Desde que mis labios descubrieron el perfume de tu piel
necesitan del espacio que completan tu cabeza con tus pies.
Desde que mi olfato percibió la calidez de tus pechos
urgen cada día oxigenarse con tu ser.
Desde que mis ojos penetraron tus caderas
no divisan horizontes más allá de tus posaderas.
Desde que mis manos se pasearon por el mapa de tu cuerpo
no apaga ni consume el ya avivado fuego.
Se esparce la memoria de tu luz
en carne viva, me quemo y no lo siento
me derrito, tras fundirme con tu cuerpo
más lo siento si dejo de arder.
vivo fuego, viento lento
tu aliento lento siento
más lo siento si dejo de arder (bis).
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