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Saludos amigos del blog!!!! Quiero darles la bienvenida a mi humilde aposento cibernético con el cual comparto desde el año 2009 lo que me apasiona en el mundo de las artes, la historiografía, la música, la literatura y la espiritualidad. Y también escritos originales... Pueden accesar a mi música en Spotify, YouTube y a los interesados en mis publicaciones literarias, las pueden adquirir en su librería preferida en Puerto Rico, Amazon, eBay, o escribiéndome. Muchas bendiciones!

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viernes, 20 de mayo de 2022

Tu alma es tu seda - José Martí

Extracto de la carta de José Martí a Maria Mantilla. ¡Nadie lo ha dicho mejor!
 
“A mi María: Y mi hijita" ... Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada: se sabe hermosa, y la belleza echa luz. Procurará mostrarse alegre, y agradable a los ojos, porque es deber humano causar placer en vez de pena, y quien conoce la belleza la respeta y cuida en los demás y en sí. Pero no pondrá en un jarrón de China un jazmín: pondrá el jazmín, solo y ligero, en un cristal de agua clara. Esa es la elegancia verdadera: que el vaso no sea más que la flor.
... Y esa naturalidad, y verdadero modo de vivir, con piedad para los vanos y pomposos, se aprende con encanto en la historia de las criaturas de la tierra. … Tu alma es tu seda ...

 

martes, 17 de mayo de 2022

Leticia, piojos y cuentos - Cuento adaptado por el maestro, Víctor Manuel Cruz Castañon.


El maravilloso poder de las palabras.
 
Leticia, piojos y cuentos.
 
