La grandeza del ser humano debe ser medida por su capacidad en hacerse pequeño - Chadys Pagán
La mejor manera de hacer las cosas es la más sencilla. La mejor manera de decir las cosas es la más sencilla. La mejor manera de adquirir las cosas es la más sencilla. Hay personas que se complican tanto la vida, y la vida es un cúmulo de cosas sencillas. Tanto la felicidad como la infelicidad son un cúmulo de cosas sencillas. Hechos, pensamientos, calidad de vida; son un cúmulo de cosas sencillas.
La diferencia se logra cuando optamos por ser sencillos. La belleza de la vida comienza cuando aprendemos a hacer las cosas sencillas con amor, a ver la vida y apreciarla desde la óptica de la sencillez, entonces avanzamos hasta culminar haciendo de lo ordinario algo extraordinario,a ver en lo ordinario algo extraordinario, a vivir en lo ordinario como si fuera extraordinario, porque realmente lo es. La vida es una ordinaria maravilla, una hermosa imperfección, una gran aventura atrapada en un frasco pequeño llamado tiempo. Parafraseando a Teresita de Lisieux: Hagamos de lo ordinario de la vida algo extraordinario, entonces podremos decir al final que hemos vivido. Porque pasamos mucho tiempo ganándonos la vida, pero no el suficiente tiempo viviéndola, como decía Madre Teresa. . En todo este postulado se resume la esencia de la santidad, que parte de una semilla llamada sencillez, se convierte en un árbol llamado calidad de vida y culmina con un fruto llamado amor. La sencillez, la calidad de vida, y el amor son uno. Así como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno. Así como nosotros, siendo alma, mente, y cuerpo... somos uno. Complejos, pero dese la óptica de la sencillez, nos podemos entender sabiamente. De la manera más sencilla llegamos a la más compleja, de lo burdo llegamos a la culto, de lo diminuto a lo inmenso, del pecado a la santidad.
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