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jueves, 19 de junio de 2025

El truco económico más antiguo del mundo: hacerte pagar por lo que ya era tuyo

 

El truco económico más antiguo del mundo: hacerte pagar por lo que ya era tuyo
Por Óscar de los Reyes – Búho Freedom
 
Todo empieza con una mentira tan antigua que ya ni parece mentira: la idea de que alguien te está dando algo a cambio de tu trabajo.
Pero lo que realmente sucede es esto:
Te quitan lo que es tuyo, te hacen creer que lo perdiste, y luego te lo venden de nuevo como si fuera un privilegio.
Ese es el truco. El más viejo. El más usado. Y el más invisible.
Hace 5.000 años, los templos sumerios recolectaban parte del grano de cada campesino. No se llamaba impuesto, ni saqueo. Se llamaba “ofrenda”.
El templo lo almacenaba. Años después, en época de hambruna, te devolvían ese mismo grano… pero ahora se llamaba “salvación”.
Era tuyo.
Pero ahora tenía precio.
Y encima, dabas las gracias.
Hoy el truco no usa sacos de trigo, sino horas de vida.
Trabajas 8, 10, 12 horas al día. Entregas tu salud, tu tiempo, tu energía mental. A cambio, te dan dinero. Pero luego ese dinero lo usas para reparar el daño que causó el propio trabajo:
– comida rápida porque no tienes tiempo,
– pastillas para dormir porque no puedes desconectar,
– terapia para soportar al jefe,
– vacaciones exprés para seguir respirando.
Has vendido tu tiempo… para recomprarlo en porciones rotas.
¿Y lo peor? Ni siquiera lo ves.
Porque tu cerebro no está hecho para detectar el truco.
Richard Thaler (1985) lo demostró con la contabilidad mental: tratamos el dinero como compartimentos estancos. No vemos que todo forma parte del mismo ciclo: trabajas para pagar lo que el trabajo te quitó.
Ellen Langer (1975) habló de la ilusión de control: elegimos entre trabajos, sueldos o planes de salud… sin darnos cuenta de que todo el sistema ya está diseñado para exprimirte.
Y Samuelson y Zeckhauser (1988) lo llamaron sesgo del status quo: preferimos aguantar lo malo conocido antes que atrevernos a cuestionarlo.
Este truco no es un error. Es diseño.
El sistema te despoja simbólicamente: te convence de que tu tiempo no vale si no se traduce en productividad. Luego te “devuelve” lo perdido, convertido en mercancía: salud, ocio, desarrollo personal… con IVA.
Te lo han quitado.
Te lo han empaquetado.
Y ahora te lo venden.
Como si fuera suyo.

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