El tacto nace de la verdad. La diplomacia, del engaño.
El tacto es inherente a la bondad humana.
La diplomacia es la perversión de esa bondad.
El tacto es el deseo de hacer el bien, considerando
los sentimientos, de no herir, sino confortar sin mentir.
La diplomacia es el deseo de engañar para tomar ventajas egoístas,
sin considerar los sentimientos ajenos.
El tacto cuando crece al natural convierte al que
lo practica en ser que se ha superado al máximo.
La diplomacia no puede dejar de entrever su fea cara de duplicidad egoísta.
El lema del tacto es Vive y Ayude a Vivir (la responsabilidad).
El lema de la diplomacia es Vive y deja Vivir (la irresponsabilidad).
Extracto de una conversación de Consuelo relacionada:
"...Por ejemplo, la pregunta que hizo Caín cuando le preguntaron por su hermano Abel, que si él era el guardián de su hermano. No sabemos si esto ocurrió o no pero sí sabemos que hace mucho tiempo se empezó a colocar esta idea como piedra básica para construir la filosofía del egoísmo: "vive y deja vivir", en vez de la filosofía humana "vive y ayuda a vivir". Este ultimo concepto es fundamental para la vida humana que se basa en la cooperación y la responsabilidad de lo que es en esencia el amor. El amor al prójimo es lo que nos humaniza, empieza a sentirse en nuestro estado animal pero solo cuando se desarrolla a plenitud y se convierte en captación de que el bienestar propio no puede separarse del de los demás es que comienza la humanización del ser humano. De ahí parten todas las ideas positivas que necesitamos, que son vitales para nuestra vivencia. A estas llamamos virtudes."
Tomado del libro: "Consuelo Lee Tapia - Apuntes". Publicado por la Casa y Museo Juan Antonio Corretjer, en Ciales. Puerto Rico. 2004.
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