Dios es un misterio, pero un misterio comprensible. No tengo nada sino admiración cuando observo las leyes de la naturaleza. No hay leyes sin un Legislador.
Las leyes básicas del universo son simples, pero porque nuestros sentidos están limitados, no podemos captarlas. Hay un patrón en la Creación.
No puedo concebir un científico genuino sin una fe profunda. Si yo no hubiera tenido una fe absoluta en la armonía de
la Creación, no hubiera tratado durante treinta años de expresarla en
una fórmula matemática.
La religión y la ciencia van de la mano. Como he dicho antes, la ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia es ciega. Estas son interdependientes y tienen un objetivo común: la búsqueda de la verdad.
Los prejuicios del incrédulo son para mí casi tan divertidos como los prejuicios del creyente.
Dios no juega a los dados con el Universo.
En vista de tal armonía en el cosmos que yo, con mi mente humana limitada, soy capaz de reconocer, hay aún gente que dice que no hay ningún Dios. Pero lo que realmente me molesta es que ellos me citan para el apoyo de tales opiniones.
La anécdota del origen del mal:
“Un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: “¿Dios creó todo lo que existe?”
Un estudiante contestó valiente: “Sí, lo hizo.”
El profesor continuó: “¿Dios creó todo?”
“Sí señor,” respondió el joven.
El profesor contestó: “Si Dios creó todo, entonces Dios hizo el mal, pues el mal existe y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo.”
El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe cristiana era un mito.
Otro estudiante levantó su mano y dijo: “¿Puedo hacer una pregunta, profesor?”
“Por supuesto,” respondió el profesor.
El joven se puso de pie y preguntó: “¿Profesor, existe el frío?”
“¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?”
El muchacho respondió: “De hecho, señor, el frío no existe según las leyes de la Física; lo que consideramos frío, en realidad es ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía, el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor, todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar, pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor.”
“Y, ¿existe la oscuridad?”, continuó el estudiante.
El profesor respondió: “Por supuesto.”
El estudiante contestó: “Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe en estos términos. La oscuridad es en realidad ausencia de luz. La luz se puede estudiar, la oscuridad no, incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. Un simple rayo de luz rasga las tinieblas e ilumina la superficie donde termina el haz de luz. ¿Cómo puede saber cuan oscuro está un espacio terminado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? ‘Oscuridad’ es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente.”
Finalmente, el joven preguntó al profesor: “Señor, ¿existe el mal?”
El profesor respondió: “Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo; esas cosas son mal.”
A lo que el estudiante respondió: “En la misma línea de pensamiento, el mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios, es, al igual que los casos anteriores, un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios. Dios no creó el mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz.”
Entonces el profesor, después de asentir con la cabeza, se quedó callado.
El nombre del joven era Albert Einstein.”
Tomado de: http://creyentesintelectuales.blogspot.com/2013/08/einstein-el-creyente.html
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