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Saludos amigos del blog!!!! Quiero darles la bienvenida a mi humilde aposento cibernético con el cual comparto desde el año 2009 lo que me apasiona en el mundo de las artes, la historiografía, la música, la literatura y la espiritualidad. Y también escritos originales... Pueden accesar a mi música en Spotify, YouTube y a los interesados en mis publicaciones literarias, las pueden adquirir en su librería preferida en Puerto Rico, Amazon, eBay, o escribiéndome. Muchas bendiciones!

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domingo, 7 de diciembre de 2025

Isabella Bird

El dolor de espalda de Isabella Bird era tan agudo que los médicos victorianos la sentenciaron a una vida confinada en cama. Durante sus primeros 40 años, parecía que tenían razón. En su casa de Inglaterra, su columna "se negaba" a sostenerla. Era una inválida atrapada en la sofocante comodidad de la clase media.
Pero Isabella no estaba enferma del cuerpo; estaba enferma de encierro. Su mente era grande, pero su jaula era pequeña.
Como último recurso, un médico le recetó algo inusual en 1854, una solución simple, pero grandiosa y fue viajar. No como cura, sino como distracción. Y ahí ocurrió el milagro médico que nadie pudo explicar.
En el momento en que Isabella subía a un barco o montaba un caballo, sus síntomas desaparecían. La mujer que no podía estar de pie en su sala, de repente era capaz de cabalgar 800 millas por las Montañas Rocosas de Colorado, escalar volcanes en Hawái y atravesar desiertos en Persia.
A los 40 años, cuando la sociedad esperaba que fuera una "solterona invisible", Isabella se volvió imparable. En las Montañas Rocosas, conoció a forajidos, durmió bajo la nieve y se fabricó su propio traje para montar a caballo como un hombre, desafiando todas las normas de la época.
Su "medicina" era la libertad.
En 1892, se convirtió en la primera mujer aceptada en la prestigiosa Royal Geographical Society de Londres. Los hombres poderosos de la época, como Lord Curzon, la llamaron "un horror", temerosos de una mujer que no necesitaba protección.
Isabella Bird demostró que la supuesta "fragilidad femenina" de la época no era biológica, sino social. Murió en 1904, después de una vida de aventuras, demostrando que a veces, lo único que necesitamos para sanar es que nos dejen ser libres.
Para hacer esta historia, me base en la fuente de Royal Geographical Society de Londres. El contenido es educativo e histórico.

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Breve descripción de Jesús - Publius Lentutius (Gobernador de Judea)


Hermosa descripción de alguien que lo conoció...
…..¿Cuál era el aspecto de Jesús ?......
Este artículo se publicó en el diario El Comercio de Lima en abril de 1941 ;
Poco antes de que estallara la guerra de 1914, se descubrió en Roma, en la biblioteca de los Padres Lazaristas, un pergamino antiquísimo, cuyo contenido habría arrebatado la sorpresa del mundo, si esto no lo hubiera impedido el estallido de la gran guerra mundial.
Hasta hoy la autoridad histórica de este documento ha quedado intacta. En él posee el mundo un testimonio auténtico de inmenso valor histórico sobre Jesús, su figura y personalidad exterior.
Se trata de una carta escrita por Publius Lentutius, antecesor de Poncio Pilato, en su calidad de Gobernador de Judea, carta dirigida al Emperador Romano, y que trata de Jesucristo.
El documento está escrito en latín y data del tiempo en que apareció Jesucristo como predicador del pueblo.
A continuación damos la traducción de este documento al castellano:

