente útil. También a poder discernir en una mejor toma de decisiones. A veces hacemos el bien esperando algo a cambio, o reconocimiento, o que nos deban un favor para en el futuro cobrarlo de alguna manera. Pero, cuando lo hacemos desinteresadamente, o por el simple compromiso moral y ético de saber qué podemos hacer, y lo hacemos, es entonces cuando, sin darnos cuenta, abrimos la puerta de la gracia para que en el futuro sea la vida misma la que nos devuelva, en su momento determinado, ese favor. Sin contar el sentimiento de gratificación que al momento nos cubre.
Si logras comprometer a álguien a hacer un bien, y la persona descubre por sí misma el gran regalo que está haciendo siendo, y decide continuar haciéndolo o siendo, la vida misma te deberá un favor que será recompensado en su momento. Y probablemente, le habrás hecho el regalo más grande que cualquier persona necesita recibir: El ser útil, capaz, el ser uno con Dios siéndolo con el otro. El compromiso de hacer, y no hacer cualquier cosa, sino hacer un bien determinado sin esperar nada a cambio, quizás a base de un sacrificio personal, de tiempo, económico y trabajo, siempre es recompensado sobremanera. Y también es la mejor forma de intentar ser como alguna vez fue Jesús. Como dice la canción que tarareamos cada domingo en Misa, y a veces sin profundizar en sus palabras, repetimos como el papagayo: "Amar es darse a todos los hermanos, uniendo en nuestras manos el gozo y el dolor. Y al amarnos el mundo se renueva, la vida siempre es nueva, siempre es nuevo el amor."
Sé que la cantaste, ahora... ¿Profundizaste en sus palabras? Amar es darse. Hacer. Y no es hacer cualquier cosa, hacer para otros, en lo bueno y en lo malo, estar ahí. Ser uno con el otro, hacer comunidad. Amar es la única manera de renovar un mundo caído, unas esperanzas casi muertas para algunos, y brindar una estación de eterna primavera al corazón del ser humano, que tanto lo necesita. Amar es hacer el bien. Hacer el bien es amar. Así de simple. Hoy necesita otro, mañana necesitarás tú.
Como conclusión: Son solo tres palabras, pero no tres palabras cualquiera. Tres palabras que describen el legado de los grandes. Poder hacer el bien. Poder hacer el bien siempre es y será una bendición a la puerta de la esquina, un regalo, no un trabajo. Un compromiso siempre se puede convertir en un regalo y aplicar valores en la mejor virtud. Aplicar la ética siempre, negarse a practicar la doble vara o doble moral. Ver en el prójimo a un ser humano, y no a un correligionario, ese debe ser el siguiente paso para ser mejores. Para abrir la puerta de la gracia que esperamos, o simplemente para encontrar a ese Dios en quien creer. Hay muchas oportunidades en la calle para aplicar estas palabras. Pero el mejor lugar siempre ha estado ahí: Nuestro entorno. No hay que ir lejos para sentir que somos útiles. Esa capacidad debe comenzar donde no se nos ve, o donde no se espera, o donde se nos menosprecia. En la casa, en el trabajo, en tu vecindario. Comencemos, para luego ver a dónde la vida nos lleva. Dios les bendiga.
En este blog compartiré mi música, poemas, reflexiones,y artículos de contenido histórico. También compartiré trabajos de quienes han sido mis maestros, y todo lo que me apasiona en el mundo de la historia, la espiritualidad y de las artes.
Saga Espiritual - Chadys
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jueves, 30 de enero de 2020
viernes, 3 de enero de 2020
Para vivir bien la vida, procura alimentar al niño que hay en tí.
La vida no hay que entenderla, solo vivirla. Y una de las mejores maneras de hacerlo nos lo muestra la moraleja del cuento navideño alemán Ernst Theodor Amadeus Hoffmann (1816).Nos referimos al cuento del cascanueces y el rey de los ratones. El argumento principal del cuento nos presenta la guerra que se da entre un sencillo Cascanueces y el Rey de los Ratones por el castillo de Mazapán durante la noche de Navidad, y cómo una niña humana entra a participar en favor del cascanueces, logrando la derrota del Rey de los Ratones luego de una ardua batalla. Posteriormente, el cascanueces le pide matrimonio, y la niña se convierte en la nueva reina de dominios poblados por muñecos y árboles de navidad. La moraleja principal del cuento es la siguiente: "Teniendo un buen corazón, todo es posible". Al fin y al cabo, el mismo Jesús nos dijo que el reino de los cielos pertenece a los niños: "De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 18)".
También en Marcos hallamos otra lección sobre ser como un niño: “Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios es de los que son como ellos. Les aseguro que el que no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él (Marcos 10, 13-16)". John Lennon dijo: "La vida es lo que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes". Y no se equivocaba. La vida, hermosa colección de sucesos inesperados, accidentes y luchas. Crear vida con la vida, se supone que de eso se trata... crear vida a través del arte, de la improvisación. Para ser artista hay que ser ingenuo, parafraseando a Picasso. Esa chispa de inspiración que alimenta nuestra creatividad, esa dulce ingenuidad que nos invita a crear donde no hay, que nos inspira cuentos, música, obras, leyendas e historia que brindan alegrías y enseñanzas. Iluminan la sapiencia, la imaginación y el corazón.
Culminamos esta reflexión tal y como la comenzamos: La vida no hay que entenderla, solo vivirla. y cuando por fin vamos entendiéndole, la muy canalla nos comienza a regalar sus últimos suspiros. Nacemos y somos niños, y cerramos el ciclo de la vida como niños, nos guste o no. Así que mejor intentemos ser niños de por vida, con dignidad y orgullo, en todas nuestras etapas.Porque para vivir bien la vida, debes procurar alimentar al niño que hay en tí.
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