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Música, Historia y Arte
En este blog compartiré mi música, poemas, reflexiones,y artículos de contenido histórico. También compartiré trabajos de quienes han sido mis maestros, y todo lo que me apasiona en el mundo de la historia, la espiritualidad y de las artes.
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domingo, 7 de diciembre de 2025
Isabella Bird
De la red...
Breve descripción de Jesús - Publius Lentutius (Gobernador de Judea)
Hermosa descripción de alguien que lo conoció...
…..¿Cuál era el aspecto de Jesús ?......
Este artículo se publicó en el diario El Comercio de Lima en abril de 1941 ;
Poco antes de que estallara la guerra de 1914, se descubrió en Roma, en la biblioteca de los Padres Lazaristas, un pergamino antiquísimo, cuyo contenido habría arrebatado la sorpresa del mundo, si esto no lo hubiera impedido el estallido de la gran guerra mundial.
Hasta hoy la autoridad histórica de este documento ha quedado intacta. En él posee el mundo un testimonio auténtico de inmenso valor histórico sobre Jesús, su figura y personalidad exterior.
Se trata de una carta escrita por Publius Lentutius, antecesor de Poncio Pilato, en su calidad de Gobernador de Judea, carta dirigida al Emperador Romano, y que trata de Jesucristo.
El documento está escrito en latín y data del tiempo en que apareció Jesucristo como predicador del pueblo.
A continuación damos la traducción de este documento al castellano:
El Gobernador de Judea, Publius Lentutius, al Emperador Romano.
Supe,!
Oh Cesar! Que tu deseas saber algo respecto al hombre virtuoso que se
llama Jesucristo y a quien el pueblo considera como profeta y como Dios y
de quien dicen sus discípulos que es el Hijo de Dios, Creador del cielo
y de la tierra.
En realidad, ¡Oh, Cesar! Se oyen
diariamente cosas maravillosas. Por decirlo brevemente, él hace
resucitar a los muertos y sana a los enfermos es hombre de mediana
estatura de un aspecto benigno, de grandísima dignidad, lo cual se
manifiesta en su rostro, de una manera que, al considerarlo, uno
infaliblemente siente la necesidad de amarlo y temerlo.
Su
pelo largo hasta las orejas tiene el color de nueces maduras y desde
allí cayendo sobre las espaldas es de un color brillante y dorado. En la
mitad de la cabeza está dividido según usan los nazarenos. La frente
lis y la cara sin arrugas, ni manchas. La barba, igual al pelo de la
cabeza, en color, esta crespa y, sin ser larga se divide en el medio. La
mirada seria posee la virtud de un rayo solar. Nadie le puede mirar
fijo en los ojos.
Cuando habla amonestando inspira
temor, pero apenas acaba de reprender esta como llorando. A pesar de ser
severo, está muy afable y amable. Se dice que nadie le ha visto reír,
pero si llorar. Todos encuentran su conversación afable y agradable.
Pocas veces aparece en público, y cuando aparece se le ve muy modesto.
Él tiene una presentación muy noble. Él es hermoso. Por lo demás, su
madre es la mujer más hermosa que jamás se ha visto en estas regiones.
¡Oh,
Cesar! Si tu deseas verlo como me has escrito una vez, hazme saberlo y
te lo enviaré enseguida. El no hizo nunca estudios; no obstante, él sabe
todas las ciencias. El anda descalzo y con la cabeza descubierta.
Muchos al verlo de lejos se ríen; pero apenas se acercan tiemblan y lo
admiran. Dicen que jamás se ha visto en estas tierras un hombre como El.
Los
hebreos aseguran que jamás se ha oído una doctrina como la suya. Muchos
dicen que Él es Dios; otros que él es enemigo de Cesar.
Los
malos hebreos le molestan mucho. Pero de Jesús se dice que nunca ha
dejado descontento a alguno; más bien su intento es de dejar contentos a
todos.
En todo caso, ¡Oh, Cesar!, yo cumpliré cualquier orden que tú me mandes respecto a Él.
En Jerusalén, indico (sic) 7 del undécimo mes.
Publius Lentutios.
Gobernador de Judea
De la red...
jueves, 4 de diciembre de 2025
Jesús y la mujer adúltera
miércoles, 3 de diciembre de 2025
La misericordia triunfa sobre el juicio
domingo, 30 de noviembre de 2025
Marie Elizabeth Zakrzewska y el primer servicio de ambulancias urbanas modernas.
Nadie en Nueva York olvidó jamás aquella tarde de 1869. Una mujer cruzó la Quinta Avenida corriendo, con su falda recogida y un bolso de cuero apretado contra el pecho. Se llamaba Marie Elizabeth Zakrzewska, tenía 43 años, y mientras la multitud se apartaba para dejarla pasar, todos pensaban lo mismo:
“¿Qué puede hacer una mujer ahí?”