 El Gobernador de Judea, Publius Lentutius, al Emperador Romano.
Supe,! Oh Cesar! Que tu deseas saber algo respecto al hombre virtuoso que se llama Jesucristo y a quien el pueblo considera como profeta y como Dios y de quien dicen sus discípulos que es el Hijo de Dios, Creador del cielo y de la tierra.
En realidad, ¡Oh, Cesar! Se oyen diariamente cosas maravillosas. Por decirlo brevemente, él hace resucitar a los muertos y sana a los enfermos es hombre de mediana estatura de un aspecto benigno, de grandísima dignidad, lo cual se manifiesta en su rostro, de una manera que, al considerarlo, uno infaliblemente siente la necesidad de amarlo y temerlo.
Su pelo largo hasta las orejas tiene el color de nueces maduras y desde allí cayendo sobre las espaldas es de un color brillante y dorado. En la mitad de la cabeza está dividido según usan los nazarenos. La frente lis y la cara sin arrugas, ni manchas. La barba, igual al pelo de la cabeza, en color, esta crespa y, sin ser larga se divide en el medio. La mirada seria posee la virtud de un rayo solar. Nadie le puede mirar fijo en los ojos.
Cuando habla amonestando inspira temor, pero apenas acaba de reprender esta como llorando. A pesar de ser severo, está muy afable y amable. Se dice que nadie le ha visto reír, pero si llorar. Todos encuentran su conversación afable y agradable. Pocas veces aparece en público, y cuando aparece se le ve muy modesto. Él tiene una presentación muy noble. Él es hermoso. Por lo demás, su madre es la mujer más hermosa que jamás se ha visto en estas regiones.
¡Oh, Cesar! Si tu deseas verlo como me has escrito una vez, hazme saberlo y te lo enviaré enseguida. El no hizo nunca estudios; no obstante, él sabe todas las ciencias. El anda descalzo y con la cabeza descubierta. Muchos al verlo de lejos se ríen; pero apenas se acercan tiemblan y lo admiran. Dicen que jamás se ha visto en estas tierras un hombre como El.
Los hebreos aseguran que jamás se ha oído una doctrina como la suya. Muchos dicen que Él es Dios; otros que él es enemigo de Cesar.
Los malos hebreos le molestan mucho. Pero de Jesús se dice que nunca ha dejado descontento a alguno; más bien su intento es de dejar contentos a todos.
En todo caso, ¡Oh, Cesar!, yo cumpliré cualquier orden que tú me mandes respecto a Él.
En Jerusalén, indico (sic) 7 del undécimo mes.

Publius Lentutios.
Gobernador de Judea

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jueves, 4 de diciembre de 2025

Jesús y la mujer adúltera

 


¿SABÍAS POR QUÉ JESUCRISTO ESCRIBIÓ EN LA TIERRA CUANDO LE TRAJERON A LA MUJER ADÚLTERA?
 
