nuestros prados, valles y montañas siempre serán verdes, marrones y negros
no importan los colores de nuestras alcaldías, edificios y escuelas
nuestro cielo siempre será azúl, gris y blanco superpuesto en acuarela
no importa el azúl de nuestra bandera o su solitaria estrella
mientras le alimente y cubra el rojo de nuestra sangre espesa
no importan los colores con que adornen el nombre de mi querida parcela
Yo siempre le serviré igual, yo siempre le entregaré mi corazón a ella.
Los colores que dividen a mi tierra, son los mismos que la pueden hacer bella.
Los colores que dividen a mi tierra, solo unidos desde el cielo formarán una doncella.
Así que ven, a adorar a la patria
baja de la montaña, de las costas también
así que ven a fecundar a la patria
la cual formamos uniendo el corazón
Vengan ya, desde la diáspora, vengan ya, a florecer
Que Dios no equivocó, su mano franca
cuando pintó en el mar a su diestra borikén.
la isla de San Juan, el otro edén.
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