Su supieramos aprovechar nuestras lágrimas de ahora y las ofreciéramos... se volverían abono para ese árbol que en su momento nos dará frutos en abundancia; y sombra para cobijarnos.
Todo desde la santa voluntad del Padre...y su Divino Querer; solo así nuestras lágrimas serían benditas, cuando aprendemos a ofrecerles desinteresadamente.
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