Una señal legal, profética y mesiánica que pocos entienden.
Hay escenas en los Evangelios que todos conocen… pero muy pocos comprenden.Esta es una de ellas:
Los líderes traen a una mujer acusada de adulterio. La ponen en medio. Le exigen a Yeshúa un juicio.
Él se agacha… y escribe en la tierra.
¿Por qué?
¿Por qué no la mira?
¿Por qué no responde inmediatamente?
¿Por qué escribe?
Nada de esto es casual. Nada es accidental.
Todo tiene un eco legal del judaísmo del siglo I y un mensaje profético profundo. Vamos por partes.
ESCRIBIR EN LA TIERRA ERA UN ACTO LEGAL (JEREMÍAS LO ANUNCIÓ)
El profeta Jeremías dijo algo impresionante:
 Jeremías 17:13 “Los que me abandonan serán escritos en el polvo…”
En contexto, esto significa:
registrar públicamente el pecado
exponer la hipocresía
mostrar a quienes violan la Torá mientras aparentan justicia
Cuando Yeshúa escribe en tierra, no está distraído…
Está cumpliendo una profecía y aplicando un principio legal: Él no está escribiendo los pecados de la mujer… sino los de los acusadores.
Por eso se van, uno por uno. Ellos entienden perfectamente lo que Él está haciendo.
ERA UNA TRAMPA LEGAL: QUERÍAN ACUSAR A JESÚCRISTO
La mujer es solo un pretexto.
Según la Torah:
Para un juicio de adulterio debían traer a los dos culpables. Debía haber dos o tres testigos confiables. Debía haber un proceso, no un linchamiento público.
Pero los líderes no traen al hombre. No presentan evidencia. No buscan justicia.
Buscan que Yeshúa:
o contradiga a la Toráh
o contradiga a Roma
Cualquiera de las dos sería motivo de arresto.
¿La respuesta de Yeshúa? Escribir en la tierra.
Un gesto que los desarma legalmente SIN caer en su trampa.
EN EL JUDAÍSMO DEL SIGLO I, EL POLVO ERA ESCENARIO DE JUICIOS SIMBÓLICOS
Hay un detalle casi desconocido:
En casos de sospecha de adulterio (Sotá), el sacerdote escribía el texto del juicio en un material que se podía borrar fácilmente.
¿Dónde se realizaba esto?
En el suelo del Templo, cubierto de polvo.
Es decir: Escribir en polvo = acto judicial simbólico.
Yeshúa está actuando como Juez, no como maestro más. Los fariseos lo entienden. Por eso retroceden.
jESUCRISTO ACHASE MIENTRAS ESCRIBE: NO AVALA LA VIOLENCIA NI EL ESPECTÁCULO
Mientras ellos gritan…
Él se inclina.
Mientras ellos exigen muerte…
Él escribe en silencio.
En la cultura hebrea, inclinarse al escribir significaba:
Llamada a reflexión
Suavizar la tensión violenta
Desactivar el impulso grupal
Obligar a todos a mirar sus propios corazones
Es como si dijera:
“Antes de juzgar… mírate.”
LA FRASE CLAVE: “EL QUE ESTÉ SIN PECADO…”
Muchos piensan que es un llamado a la tolerancia.
Pero en el contexto legal del Sanedrín significa:
“El testigo que esté libre de la misma culpa sea el primero en ejecutar la sentencia.”
Yeshúa está aplicando la Toráh:
Deuteronomio 17:7 “La mano de los testigos será la primera en ejecutar…”
Pero si los testigos son corruptos, selectivos o parciales… La ejecución queda invalidada. Por eso todos se van. No pueden sostener su propia acusación.
JESUCRISTO ESCRIBE DOS VECES
Juan dice que se inclinó dos veces.
¿Por qué dos?
En la Torá:
La ley se establece “por dos testigos”
Las advertencias se repiten dos veces antes del juicio
Los decretos se confirman con duplicación (Génesis 41:32)
Es como si Yeshúa dijera:
“Doy testimonio verdadero. Confirmo juicio. Revelo hipocresía.”
Por eso se van desde los más viejos (más expertos en ley) hasta los jóvenes (los que estaban copiando el acto).
YESHÚA NO IGNORA EL PECADO. LO REDIME.
Cuando todos se van, Jesucristo dice: “¿Nadie te condenó?… Tampoco Yo te condeno. Vete, y no peques más.”
Y aquí está la esencia del Reino:
No minimiza el pecado
No normaliza el pecado
No condena sin misericordia
No destruye a la persona
No convierte la Toráh en arma
Él restaura.
Él reorienta.
Él libera.
La historia no es sobre una mujer culpable… Sino sobre corazones que usan la verdad sin amor y la ley sin justicia.
La pregunta no es:
“¿Qué JESUCRISTO escribió?”
Sino:
“¿Qué revelaría hoy si escribiera en el polvo de mi vida?”
Quizás:
orgullo
religiosidad
juicio apresurado
hipocresía
falta de misericordia
La historia no termina con una mujer perdonada. Termina con una verdad que atraviesa los siglos: Delante de Yeshúa, nadie puede esconder su pecado…
pero todos pueden encontrar misericordia.
Los religiosos se fueron porque preferían tener razón antes que ser transformados.
La mujer se quedó… y encontró vida.
Ahí está el verdadero contraste:
Los que acusan siempre se van. Los que reconocen su necesidad, permanecen!
 
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miércoles, 3 de diciembre de 2025

La misericordia triunfa sobre el juicio

La Biblia narra que un ángel intentó matar a Moisés en Éxodo 4:24-26. Este evento ocurrió porque Moisés no había circuncidado a su hijo, incumpliendo así el pacto de Abraham. Fue su esposa Séfora quien, al circuncidar a su hijo, detuvo la furia del ángel de Jehová y salvó la vida de Moisés.
El pasaje: El relato se encuentra en Éxodo 4:24-26, donde se menciona que "en el camino, el Señor le salió al encuentro y procuró matarle".
El motivo: La razón detrás de este suceso fue el incumplimiento de Moisés con el pacto de la circuncisión, ya que no había circuncidado a su hijo como indicaba el mandamiento divino.
La salvación: Séfora, comprendiendo la situación, tomó un cuchillo y circuncidó a su hijo, tocando con el prepucio los pies de Moisés.
Este acto hizo que Dios se apartara de él y lo dejara en paz.
El problema era que Moisés iba a Egipto a rescatar al pueblo circuncidado de Dios de los egipcios incircuncisos.
Había una clara distinción entre los esclavos y los opresores, pero Moisés, el líder del pueblo de Dios, estaba desdibujando la distinción en su propia familia. Además, Moisés iba a ser el legislador de Israel, y no estaría bien que el legislador fuera un transgresor de la ley. Parte de la ley exigiría la circuncisión (Levítico 12:3). Que Moisés tuviera un hijo incircunciso sería descaradamente hipócrita, y la hipocresía nunca es buena en un líder nacional.
La vida personal de Moisés tenía que estar en orden antes de que pudiera dirigir adecuadamente la vida espiritual del pueblo hebreo. Cualquiera que fuera la causa de que Moisés descuidara un rito tan importante, su pecado le incapacitaba para servir como líder espiritual. Había que rectificar la situación antes de que pudiera llevar a cabo su misión. Dios estuvo a punto de matar a Moisés, pero Moisés vivió porque Dios permitió el arrepentimiento y el perdón. Alabado sea el Señor, porque "la misericordia triunfa sobre el juicio"
 