Leticia fue mi alumna en la escuela 'Justo Sierra", en plena Sierra. Tenía 11 años de edad.
Once años conociendo las carencias y la mugre de la vida.
Siempre con la misma ropa, heredada por una tradicional necesidad familiar.
Once años batallando con los bichos de día y de noche.
Con una nariz que como vela escurría todo el tiempo.
Con el pelo largo y descolorido sirviendo de tobogán a los piojos.
Aun así, era de las primeras en llegar a la escuela.
Tal vez iba por los momentos necesarios para soñar que era lo que no; aunque enfrentara el rechazo y el asco de los demás.
A la hora del trabajo en equipo nadie la quería.
No dieron la oportunidad para demostrar qué tan inteligente era: el repudio fue lo que Leticia conoció.
Me desconcertaba el hecho de ver que algunos varones con características semejantes a las de Leticia eran aceptados por el resto de las niñas y los niños, pero no ocurría lo mismo con Leticia y las niñas.
A mí sólo se me ocurría hacer recomendaciones que nunca fueron atendidas.
En ese tiempo me preguntaba:
¿de qué sirve leer cuentos a esos niños que no han comido?;
¿serviría de algo alimentarlos con fantasías?
Yo creía que sí, pero no sabía hasta dónde.
Constantemente les brindaba relatos, sobre todo en la mágica hora de lecturas, dos veces por semana.
Un día conté "La Cenicienta" y cuando llegué a la parte en que el hada madrina transformó a la jovencita andrajosa en una bella señorita de vestido vaporoso y zapatillas de cristal, Leticia aplaudió frenéticamente el milagro realizado.
Había una súplica en su rostro que provocó la burla de los que no tenían la misma capacidad ni la misma necesidad de soñar.
Esta vez hubo recomendaciones y regaños.
En otra ocasión, pregunté a mis alumnas y alumnos: ¿qué quieren¬ ser cuando sean grandes?
Y el cofre de sus deseos se abrió ante mí: alguien quería ser astronauta, aunque al pueblo ni el autobús llegaba; otros querían ser maestros, artistas o soldados.
Cuando le tocó el turno a Leticia, se levantó y con voz firme dijo:
“¡Yo quiero ser doctora!"
y una carcajada insolente se escuchó en el salón.
Apenada, se deslizó en su banca invocando al hada madrina que no llegó.
Mi labor en esa escuela terminó junto con el año escolar.
La vida siguió su curso.
Después de quince años, regresé por esos rumbos, ya con mi nombramiento de base.
Hasta entonces encontré algunas respuestas y otras preguntas.
Las buenas noticias me abordaron en autobús, antes de llegar al crucero donde trasbordan los pasajeros que van al otro poblado.
Llegaron en la presencia de una señorita vestida de blanco.
-¡Usted es el maestro Víctor Manuel!... , Usted fue mi maestro! –me dijo-
sorprendida y sonriente.
El que podía encantar serpientes con las historias que contaba.
Halagado, contesté:
-Ése mero soy yo.
- ¿No me recuerda, maestro? -preguntó, y continuó diciendo con la misma voz firme de otro tiempo- yo soy Leticia ... y soy doctora ...
Mis recuerdos se atropellaban para reconstruir la imagen de aquella chiquilla que en otro tiempo nadie quería tener cerca.
Se bajó en el crucero dejando, como La Cenicienta, la huella de sus zapatillas en el estribo del autobús ...
Y a mi con mil preguntas.
Todavía alcanzó a decirme: - Trabajo en Parral ... búsqueme en la clínica tal... y se fue …
Un día fui a la clínica que me dijo y no la encontré.
No la conocían ni la enfermera ni el conserje.
¡Era demasiada belleza para ser verdad!
"Los cuentos son bellos pero no dejan de ser cuentos", me lamentaba.
Arrepentido de haber ido, y casi derrotado, encontré a la directora de la clínica y hablé con ella.
Lo que me dijo, revivió mi fe en la gente y en la literatura:
-La doctora Leticia trabajaba aquí -me contó-.
Es muy humana y tiene mucho amor por los pacientes, sobre todo con los más necesitados.
-Ésa es la persona que yo busco -casi grité.
- Pero ya no está con nosotros-dijo la directora.
-¿Se murió? -pregunté ansioso.
-No. La doctora Leticia solicitó una beca para especializarse y la ganó ... ahora está en Italia.
Leticia sigue aprendiendo más y enseñando sus secretos para luchar.
Yo sigo queriendo saber hasta dónde llega el poder de las palabras; ¿cuál es el sortilegio para encantar a las serpientes que jalan a los descobijados?; como profesor, ¿qué puedo hacer para equilibrar la balanza de la justicia social ante casos parecidos?; ¿cuándo empezó el despegue de los sueños de Leticia en cuanto al resto de sus compañeras y compañeros?; ¿dónde radica la fortaleza de las mujeres que superan cualquier expectativa?
Ya no quiero ser el maestro de Leticia: Ahora quiero aprender.
Quiero que me enseñe cómo evoluciona una oruga hasta convertirse en ángel y, sobre todo, quiero descubrir cuál fue la varita mágica que la convirtió en la Princesa del Cuento.
 
Cuento adaptado por el maestro, Víctor Manuel Cruz Castañon.
 
Tomado de: https://www.facebook.com/photo/?fbid=10228458183508618&set=gm.10161014737201789

 

lunes, 9 de mayo de 2022

Verano (Rica sin dinero)


Desvisto mis miedos y me visto de arena
me hundo en el vientre de la mar serena
floto panza al cielo espalda en el caribe
desvisto mis sueños, tu licor me inhibe.

y vuelvo a las costas soñando futuro
nostalgia de pasado y presente sin yugo
quemando pellejos asando mi alimento
de día me harto y noches de ungüentos.

Luego vuelvo a casa con peso demás
el bolsillo vacío para laborar
un verano más, un verano menos
solo sé que mi vida es rica sin dinero.

jueves, 5 de mayo de 2022

Me liberé...

Tenía peces y me líberé

Tenía un gato y me liberé

Tenía un perro y me liberé

Tenía un sueño y me liberé.

Ahora tengo un río

Ahora tengo un campo

Ahora tengo un mundo

Ahora tengo un logro.

Y luego del mismo logro, me liberé.