En el suelo, un hombre yacía sin moverse. Un carruaje lo había atropellado. La gente miraba. Comentaba. Señalaba. Pero nadie sabía qué hacer.
Hasta que Marie se arrodilló.
—Háganse a un lado —ordenó, sin elevar la voz.
—¿Señora, está usted loca? —dijo un policía—. No tiene por qué intervenir.
—Si no intervengo yo, él muere —respondió ella, sin pestañear.
Mientras otros dudaban, Marie actuó. Tomó su pulso. Abrió su camisa. Revisó su respiración. Dio indicaciones claras:
—Necesito un carruaje vacío. Y una manta.
Varias personas corrieron a buscar lo que pedía. Marie colocó al hombre con sumo cuidado.
—No lo muevan así —dijo, sujetando el cuello del herido—. Podemos dañarle la columna.
El policía la miraba, confundido.
—¿Quién es usted?
Marie alzó los ojos.
—La mujer que está haciendo lo que usted debería hacer.
Aquel episodio no la dejó tranquila. Esa noche, mientras escribía en su pequeño despacho, no podía borrar la imagen del hombre desvanecido en plena calle.
“Qué barbaridad”, pensó. “Una ciudad con miles de habitantes… y nadie sabe ayudar”.
Marie no era una mujer común. Era doctora. Alemana. Y una pionera que ya había luchado mil batallas para ser tomada en serio. Sabía que en Nueva York la mayoría de los accidentes terminaban en tragedia porque nadie llegaba a tiempo… o porque llegaban, pero sin conocimientos.
“Hay que hacer algo”.
Y esa idea no la soltó.
Dos semanas después, reunió a dos médicos y una enfermera en un pequeño salón del East Side.
—Necesitamos un cuerpo de respuesta rápida —explicó—. Personas entrenadas. Carros adaptados. Material básico. Algo que pueda llegar a cualquier punto de la ciudad en minutos.
Los médicos se miraron.
—¿Una especie de… brigada médica móvil?
—Exacto.
Hubo dudas, críticas, risas.
—Marie, eso sería imposible de financiar.
—Marie, la ciudad no autorizaría algo así.
—Marie, nadie confiará en un sistema inventado por una mujer.
Ella apoyó ambas manos sobre la mesa.
—Pues si la ciudad no lo autoriza, lo empezaremos nosotros. Los que se unan, trabajarán gratis hasta que demostremos que sirve.
Hubo silencio.
Y uno a uno… los tres dijeron:
—Estoy dentro.
El primer “vehículo de emergencia” no era más que un carruaje reforzado, con una camilla rudimentaria y una caja de madera llena de vendas, alcohol y unas pinzas quirúrgicas.
Marie y su equipo entrenaron días enteros: cómo cargar a un herido, cómo detener una hemorragia, cómo inmovilizar fracturas, cómo actuar en pánico.
Pero lo más difícil no fue el entrenamiento.
Fue la reacción de la gente.
—¡Eh, ahí van los locos de la doctora! —gritaban algunos.
—¿Qué es eso? ¿Un circo? —se burlaban otros.
Marie no respondía.
Ella esperaba los hechos.
Y los hechos llegaron.
El primer aviso ocurrió un sábado. Un niño se había caído desde el segundo piso de una vivienda. La gente gritaba en la calle.
El carruaje de Marie llegó en pocos minutos.
—¡A un lado! —gritó ella bajando del vehículo—. ¡Déjenme verlo!
Mientras la madre sollozaba, Marie examinó al pequeño.
—Respira. Tiene pulso. Podemos salvarlo.
Lo inmovilizó con tablas, dio instrucciones rápidas y lo llevaron al hospital.
Sobrevivió.
Ese día, la ciudad entera cambió de opinión.
Lo que empezó como una “locura sin futuro” se convirtió en el primer servicio de ambulancias urbanas modernas. Nueva York adoptó el sistema. Luego, Boston. Después, el resto del país.
Marie nunca buscó reconocimiento.
Solo buscaba que nadie muriera por ignorancia.
Más tarde, cuando le preguntaron por qué insistió tanto, respondió:
—Porque no soporto ver cómo la gente muere rodeada de espectadores. Todos podemos salvar una vida… si alguien se atreve a empezar.
lunes, 24 de noviembre de 2025
"Soy un soldado" - María Orosa
domingo, 23 de noviembre de 2025
Yo estaba allí - Ruth Coker Burks
"TINAJÓN": UNO DE LOS JUGADORES MÁS GRANDES DEL BALONCESTO PUERTORRIQUEÑO