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domingo, 30 de noviembre de 2025

Marie Elizabeth Zakrzewska y el primer servicio de ambulancias urbanas modernas.


Nadie en Nueva York olvidó jamás aquella tarde de 1869. Una mujer cruzó la Quinta Avenida corriendo, con su falda recogida y un bolso de cuero apretado contra el pecho. Se llamaba Marie Elizabeth Zakrzewska, tenía 43 años, y mientras la multitud se apartaba para dejarla pasar, todos pensaban lo mismo:

“¿Qué puede hacer una mujer ahí?”

En el suelo, un hombre yacía sin moverse. Un carruaje lo había atropellado. La gente miraba. Comentaba. Señalaba. Pero nadie sabía qué hacer.

Hasta que Marie se arrodilló.

—Háganse a un lado —ordenó, sin elevar la voz.

—¿Señora, está usted loca? —dijo un policía—. No tiene por qué intervenir.

—Si no intervengo yo, él muere —respondió ella, sin pestañear.

Mientras otros dudaban, Marie actuó. Tomó su pulso. Abrió su camisa. Revisó su respiración. Dio indicaciones claras:

—Necesito un carruaje vacío. Y una manta.

Varias personas corrieron a buscar lo que pedía. Marie colocó al hombre con sumo cuidado.

—No lo muevan así —dijo, sujetando el cuello del herido—. Podemos dañarle la columna.

El policía la miraba, confundido.

—¿Quién es usted?

Marie alzó los ojos.

—La mujer que está haciendo lo que usted debería hacer.

Aquel episodio no la dejó tranquila. Esa noche, mientras escribía en su pequeño despacho, no podía borrar la imagen del hombre desvanecido en plena calle.

“Qué barbaridad”, pensó. “Una ciudad con miles de habitantes… y nadie sabe ayudar”.

Marie no era una mujer común. Era doctora. Alemana. Y una pionera que ya había luchado mil batallas para ser tomada en serio. Sabía que en Nueva York la mayoría de los accidentes terminaban en tragedia porque nadie llegaba a tiempo… o porque llegaban, pero sin conocimientos.

“Hay que hacer algo”.

Y esa idea no la soltó.

Dos semanas después, reunió a dos médicos y una enfermera en un pequeño salón del East Side.

—Necesitamos un cuerpo de respuesta rápida —explicó—. Personas entrenadas. Carros adaptados. Material básico. Algo que pueda llegar a cualquier punto de la ciudad en minutos.

Los médicos se miraron.

—¿Una especie de… brigada médica móvil?
—Exacto.

Hubo dudas, críticas, risas.

—Marie, eso sería imposible de financiar.
—Marie, la ciudad no autorizaría algo así.
—Marie, nadie confiará en un sistema inventado por una mujer.

Ella apoyó ambas manos sobre la mesa.

—Pues si la ciudad no lo autoriza, lo empezaremos nosotros. Los que se unan, trabajarán gratis hasta que demostremos que sirve.

Hubo silencio.

Y uno a uno… los tres dijeron:

—Estoy dentro.

El primer “vehículo de emergencia” no era más que un carruaje reforzado, con una camilla rudimentaria y una caja de madera llena de vendas, alcohol y unas pinzas quirúrgicas.

Marie y su equipo entrenaron días enteros: cómo cargar a un herido, cómo detener una hemorragia, cómo inmovilizar fracturas, cómo actuar en pánico.

Pero lo más difícil no fue el entrenamiento.
Fue la reacción de la gente.

