
Después de tanta negatividad e injusticias me preguntas: Qué queda?
Te respondo suave, pero con seguridad - Con esa seguridad que solo puede hallarse enraizada a una fe fuerte - Aún queda la esperanza.
La esperanza es una virtud que nace cada día con la aurora; la esperanza no es una conquista, es una gracia, un modo de ser, de vivir. La esperanza abre sus brazos igualmente para todos, pero que pocos le pueden percibir, pocos le pueden atesorar, pocos le devuelven ese abrazo incondicional, afable, amoroso. La esperanza nace cada día para todos, pero solo la perciben aquellos que reconocen que las cosas que valen carecen de precio, no se pueden comprar, simplemente se reciben. Se recibe al igual que esa entrega personal, ese compromiso incondicional, con la palabra, con ese amor reciprocado.
Aquel que encuentra un amigo ha encontrado un tesoro cita la Biblia; aquel que con la aurora recibe los rayos de la esperanza aprende a percibir al amigo, a la vida, al amor; todos esos tesoros en uno y se hace uno con todos. Los percibe y los recibe devotamente. Así es la esperanza. Nunca viene sola, pero llega a todo aquel que la aprende a percibir, y se mantiene cual árbol frondoso junto a aquel que aprende a nutrirse de su savia.