El amor siempre comienza de manos abiertas, de manos vacías. Y como las redes del buen pescador, o como la cosecha del buen sembrador, recibe a manos llenas lo que dio a la vida, lleno de alegrías siempre termina el amor.
El amor y el corazón son una Divina Paradoja. Pues solo se llena el corazón cuando se vacía en amor.
Algo opuesto a la naturaleza humana, pero aquél que lo logra se transforma en lo que regaló.
Teniendo nada se hace todo, porque encontró en sí mismo a Dios.
Son una Divina Paradoja, el amor y el corazón.
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