—¡Eh, ahí van los locos de la doctora! —gritaban algunos.
—¿Qué es eso? ¿Un circo? —se burlaban otros.

Marie no respondía.
Ella esperaba los hechos.

Y los hechos llegaron.

El primer aviso ocurrió un sábado. Un niño se había caído desde el segundo piso de una vivienda. La gente gritaba en la calle.

El carruaje de Marie llegó en pocos minutos.

—¡A un lado! —gritó ella bajando del vehículo—. ¡Déjenme verlo!

Mientras la madre sollozaba, Marie examinó al pequeño.

—Respira. Tiene pulso. Podemos salvarlo.

Lo inmovilizó con tablas, dio instrucciones rápidas y lo llevaron al hospital.

Sobrevivió.

Ese día, la ciudad entera cambió de opinión.

Lo que empezó como una “locura sin futuro” se convirtió en el primer servicio de ambulancias urbanas modernas. Nueva York adoptó el sistema. Luego, Boston. Después, el resto del país.

Marie nunca buscó reconocimiento.
Solo buscaba que nadie muriera por ignorancia.

Más tarde, cuando le preguntaron por qué insistió tanto, respondió:

—Porque no soporto ver cómo la gente muere rodeada de espectadores. Todos podemos salvar una vida… si alguien se atreve a empezar.

lunes, 24 de noviembre de 2025

"Soy un soldado" - María Orosa

 

María Orosa era una científica filipina que usó su ingenio para engañar al ejército japonés y salvar miles de vidas en su propia tierra ocupada. Nacida en la provincia de Batangas, María viajó joven a los Estados Unidos, donde se graduó como química en la Universidad de Washington.
Aunque podría haberse quedado viviendo el "sueño americano" lejos del peligro, decidió regresar a Filipinas en 1922 con una misión patriótica: enseñar a su pueblo a ser autosuficiente usando los recursos locales. Pero enfrento un gran problema, notó que los tomates fallaban en el suelo filipino, sin embargo los plátanos crecían salvajemente por todas partes, inventando asi el famoso ketchup de plátano, dándole a su nación un sabor propio y libertad económica.
​Pero con la guerra, ese paraíso tropical se tornó en un infierno. Todo cambió en 1941, cuando el Imperio de Japón invadió Filipinas. Manila cayó, y los invasores japoneses encerraron a miles de civiles filipinos y soldados estadounidenses en el campo de internamiento de Santo Tomás, dejándolos morir de hambre.
La familia de María le rogó que dejara la ciudad, ya que tenia la oportunidad de hacerlo, pero ella, de 49 años, se negó a huir a la seguridad de la provincia de Batangas diciéndoles: "Soy un soldado", y se quedó para transformar su ciencia en resistencia.
María, que operaba un laboratorio en la ciudad ocupada, se unió a la resistencia en secreto. Mientras fingía seguir trabajando normalmente bajo la vigilancia enemiga, desarrolló el Soyalac (una bebida proteica de soja) y el Darak (galletas de salvado de arroz ricas en vitaminas).
​De esta forma, ideó un plan para alimentar a todos los que estaban privados de la libertad, una operación brillante y peligrosa. Se trataba de ocultar los alimentos que ella había creado en su laboratorio dentro de cañas de bambú huecas, pada que los carpinteros entraran en la prisión bajo la excusa de hacer reparaciones.
Bambú por bambú, María nutrió a miles de prisioneros, devolviéndoles la vida con los mismos recursos de la tierra que intentaban dominar.
Los soldados japoneses nunca sospecharon que esa mujer filipina estaba manteniendo vivos a los enemigos del imperio bajo sus propias narices. María Falleció en 1945 por la metralla durante la liberación de Manila, sacrificando su vida por defender su hogar y a sus aliados, demostrando que el amor por la patria también se ejerce desde un laboratorio.
​Validación histórica y científica: National Historical Commission of the Philippines (NHCP) - Archivos de María Orosa e Historia de la Resistencia. Este contenido es informativo y educativo.
 
