
En una noche triste le pedí a Dios que me diera alegría; pero me dijo que no. A cambio, me ofreció su paz...y sentí paz. Luego me ofreció su amor, y me sentí amado...súbitamente y de la nada comprendí; que la alegría nace como resultado de una acción, una palabra, un grato recuerdo, una sonrisa, un detalle...y la alegría brotó de mi corazón. Con la paz que Dios me hiciera sentir pude percibir su amor en mi corazón antes de que me lo ofreciera. Pensé para mí...Dios no me dió la alegría, pero me guió hasta encontrarla,utilizando otras gracias que no le pedí, pero incondicionalmente acepté. Y luego; dejándome satisfecho, se despidió sin despedirse, dejando un eterno hasta siempre grabado en mi memoria...y una paz rebosante de amor en mis adentros... entonces pude dormir.
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