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Saludos amigos del blog!!!! Quiero darles la bienvenida a mi humilde aposento cibernético con el cual comparto desde el año 2009 lo que me apasiona en el mundo de las artes, la historiografía, la música, la literatura y la espiritualidad. Y también escritos originales... Pueden accesar a mi música en Spotify, YouTube y a los interesados en mis publicaciones literarias, las pueden adquirir en su librería preferida en Puerto Rico, Amazon, eBay, o escribiéndome. Muchas bendiciones!

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lunes, 6 de julio de 2020

Perdiendo me salvé...

Nunca jamás te dejes
inducir a discusiones:
Los sabios caen en la ignorancia
Cuando disputan con ignorantes. - Diógenes

 No se trata de ganar siempre, tener la razón o que permaneza el orgullo intacto. A veces, ganamos perdiendo.

Perdiendo, me salvé - CP

La felicidad se encuentra en el centro exacto de dos extremos - Aristóteles

Perdiendo, me salvé
sin ti, y contigo
no eres mi ombligo, cabeza, ni pies
perdiendo me salvé
nuevos caminos
Si el destino lo quiere,y si no también.

Irreverente, de mente
alma y cuerpo también
perdiendo me salvé
fuego latente
lava, hielo, destino y suerte
perdiendo, me salvé.

Me salvé de tí, de mí,
y burlé al destino
cuando abriendo caminos
en ellos te encontré.

 

4 formas para siempre tener razón según Schopenhauer
Alejandro Llantada Toscano

Arthur Schopenhauer inspira sin querer hacerlo y sin aparentar. No escribía para nadie más que para él. Vendió pocos libros en vida y su despreciado Hegel robaba la atención de sus alumnos, y ese aparente fracaso, era en realidad una fortaleza: simple y llana independencia.
Schopenhauer no se vendía, lo compraban (que es diferente). Persuadía a quien tenía que persuadir, ¿acaso quieres agradar a todos? Él no, ni Rolls Royce. El no ser popular en apariencia puede ser una estratagema, no es que él no supiera encantar, al contrario, era un maestro del convencimiento, del combativo, no del dulce… del friccionante: el de tener razón para un público definido.
Schopenhauer se sorprendía, tal como tú, de todas las veces que presenció cómo en una discusión vencía quien no tenía la razón. Observó que el motivo era ajeno a la inteligencia o la verdad detrás de la proposición, se trataba de falta de habilidad y técnica.
Veamos 4 de sus 38 maneras de tener razón en las discusiones. Le llamaba Dialéctica Erística, le agregaremos un nombre a cada manera para poderla activar:
1. Amplificación. “La afirmación del adversario se lleva más allá de sus límites naturales, se la interpreta de la manera más general posible tomándola en su sentido más amplio y exagerándola”.
—La red social empresarial que propones puede distraer a los colaboradores —dice A.
—La red social puede distraer a los colaboradores, a los subdirectores, a los directores, a la CEO y al presidente del Consejo, también a los consejeros y a los clientes invitados… si no pensamos en políticas de uso adecuadas para promover la comunicación institucional. Las empresas más innovadoras ya la implementaron con grandes resultados —contesta B.
2. Inquirir. “Preguntar mucho de una vez y sobre muchas cosas para ocultar lo que en realidad queremos que admita el adversario y, además, extraer rápidamente de lo admitido la propia argumentación”.
—No podemos aprobar un presupuesto de marketing tan grande en estas épocas tan inciertas —dijo A mientras negaba con la cabeza.
—¿Cuál es la política fiscal que tendrá el presidente electo? ¿Qué pasaría si sube la gasolina?  —contestó B.
—Pues…. no sé… dijo que no va a aumentar impuestos ni deuda pública, pero…
—¿Nos afectaría a nosotros? ¿Cuánto tendríamos que aumentar nuestros precios?
—No realmente, no sé… pero a algunos de nuestros clientes sí, pero…
—Tú lo has dicho no nos afectará, este presupuesto es para seguir creciendo, no para estancarnos.
3. Mutar. “Si notamos que el adversario comienza una argumentación con la que va a derrotarnos, no tenemos que consentirle que siga adelante con ella; hay que impedirle a toda costa que la concluya, interrumpiendo o desviando a tiempo la trayectoria de la discusión al encaminarla hacia otras cuestiones. Brevemente, le salimos al paso con una mutatio controversiae [cambio del tema de la discusión]”.
—¿Por qué su hijo usa tenis Jasper´s y viaja en yates? Aquí están las fotos de su Facebook. ¿De dónde saca el dinero? —pregunta reportero a político.
—Estoy preparado para enfrentar a la oligarquía y a sus esbirros. No soy corrupto como ellos y lucho con sinceridad por la justicia. Las concesiones del medio que te mandó, se las dio el innombrable a su dueño que es de la mafia. Ahora está molesto porque denuncié que los potentados no pagan impuestos y él es uno de ellos.
4. Enojar. “Provocar la irritación del adversario y hacerle montar en cólera, pues obcecado por ella, no estará en condiciones apropiadas de juzgar rectamente ni de aprovechar las propias ventajas. Se le encoleriza tratándole injustamente sin miramiento alguno, incomodándole y, en general, comportándose con insolencia”.
—Entregas a destiempo, y nos metes en problemas con los clientes.
—Nosotras sí entregamos a tiempo, más bien… te tengo que decir la verdad: no eres apta para tu puesto. Nos quieres culpar a nosotras de tu ineptitud porque no puedes resolver nada, ni podrás hacerlo nunca por lo visto. Bien dicen que la gente irresponsable es fachosa, debes empezar por ahí: levántate temprano, báñate, maquíllate, vístete bien… sé limpia.
—¡¿Fachosa…?! (pierde los estribos y ataca a la adversaria desgreñándola)

Schopenhauer se interesó en estos temas al notar como cierta gente ganaba discusiones y los contrincantes no sabían realmente qué pasaba ni tenían idea de cómo defenderse. Utilizaba y admiraba el estudio amplio de Aristóteles sobre este tema, pero quiso distinguir y ampliar algunos aspectos. No es sofística (ganar credibilidad con el fin de obtener dinero), no es lógica (búsqueda de la verdad), la Dialéctica Erística es una esgrima intelectual para tener razón en las discusiones.

Tomado de: https://www.entrepreneur.com/article/319382 

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