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domingo, 23 de noviembre de 2025

Yo estaba allí - Ruth Coker Burks

 

Cuando los hospitales rechazaban a los pacientes con sida en los años ochenta, ella cruzó la puerta marcada con “No entrar”. Se convirtió en la única familia que decenas de hombres moribundos tuvieron jamás.
En 1984, la crisis del sida arrasaba Estados Unidos, y el miedo era especialmente palpable en los hospitales de las pequeñas ciudades, donde incluso los trabajadores sanitarios se negaban a entrar en las habitaciones de los pacientes.
Ruth Coker Burks era una joven madre soltera de Hot Springs, Arkansas. Estaba visitando a una amiga en un hospital de Little Rock cuando vio algo extraño: una puerta sellada con cinta roja.
Las enfermeras susurraban advertencias. Dentro estaba “uno de ellos”: un hombre con sida. Nadie entraba. Nadie le llevaba comida. Nadie lo tocaba.
Ruth sí.
Entró y encontró a un joven esquelético, solo, aterrorizado. Pesaba menos de 45 kilos, casi indistinguible de las sábanas blancas.
Pidió por su madre.
Ruth habló con una enfermera para pedir el número. La enfermera la miró como si estuviera loca: “Cariño, su madre no va a venir. Lleva seis semanas ahí y nadie ha venido.”
Ruth llamó de todos modos.
La voz al otro lado fue helada: “Murió para mí cuando se volvió homosexual.”
Después, silencio.
Ruth volvió a la habitación. Se sentó a su lado. Le tomó la mano —una mano que nadie más quería tocar, una mano que incluso su propia madre había rechazado.
Durante trece horas permaneció con él, hasta que dio su último aliento.
Ese momento le cambió la vida.
La noticia corrió entre la pequeña y aterrorizada comunidad gay de Arkansas: había una mujer en Hot Springs que ayudaría. Que no tenía miedo. Que no cerraría la puerta.
Más hombres llegaron. O más bien, Ruth los encontró, en hospitales donde las familias preferían decir que sus hijos estaban muertos antes que admitir que tenían sida.
Ruth Coker Burks se convirtió en un sistema de apoyo de una sola persona para los pacientes con sida del centro de Arkansas.
No tenía formación médica. Ni financiación. Ni una organización detrás.
Solo una determinación: que nadie muriera solo.
Llevaba a los pacientes a citas médicas cuando nadie quería transportarlos. Recogía medicamentos —guardaba AZT en su despensa porque muchas farmacias locales se negaban a tenerlo.
Les ayudaba con trámites. Cocinaba para ellos. Se sentaba con ellos en medio del miedo y del dolor.
Y cuando morían —cuando las familias se negaban a reclamar sus cuerpos—, Ruth se aseguraba de que tuvieran un lugar de descanso final.
Su familia tenía parcelas en el cementerio Files, un pequeño cementerio histórico en Hot Springs. Ruth las usó para enterrar a hombres cuyas familias no los querían de vuelta.
Trabajaba con una funeraria para las cremaciones. Luego, ella y su hija pequeña iban al cementerio con un cavahoyos y una pequeña pala. Cavar, enterrar, celebrar un funeral improvisado —porque ningún sacerdote aceptaba hacerlo.
“El número exacto de hombres que enterré ha sido debatido”, recuerda Ruth. “Pero lo que no se discute es que les di un lugar donde descansar.”
El precio fue alto.
Su comunidad la rechazó. Su hija fue marginada en la escuela. Quemaron cruces en su jardín.
Pero los bares gay de Arkansas se unieron para ayudarla. Las drag queens organizaban espectáculos para recaudar dinero, lo suficiente para pagar cremaciones y medicamentos.
Ruth nunca perdió la fe. “Solo perdí la fe en la fe de los demás”, dijo.
Siguió trabajando incansablemente durante finales de los ochenta y hasta mediados de los noventa, hasta que los nuevos tratamientos cambiaron la realidad del VIH.
En 2010 sufrió un derrame cerebral —que ella misma atribuye, en parte, al estrés de aquellos años— y tuvo que reaprender a hablar, leer y escribir.
Pero sobrevivió.
Décadas después, su historia resurgió. En 2015, el Arkansas Times la llamó “El Ángel del Cementerio”. La historia se hizo viral. Le siguieron NPR, CBS, homenajes y un libro: “All the Young Men” en 2020.
En uno de los capítulos más oscuros de la salud pública estadounidense, cuando el miedo y el estigma mataban tanto como el virus, Ruth estuvo ahí.
Entró en habitaciones que otros evitaban. Tocó manos que otros rehusaban. Enterró a hombres cuya existencia otros negaban.
Paul Wineland, un residente de Hot Springs que conoció a Ruth durante la crisis, lo resumió así: “Aquí estábamos prácticamente solos. Yo tenía a Ruth, y eso era todo.”
Eso es lo que importa. Cuando la gente moría sola, aterrada, abandonada por todos los que debían amarlos —Ruth estuvo ahí.
No cambió leyes. No acabó con el estigma. No curó la enfermedad.
Hizo algo más simple y más difícil:
Se quedó cuando todos los demás se fueron.
La llamaron “El Ángel del Cementerio”.
Pero Ruth nunca se vio así.
“Solo necesitaban a alguien,” dijo. “Y yo estaba allí.”
A veces eso es todo lo que hace falta para cambiar el mundo de alguien… o para ayudarlo a dejarlo con dignidad.
 
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"TINAJÓN": UNO DE LOS JUGADORES MÁS GRANDES DEL BALONCESTO PUERTORRIQUEÑO

 

"TINAJÓN": UNO DE LOS JUGADORES MÁS GRANDES DEL BALONCESTO PUERTORRIQUEÑO
Joe
Raúl "Tinajón" Feliciano (1930-2016) es una leyenda del baloncesto puertorriqueño, un jugador pionero que transformó el deporte en la isla y posteriormente se desempeñó como abogado y juez. Nació el 31 de julio de 1930 en Ciales.
"Tinajón", que medía 6', jugaba la posición de centro, es considerado el primer responsable de popularizar masivamente el baloncesto en Puerto Rico en la década de 1950, a tal punto que la liga tuvo que trasladarse a canchas más grandes para acomodar a los fanáticos. Su impacto fue tal que se habla de dos épocas en el baloncesto puertorriqueño: antes y después de "Tinajón".
Su principal arma ofensiva era el gancho de derecha, pero luego también desarrolló el tiro brincado, ejecución que aprendió cuando jugadores de la Universidad de Long Island vinieron a Puerto Rico a foguear.
“Siempre he dicho que el baloncesto se creó para uno tirar solo. Lo que tienes es que buscar la manera de evadir la defensa y tirar solo. Eso era lo que yo hacía. Hacía aguajes de un lado para otro, arriba pa’ abajo, hasta que por fin salía de la defensa y podía tirar solo”, dijo una vez Don Tinajón Feliciano.
Participó con los siguientes equipos;
Gallitos de la UPR 1947–1951, Santos de San Juan
1952–1953, Cardenales de Río Piedras 1954–1956,
y Santos de San Juan 1961, 1963, 1967.
Algunos de sus logros notables fueron;
*Primero en promediar sobre 20 puntos por juego en una temporada en la liga local.
*3 veces Campeón del BSN (1951, 1955-1956).
*6 veces Campeón Anotador del BSN (1948-1952, 1955).
*2 veces Jugador Más Valioso del BSN (1951, 1955).
*Primer jugador en la historia del BSN en anotar 40 o más puntos en un solo partido (anotó 46 puntos el 5 de septiembre de 1949).
*Tinajón finalizó su carrera con 4,719 puntos en 237 partidos para un promedio de 19.9 puntos por juego. Con el Equipo Nacional,
*Participó en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Guatemala 1950 y de México en 1954.
*Recibió ofertas para jugar en la NBA con los New York Knicks y los Baltimore Bullets, las cuales no aceptó, algo que lamentó más tarde.
*Además de su carrera deportiva, Feliciano fue un hombre de estudios. Se graduó en Administración de Empresas y posteriormente como abogado. A los 22 años, se convirtió en uno de los jueces más jóvenes de Puerto Rico.
Murió el 17 de julio de 2016, a los 85 años.
Legado:
El coliseo municipal de su pueblo natal, Ciales, lleva su nombre en su honor. 
 
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sábado, 22 de noviembre de 2025

Max Yasgur y Woodstock 1969.

Cuando se enteró de que sus vecinos nunca volverían a comprarle nada si permitía que los hippies llegaran, Max Yasgur miró a su esposa. Y ella supo, con solo ver sus ojos, que ya había tomado una decisión.
Agosto de 1969. Bethel, Nueva York.
Max Yasgur, un granjero lechero de 49 años, había pasado toda su vida construyendo algo real en las colinas del condado de Sullivan: seiscientas acres de tierra fértil, un rebaño de vacas premiadas y una reputación de hombre justo y buen vecino.
Entonces, un grupo de jóvenes de la ciudad de Nueva York le preguntó si podían usar uno de sus campos para un festival de música.
La reunión del pueblo fue brutal.
Vecinos que conocían a Max desde hacía décadas le dijeron sin rodeos:
“Si permites ese festival, boicotearemos tu granja. Nadie comprará tu leche. Nadie hará negocios contigo. Estás acabado.”
Su esposa, Miriam, lo observó mientras escuchaba aquellas amenazas.
Y vio algo cambiar en él.
“En ese momento supe,” diría más tarde, “que Max iba a hacerlo, sin importar lo que dijeran.”
Max Yasgur era un hombre que se volvía más terco cuanto más lo presionaban.
En lo más profundo de su alma de granjero, creía que los jóvenes tenían derecho a reunirse pacíficamente, aunque tuvieran el pelo largo y escucharan una música que él no entendía.
Cuatrocientas mil personas llegaron a Woodstock.
Pisotearon sus campos.
Derribaron sus cercas.
Dejaron sus pastizales devastados.
Los daños fueron enormes.
Pero durante el festival, ocurrió algo increíble.
Max subió al escenario —un granjero judío de mediana edad, con ropa de trabajo— frente al mayor encuentro juvenil de la historia estadounidense, y dijo:
“Lo que ustedes han demostrado al mundo es que quinientas mil personas jóvenes —y los llamo jóvenes porque tengo hijos mayores que ustedes— pueden reunirse durante tres días de música y alegría, y no tener nada más que eso: música y alegría. ¡Dios los bendiga por ello!”
La multitud le respondió con una ovación de pie que duró varios minutos.
Pero luego vino la realidad.
El servicio postal se negó a atenderlo.
Max tuvo que cambiar su dirección a un pueblo vecino solo para poder recibir su correo —incluidas las notas de agradecimiento y las flores que le enviaron artistas como Jimi Hendrix, Janis Joplin y The Who, agradeciéndole su valentía.
La tienda local lo rechazó.
Amistades de toda una vida se disolvieron de la noche a la mañana.
El 7 de enero de 1970, algunos de sus propios vecinos lo demandaron por los daños que los asistentes del festival habían causado en su propiedad.
Max nunca se echó atrás.
A los periodistas que le preguntaban si volvería a organizar un festival, respondió con calma:
“Hasta donde sé, volveré a mi granja.”
Un año después, recibió 50 000 dólares como compensación por los daños.
No era suficiente para reemplazar lo que había perdido —no los cercos ni el pasto, sino la comunidad que lo había abandonado por negarse a odiar a los jóvenes.
En 1971, Max vendió la granja que había sido la obra de su vida.
Él y Miriam se mudaron a Marathon, Florida, con la esperanza de que un nuevo comienzo aliviara su corazón —el físico, que ya estaba débil, y el metafórico, quebrado por sus vecinos.
El 9 de febrero de 1973, un año y medio después de dejar Nueva York, Max Yasgur murió de un ataque cardíaco. Tenía 53 años.
La revista Rolling Stone le dedicó uno de los pocos homenajes de página completa que ha hecho a alguien que no fuera músico.
Porque Max Yasgur había hecho algo que importaba:
se había interpuesto entre los jóvenes y quienes querían silenciarlos.
Hoy, el Bethel Woods Center for the Arts se alza en ese mismo campo donde 500 000 jóvenes demostraron que la paz era posible.
Desde 1996, miles de personas regresan cada verano al antiguo terreno de Max, para recordar —no solo la música, sino al hombre que la hizo posible.
Sus vecinos pensaron castigarlo dándole la espalda.
No entendieron que Max Yasgur ya había elegido de qué lado de la historia quería estar.
Eligió a los jóvenes con flores en el cabello antes que a los adultos con piedras en el corazón.
Eligió la música antes que el silencio.
Eligió quedarse solo con sus principios antes que unirse a una multitud que le pedía traicionarlos.
Y cuando esas 400 000 almas se levantaron para aplaudirlo en aquella colina embarrada en 1969,
Max Yasgur recibió algo más valioso que la aprobación de sus vecinos:
Recibió la gratitud de una generación que nunca olvidaría al granjero que les dio un campo y les pidió una sola cosa: demostrar que la paz era posible.
Lo hicieron.
Y él también. 
 
De la red...